22-23

1.5K 85 0
                                    


—¿Qué se supone que tengo que ver? No me parece que haya nada especial.

Lali se giró, y vio que el espectro había desaparecido.

Con la excitación del día anterior y el madrugón de esa mañana Dylan estaba cansado y se había quedado dormido, así que Lali aprovechó para preguntarle a su padre si sabía algo del fantasma que decían que se aparecía por aquella zona.

Peter pareció sorprendido por su pregunta, pero satisfizo su curiosidad.

—Bueno, durante años han circulado historias sobre el espíritu de una joven que nuestro antepasado, Hiram Lanzani, empleó como institutriz para que cuidara de sus hijos poco después de que se construyese la mansión, en la década de mil ochocientos noventa. Lo único que sabemos de ella es que su apellido era Carlisle, y que murió trágicamente cuando el carruaje en el que viaja de camino a Crofthaven volcó, justo antes de que llegara. Supuestamente está enterrada bajo aquel roble grande de allí.

Lali palideció, y, al advertirlo, Peter tomó sus manos.

—Por Dios santo, estás helada —farfulló—. ¿Te encuentras bien?

Lali tragó saliva. Había un vínculo entre el fantasma y ella. La señorita Carlisle había sido institutriz, y ella era niñera. No era coincidencia que el espectro se le hubiese aparecido y le hubiese dado consejo.

—Habló conmigo —murmuró en un hilo de voz, todavía aturdida por el descubrimiento.

Peter le rodeó los hombros con un brazo y la atrajo hacia sí. En otras circunstancias Lali se habría sentido incómoda, pero, asustada como estaba, aceptó aquel gesto tan agradecida como una persona aterida de frío aceptaría una manta. Girando la cabeza, vio cómo Crofthaven disminuía en la distancia.

—¿Crees que quería poseerme? —le preguntó a Peter.

Peter le dirigió una sonrisa tranquilizadora. De niño su hermano y sus primos se habían divertido asustándolo con tétricas historias sobre la misteriosa señorita Carlisle, pero eran todas inventadas.

—Por todo lo que he leído y oído, no parece que sea un espíritu maligno —le dijo.

—Gracias por no pensar que estoy loca —murmuró Lali, antes de apoyar la cabeza en su hombro.

Peter tomó su mano, y la calidez de ese contacto fue disipando su miedo. Lali bajó la vista hacia ella y la estudió en silencio. Fuertes pero cuidadosas, las manos de Peter reflejaban los esfuerzos que había hecho para sacar adelante el rancho. Podría haber sido uno de esos terratenientes urbanitas para los cuales un rancho significaba únicamente beneficios, que visitaban su propiedad sólo de vez en cuando, y encargaban a otros su cuidado, pero entonces no habría sido Peter.

Lali estaba convencida de que su padre habría preferido un terrateniente urbanita, pero también estaba convencida de que le habría perdonado a Peter sus manos callosas y su mentalidad individualista por ser miembro del clan Lanzani.

—Lali —le dijo de pronto Peter—, deberíamos hablar.

El corazón le dio un vuelco a Lali, que soltó su mano y se irguió nerviosa en el asiento. La noche anterior no había podido dormir, temiendo que la despidiera por lo que había ocurrido entre ellos en la fiesta y por el incidente con el fotógrafo. Sin embargo, recordando lo ardiente que había sido el beso que habían compartido, se preguntó, aún más preocupada, si iría a proponerle una relación que nada tuviera que ver con la relación patrón-empleada que habían tenido hasta entonces.

Tenía que ser fuerte; no podía dejarse llevar por la atracción que sentía por él. La experiencia le había enseñado que la dignidad personal era algo demasiado precioso como para arriesgarse a perderla.

"NIÑERA" TERMINADOWhere stories live. Discover now