"NIÑERA" TERMINADO

FINAL

La expresión de dicha que se dibujó en las facciones de ella disipó todas las dudas que Peter pudiera haber tenido. No era la clase de mujer que necesitaba rosas y un ambiente romántico con música de violines de fondo para aceptar una proposición tan sincera y tan sentida. Únicamente necesitaba oír las palabras adecuadas. Peter le dio gracias a Dios por haberlas encontrado a tiempo, y se propuso hacer desde ese momento borrón del pasado y cuenta nueva. Un futuro tan prometedor como el que se abría ante ellos debía estar impoluto, como las páginas en blanco de un cuaderno sin utilizar.

—Sí, Peter, me sentiría muy honrada convirtiéndome en tu esposa.

La respuesta de Lali no había ido acompañada de un afectado pestañeo, ni de ningún otro tipo de teatro. En el tono de su voz únicamente se destilaba felicidad, la misma felicidad que brillaba en sus ojos.

El doctor se aclaró la garganta. La verdad sea dicha, se sentía terriblemente celoso... y un poco incómodo por estar presenciando aquel momento tan íntimo.

—Le estrecharía la mano para felicitarlo—le dijo a Peter—, pero como no va a poder ser porque la tiene hecha cisco, creo que los dejaré a solas para que puedan fijar la fecha del enlace.

—Si por mí fuera —respondió Peter—, haría venir a un sacerdote ahora mismo para que nos casase antes de que me den el alta. Pero como no creo que pueda ser, está usted invitado a la boda cuando se celebre.

—No me lo perdería por nada del mundo —contestó el médico.

Y, con esas palabras, salió de la habitación, dejándolos a solas.

Peter sintió que el corazón se le henchía de felicidad al mirar a su hermosa prometida. Casi no podía creerse que aquello estuviese ocurriendo de verdad.

—¿Estás segura de que no eres tú la que te has dado un golpe en la cabeza? —le preguntó.

Lali se rió.

—Tan segura como que pienso seducirte a pesar del brazo vendado. Y te aviso ya que no podrás resistirte.

—En ese caso debo decir que es una suerte que lo que el tractor aplastó no fuera otra parte de mi anatomía —murmuró Peter, bajando la vista al evidente bulto que había bajo las sábanas.

Lali se sonrojó y se echó a reír de nuevo antes de inclinarse hacia delante para besarlo. Aunque con bastante esfuerzo por lo débil que se sentía, Peter consiguió sacar el brazo sano de debajo de las sábanas para rodearle la cintura y atraerla hacia sí. Se percató entonces de que los labios de Lali estaban moviéndose sobre los suyos con demasiada suavidad, como si tuviera miedo de hacerle daño. Subiendo una mano a su pecho, Peter hizo el beso más profundo para convencerla de lo contrarío.

Al cabo de un largo rato despegaron sus labios para tomar aliento.

—¿Sabes? —le dijo Peter con una sonrisa traviesa—, creo que apretándonos un poco, cabríamos los dos en esta cama.

—Compórtate —lo reprendió Lali al ver a Dylan entrar en la habitación de la mano de una enfermera.

Lali tuvo que refrenar al chiquillo, que estuvo a punto de subirse a la cama y hacerle daño sin querer a su padre en su ansia por darle un abrazo. Después de besarlo, dejó que Lali lo sentara en sus rodillas, y con una expresión de profundo orgullo, dijo de pronto:

—Lo he hecho bien, ¿verdad, papá?

Peter lo miró con los ojos como platos. Giró el rostro hacia Lali, como esperando que le confirmase que no estaba imaginando cosas. Por toda respuesta, Lali sonrió y acarició el cabello del niño mientras le decía:

—Fue Dylan quien te salvó la vida, quien vino a buscarme y me dijo que estabas herido.

—¿Te lo... te lo dijo? —repitió Peter incrédulo.

¿Sería posible que Dios fuese tan generoso como para haberle concedido dos milagros en un mismo día?

—Y según las enfermeras no ha hecho más que contarle a todo el mundo en el hospital lo valiente que ha sido.

Los ojos de Peter se llenaron de lágrimas de alegría. Sentía deseo de saltar de la cama y ponerse a bailar por la habitación, pero tuvo que conformarse con fundirse en un abrazo eterno con Lali y su hijo.

Aquel abrazo marcaba el comienzo de su vida como familia, una familia feliz y unida.

Fin.