30-31

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La luz del alba, que se filtraba a través de las cortinas blancas de la ventana, despertó a Peter. Lentamente, abrió los ojos, y al ver a la hermosa mujer acurrucada contra él como un gatito, se preguntó si no estaría todavía dormido, y aquello parte de un sueño. Sin embargo, al moverse un poco, su rodilla rozó el sedoso muslo de Lali, y la respuesta inmediata de su cuerpo lo convenció de lo contrario.

Que pudiera excitarse de aquel modo, después de la que había sido la noche más intensa de su vida, le resultaba tan extraordinario como que Lali sintiera por él el mismo deseo que él sentía por ella. La besó con toda la ternura de la que no había sido capaz la noche anterior, ansioso como había estado por hacerla suya.

—La próxima vez te prometo que iré despacio —le susurró en el oído.

Estirando su cuerpo dolorido por la fogosa noche que habían pasado haciendo el amor, Lali alzó el rostro hacia él y le sonrió de un modo que hizo que el corazón le brincase en el pecho.

—No tengo ninguna queja de anoche, vaquero.

Igual de dulce y melódica, la voz de Lali rivalizaba con el canto de los pájaros que fuera, en el campo, estaban saludando a la mañana. Si no fuera porque tenía un rancho y un hijo a los que debía atender, se dijo, se pasaría todo el día en la cama, demostrándole a Lali todas las formas que conocía de hacer tocar el cielo a una mujer. En fin, tendría que esperar a que el sol se pusiera de nuevo, pensó suspirando para sus adentros.

—Será mejor que nos levantemos y nos vistamos antes de que Dylan se despierte y nos encuentre juntos en la cama —dijo Lali, estirándose de nuevo con pereza—. No sé muy bien qué podríamos decirle.

—Tienes razón, podría ser un shock para él —murmuró PEter—, y podría echar a perder los progresos que ha hecho.

Aunque Lali asintió con la cabeza, su corazón, que sólo un momento antes había sentido tan ligero en su pecho, se tornó de pronto pesado como el plomo. Se bajó de la cama, y recogió el camisón del suelo aturdida. Si Peter había sugerido que lo que había entre ellos podría ser perjudicial para la recuperación de Dylan, quizá no debería extrañarle que antes o después se deshiciese de ella para evitar que eso ocurriera.

El recuerdo de cómo Josef la había dejado tirada, reemplazándola por otra con la misma facilidad con que se cambia uno de camisa regresó en ese momento a su memoria, atormentándola. Sentía ganas de echarse a llorar, pero no se humillaría haciéndolo delante de Peter, esperaría a estar sola en su habitación. Iba a ponerse el camisón cuando Peter, que se había incorporado y se había sentado en el borde de la cama, la agarró desde atrás por la cintura y la atrajo hacia sí, atrapándola entre sus piernas.

—He dicho que pretendía ir despacio contigo y lo mantengo, pero eso no significa que tengas que salir de aquí sin siquiera darme un beso —le dijo en un tono sensual, rozándole la nuca con los labios.

Lali temía que ese ir despacio únicamente pospondría lo inevitable: una ruptura que no sólo le costaría el empleo, sino también los jirones de su ya maltrecha dignidad. La sola idea la aterraba, porque no estaba segura de que su corazón pudiera soportarlo. No estando tan enamorada como estaba de él.

No tenía sentido alguno intentar seguir negándolo. Habiéndole entregado ya su corazón, lo único que tenía claro, decidió en ese instante, era que, si no podía tener otra cosa, se conformaría con un tórrido idilio y disfrutaría el momento.

Aun en el caso de que ese idilio resultara ser tan breve como sospechaba que sería, le quedarían los recuerdos. Nadie podría arrebatárselos, y los llevaría siempre consigo.

En el tiempo que le llevó darse la vuelta, Lali empujó a un lado esa maraña de sentimientos contradictorios, y tomó los labios de Peter en un beso dulce y prometedor de lo que había de llegar, sin dejar que se destilara en él el amargor de la desazón que sentía por dentro.

CAPÍTULO 31

Hay algo en toda mujer que la induce a creer que puede conquistar a un hombre dando completa satisfacción a su deseo, y Lali no era una excepción. Tiró el camisón al suelo, empujó a Peter, que cayó de espaldas sobre el colchón cuan largo era, y se encaramó a horcajadas sobre él.

Si su tiempo juntos iba a ser breve, se aseguraría de dejar en él una huella imborrable, que lo hiciera incapaz de desear a ninguna otra mujer.

Como si fuera un instrumento musical, Lali interpretó con él, mediante besos y caricias, una complicada sinfonía. Sus dedos y sus labios tocaron amorosamente cada punto sensible, arrancando de él las más dulces notas. Peter se dejó arrastrar por esa música, asombrado de ver cómo la tímida Lali se convertía en una mujer salvaje.

Tendría que dejar su promesa de ir despacio para otra ocasión, se dijo rindiéndose a ella y dándole todo lo que le pedía y aún más. Cuando Lali descendió sobre él, admitiéndolo dentro de sí, se escuchó jadear su nombre, mientras sus manos tomaban posesión de esos senos suaves como el satén, y los succionó afanoso después.

Lali comenzó a cabalgar sobre él, repitiendo sin aliento su nombre, una y otra vez, extasiada con los espasmos de placer que estaban sacudiéndola por dentro.

—Oh, Dios, creo que voy a explotar...—murmuró Peter con los dientes apretados, como si lo llenara de frustración no poder alargar el momento antes de satisfacer su necesidad.

En cuestión de segundos llegaron a los últimos acordes de aquella magistral pieza que estaban componiendo juntos, y terminó con una explosión inigualable de placer que los dejó temblorosos.

Jadeante, Peter alzó el rostro, y vio reflejada en los ojos de Lali la misma intensa satisfacción que lo había inundado a él.

Momentos después, mientras yacían el uno en brazos del otro, Peter recordó, al sentir el bombeo de la sangre en sus oídos, que era un hombre de carne y hueso con necesidades, y se dijo que había sido un error cerrarse a la vida desde su divorcio. El que Sheila le hubiese hecho daño no significaba que todas las mujeres fuesen como ella. No tenía por qué castigarse a sí mismo por haberse dejado engañar; tenía tanto derecho como cualquiera a querer ser feliz, a querer ser amado...

¿Amado? Aquella palabra que había surgido de pronto en su mente hizo que el corazón diera un brinco en su pecho ante la idea de tener el amor de Lali. ¿Podría llegar algún día a querer algo más que una simple relación física con él? ¿Podría tal vez llegar a compartir sus sueños? Sólo había una cosa de la que estaba seguro: sería un idiota si dejara escapar a una mujer así.


"NIÑERA" TERMINADOWhere stories live. Discover now