Capítulo 15

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¿Y bien? Doriane alzó la mochila en la cual aparecía el nombre de Barcelona en letras blancas . ¿Te gusta para Isabelle? Es la que más me ha gustado de la tienda.

Sí, confirmé con una sonrisa, a la vez que acariciaba con la yema de mis dedos el charol de esta seguro que le encantará.

Habíamos visitado el monumental Parque Güell, una de las zonas más asombrosas de toda Barcelona desde mi perspectiva. Hicimos una ruta guiada junto a un grupo de chicas francesas, quienes no dejaban de observar y murmurar cosas acerca de Dominique y Edmé.

Las estructuras de piedra eran fascinantes, así como las cerámicas y edificios. Edmé trató de subirse al dragón de la fuente de Gaudí, sin embargo el guía turístico dijo que estaba prohibido. Básicamente, Edmé se dedicó en cuerpo y alma a fastidiar a nuestro guía hasta el punto de que acabó persiguiéndolo al final de la ruta.

Tomé miles de fotos de aquel lugar, permaneciendo en la parte superior, donde se encontraba una terraza con unas prodigiosas vistas de la ciudad de Barcelona, así como del lugar que estábamos visitando.

También visitamos la Casa Batló, una obra arquitectónica de Antonio Gaudí, repleta de admirables dotes artístico-arquitectónicas. Su interior fue algo tan asombroso, que ninguno de los presentes nos imaginamos cómo alguien podría haber creado semejante obra de arte.

Seguida de la visita a la Casa Batló, nos adentramos en la Casa Amatler, perteneciente a la figura de Antoni Amatler, un industrial chocolatero. Nos obligaron a entrar con protectores en los pies, así como acompañados de una guía española que nos hablaba únicamente en inglés.

En estos instantes nos ubicábamos comprando detalles para nuestros amigos y para nosotros mismos en el centro comercial La diagonal mar, donde habíamos llegado en taxi, puesto que se encontraba bastante más alejado de donde nos encontrábamos y el calor de esa mañana era sofocante.

A lo largo de la mañana, Dominique se mantuvo indiferente conmigo, como si yo no existiese en ese momento. Cuando regresamos la noche anterior al hotel junto a los demás, ya que Dominique se había marchado antes de tiempo para no tener que escuchar el estruendo de los fuegos artificiales, Dominique no se encontraba en nuestra habitación, e incluso llegué a pensar que no había pasado la noche en el hotel.

Sabía que Edmé conocía la verdadera razón por la que Dominique actuaba de aquel modo tan impasible. Desde que habían llegado de América, no hubo ni una sola vez en la que los viese a ambos juntos, compartiendo algún tema de conversación que no fuese para insultarse mutuamente o simplemente riendo por la gracia de Edmé.

¿Y alguna otra cosa más? volvió a preguntarme Doriane.

Había pensado en comprarle algún llavero declaré echándole un último vistazo a los suvenires de la tienda. Había tantos, que no tenía ni la menor idea de cuál escoger.

Tal vez le guste alguno de estos abanicos decorados alzó un abanico en el que aparecía reflejado diversas parejas bailando flamenco.

Buena idea sonreí . Isabelle parece tener una pequeña obsesión con el flamenco.

Decidido.

Tomé la mochila de charol junto al abanico y me dirigí hacia la caja. Una vez que terminé de pagar, tomé la bolsa y caminé al exterior de la tienda. Visualicé a mis padres junto a Martin, nos estaban esperando a Doriane y a mí a unos metros de la tienda del centro comercial.

¿Qué le has comprado a Isabelle al final? me cuestionó mi madre intrigada al verme llegar junto a dos bolsas.

Una mochila con el nombre de Barcelona y un abanico.

Enigmático (VERSIÓN SIN EDITAR) Where stories live. Discover now