XIV.- Celeste

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XIV

Eran mediados de la semana y salí de la biblioteca de la universidad, apresurada; me había quedado más del debido tiempo, absorta en la realización de mis tareas, por lo que ahora era algo tarde. Me dirigí a mi residencia caminando a paso apresurado, ya que los paseos en el auto de los hermanos Torres habían terminado precisamente la semana pasada. Al parecer, la familia de ellos estaba en grandes problemas económicos, pues la empresa donde su padre trabajaba había quebrado, provocando que muchos de los trabajadores se quedaran sin empleo, entre ellos el señor Torres. De allí que comenzaran a sumirse en grandes deudas, entre ellas la de la hipoteca de la casa y el coste de los estudios de Justo y Gabriel, que eran los adeudos de mayor peso; sin contar que tenían otro par de hermanos menores por los que también debían responder.

Hasta ahora, ninguno de los dos hermanos había tenido la necesidad de trabajar, pero ante su situación actual debían hacerlo y me sentía triste por ellos. Habían tenido que vender el auto para intentar ganar un poco de dinero, pero evidentemente no era suficiente, así que Justo planeaba seriamente en dejar completamente los estudios con tal de encontrar un trabajo de tiempo completo y si era posible, algún otro de medio tiempo para ayudar a sus padres, a sus hermanos pequeños y sobre todo, apoyar a Gabriel para que él continuara en la universidad hasta que terminara su carrera sin distracción alguna.

Esa era otra de las cosas que había descubierto acerca de ese par; que quien mostraba mayor interés en el aprendizaje era Gabriel, siendo su gran sueño el de convertirse en un profesional y triunfar en la vida. En cambio, de Justo descubrí que, por extraño que pareciera, resultaba ser el más dependiente con respecto a su hermano, siendo el amor fraternal que le profesaba tan grande que lo obligaba a hacer lo que fuera con tal de verlo feliz y de que cumpliera su sueño.

Yo realmente deseaba hacer algo por ellos, sin embargo no podía; por el momento no trabajaba ya que la beca cubría todo lo relacionado con la escuela, incluida la renta del departamento y para los demás gastos utilizaba los ahorros que había estado guardando desde que era pequeña, reservados especialmente para esta etapa de mi vida; además, casi mi tiempo completo era dedicado a los estudios, proyectos y tareas. Me sentía realmente mal al ver sufrir a mis dos amigos, así que me limitaba a entender lo duro que era enfrentarse a este tipo de circunstancias; después de todo, mi familia había pasado por un aprieto económico parecido. Desafortunadamente, tampoco hallaba las frases adecuadas para darles algo de ánimo; las palabras simplemente no eran lo mío y era muy torpe a la hora de consolar a los demás.

Suspiré apesadumbrada ante lo poco útil que podía llegar a ser; las cosas iban cada vez más raras. Por ejemplo, los pasados tres sábados, Yes no había ido al parque, lo que me causó intriga porque hasta había pensado que era una costumbre suya la de pasear por el lugar. Incluso llegué a creer que también se había visto en la obligación de trabajar más horas, lo que me llevó a concluir que quizás alguna crisis económica de mayor nivel iba a presentarse en el país. No obstante, deseché esa loca idea al observar que todo marchaba bien a mí alrededor, pues por mucho que el gobierno intentara ocultar algo de esa magnitud, al final el asunto se habría sabido gracias a otros medios. Pero como no era el caso, entonces no podía ser posible.

Detuve mi andar en seco cuando una extraña sensación me invadió, por lo que me giré rápidamente, encontrando nada fuera de lo común salvo el hecho de que esta calle era muy concurrida y ahora estaba inusualmente tranquila. Tragué saliva, de pronto muy nerviosa e intentando no inquietarme en demasía, continué caminando; esa era otra de las extrañezas que empezaban a rodearme. Bien podían llamarme paranoica o exagerada, pero desde hacía unos días para acá me daba la impresión de que alguien me seguía cada vez que caminaba por la calle. Por eso siempre procuraba deambular por las vías más bulliciosas, aunque en esta ocasión parecía ser que la gente tenía actividades más importantes qué hacer, pues me vi alarmantemente sola.

Desastroso Reencuentro [I]Where stories live. Discover now