Capítulo 11

12K 1K 122
                                    


En el momento que unas manos se aferraron a mis brazos para así impulsarlos a la superficie, mi consciencia se pensó lo peor: que había muerto.

No lograba sentir mi cuerpo, era como si mi alma se hubiese disuelto de un gran peso de encima. Sin embargo, resultaba ser que mi cuerpo estaba tan congelado que había dejado de palparlo segundos atrás.

Mi visión estaba tan borrosa como acuosa y de un momento a otro comencé a toser y a expulsar una gran cantidad de agua. Segundos más tarde llegó el vómito, gracias al alcohol.

Entreabrí los ojos al experimentar una leve sensación de calidez, pero que sabía a la perfección que se encontraba allí. Mis ojos se encontraron con unos del mismo color del mar y logré ver en ellos preocupación y agitación. Era Dominique.

No me había percatado de que Dominique me había situado justo sobre él y me abrazaba a él como si su vida dependiese de ello. Sentí su respiración agitada chocando en mi frente.

—Joder, Elisabeth —masculló entre dientes Dominique. Ups, estaba muy enfadado por lo que podía escuchar —. Maldita sea —su cuerpo se balanceaba sobre el mío, probablemente porque estaba notando los temblores de mi cuerpo y mi desesperación interior por entrar en calor —, ¿en qué mierdas estabas pensando?

—Yo... —mis dientes castañeaban y casi que mi voz era inaudible —. No lo sé... —murmuré más para mí misma que para él.

— ¡Eli! —el grito de Noah me llamó la atención y alcé la cabeza levemente. Aun con una capa de nubosidad entre mis ojos, logré distinguir la figura de Noah corriendo a través del muelle hacia nosotros —. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien, Eli?

— ¿Estás de puta coña? —le cuestionó irónicamente Dominique —. ¿Ves acaso que esté bien? Elisabeth apesta a alcohol y tú permites que ella se adentre en el agua. ¿Cuanto bebiste Elisabeth? ¿Dos litros de cerveza? Se podría haber ahogado joder.

—Yo... —balbuceé un tanto absorta de la realidad a la que me debía de enfrentar en ese preciso momento. Dejé que el peso de mis párpados se apoderara de mí, por lo que permití que estos se cerraran.

—Joder —conseguí escuchar por su parte —, y por cierto, ¿tú quien mierdas eres? —le cuestionó Dominique a Noah. El agarre de Dominique cada vez se hizo más fuerte.

—Soy Noah —contestó el otro de manera impasible.

— ¿Y has dejado que se emborrachara y se metiera al puto lago? vociferó Dominique esta vez —. ¿Estás loco o qué?

Escúchame tío... visualicé como Noah se aproximaba hacia nosotros.

Ni te acerques musitó Dominique entre dientes con un claro tono de advertencia —. Nos vamos ahora mismo.

¿Quién eres tú para decidir con quién debe de ir o no? ¿Su madre? —se enfrentó Noah a Dominique. No podía decir nada, sin embargo lo último que debía de hacer Noah en aquel instante era hacer que la tensión incrementara.

—Más te vale no volver a acercarte por aquí, o la próxima vez te parto la cara —volvió a advertirle Dominique.

No pienso moverme de aquí.

Chicos... murmuré percibiendo como las ganas de vomitar eran cada vez mayores.

¿Quién te crees tú que eres? habló Noah cruzándose de brazos, y permaneciendo frente a Dominique.

El que te va a partir la cara como no te marches ahora mismo.

Chicos... volví a hablar, esta vez inclinando la cabeza.

Enigmático (VERSIÓN SIN EDITAR) Where stories live. Discover now