XV.- Celeste

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XV

Me encontraba sentada frente a un gran plato de comida del que según yo, ya había comido bastante, pero parecía igual de lleno. Al final había aceptado ir con Ángel al lugar que él había propuesto para comer y era cierto, se trataba de un establecimiento bastante visitado por la gente, pues a pesar de que la hora de la comida había pasado hacía un rato, parecía como si fuera el tiempo exacto dado que había pocas mesas sin ocupar. Era una fonda en la que podía percibirse un ambiente familiar y agradable desde el momento en el que se ingresaba a ella. Además de eso, las meseras siendo todas ellas mujeres, eran muy amigables con los comensales. Estaba segura de que este se volvería uno de mis lugares favoritos para visitar.

Una mujer madura, baja y robusta, aunque muy simpática nos atendió; se llamaba Claudia. También parecía ser que Ángel era cliente regular de allí, pues no sólo Claudia lo conocía, sino que todas las demás meseras los saludaban, incluidos algunos clientes. Lo único que por un momento me desencajó fue el hecho de que Claudia preguntara si yo era la novia de mi acompañante, pues de pronto un visible sonrojo, un sentimiento de completa vergüenza y una gran turbación se habían apoderado de mí, algo muy raro porque yo no solía ser así. La mayoría de las veces actuaba muy ajena a cualquier malentendido, corrigiéndolo al instante.

En esta ocasión fue Ángel quien tuvo que aclarar todo al decir que éramos simples amigos, aunque eso estaba igual de lejos de la realidad que la otra suposición. Después de eso, me sentí engañada por él cuando me confesó que ya había comido y tan sólo pediría un agua mineral; en cambio, yo sí pedí una sólida alimentación. Era definitivo, este sujeto era más extraño que Yes, lo que me hizo preguntarme con curiosidad si todos los amigos de ellos eran así de peculiares. No obstante, ahora no podía concentrarme en degustar con tranquilidad de lo que quedaba en el plato porque desde minutos antes, Ángel me había estado mirando tan penetrantemente que me incomodaba, poniéndome mucho muy nerviosa. ¡Ni siquiera se esforzaba por disimular su descarada mirada!

—¿P-por qué me miras tanto? ¿Tengo algo en la cara? —le pregunté estando a punto de colapsar.

—¿Te molesté? Lo siento, no era mi intención —se disculpó sin apartar su vista de mí en ningún momento y técnicamente sin parpadear—. Sólo quería saber qué vio Yes en ti para que ocupes sus pensamientos las veinticuatro horas del día.

El comentario me desubicó bastante. ¿Que yo ocupaba los pensamientos de Yes? Fruncí el ceño, aunque no estuve segura de por qué, pues estaba confundida y al mismo tiempo algo indignada. Eso significaba que sí era un acosador, ¿verdad?

—Quiero decir —siguió Ángel—, es claro que no eres bonita.

Una punzada despiadada atravesó mi pecho. De acuerdo, no era la primera vez que me decían algo así. En realidad, ni en secundaria ni en preparatoria había recibido muchas palabras halagadoras por parte de otros que no fueran mi familia, lo que estaba bien; tenía cosas más importantes que atender como para prestar atención a lo que otros pensaran de mi atractivo. Pero en este instante, escuchar aquella verdad de los labios de él y con tanta naturalidad, hizo que algo en mi interior doliera, que se sintiera sumamente herido. ¿Mi orgullo? Sí, debía ser eso.

—Y tampoco tienes mucho qué presumir —volvió a comentar igual de franco—. Eres más como un esqueleto andante.

Otro flechazo de dolor. Apreté el mantel con mi mano izquierda, la que era la única libre porque con la derecha sostenía el tenedor, el que igualmente aferré con fuerza. Ahora la ira también comenzaba a apoderarse de mí. ¿Pues quién rayos era este tipo que sacaba a flote mis más controladas emociones y arrojaba al olvido mi serenidad?

—Eso sí, el lunar que tienes bajo tu oreja te da un toque singular. Parece una chispa de chocolate; me dan ganas de comérmelo.

Ahora sentí mi rostro arder con furia por el bochorno. Me levanté con un movimiento brusco, logrando que la silla se volcara y supe con claridad que todos nos miraron, extrañados. Yo mantuve la vista baja, sobre el plato de comida y aunque no pude ver su expresión, estaba segura de que Ángel se hallaba igual de confundido.

Desastroso Reencuentro [I]Where stories live. Discover now