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Según parecía, Peter se había equivocado al creer, como le había dicho, que había destruido aquella instantánea y que no podrían publicarla. Por el ángulo, algún otro paparazzi más listo debía haberse ocultado en las ramas de uno de los árboles para tomarla.

El texto que acompañaba a la foto era tan sensacionalista como las demás mentiras y exageraciones que contenía el «reportaje»... por llamarlo de alguna manera. Se insinuaba que Peter había contratado a una niñera para que cuidara de su hijo «emocionalmente inestable», y que, por su inexperiencia... ¿cómo podían haberse enterado de eso?! parecía haberla escogido más por sus encantos femeninos, que por estar debidamente cualificada para cuidar del niño.

Lali sintió que las mejillas le ardían de ira y de vergüenza, y cuando levantó la cabeza se encontró con que todos los clientes volvían de pronto la vista a sus platos.

Lali habría querido poder ignorarlos, decirse que no le importaba lo que pensara la gente, pero no era cierto.

Creía que con las duras lecciones que le había dado la vida se había vuelto más fuerte, pero estaba equivocada. Seguía siendo demasiado sensible; era demasiado fácil herirla. Esforzándose por respirar con calma, se dirigió a la barra y pagó lo que habían pedido y también la revista, ignorando la insistente mirada de la adolescente que estaba en la caja.

Regresó a la mesa y se sentó, entrelazando las manos por debajo del mantel para que el niño no viera cómo le temblaban. Fueran imaginaciones suyas o no, tenía la desagradable sensación de que de nuevo todo el mundo estaba mirándola y hablando de ella.

Cuando Josef la humilló públicamente, apareciendo con otra mujer en la fiesta en la que se suponía que iban a anunciar su compromiso, optó por alejarse de él, renunciando a su carrera musical, para iniciar una nueva vida y descubrir a la verdadera Lali lejos del influjo de sus padres. Hasta hacía menos de una hora había creído que estaba empezando por fin a ver luz al final del túnel, que la confianza que estaba adquiriendo en sí misma la ayudaría a modelar su futuro como quisiese... Por desgracia no sabía cómo podría superar las crueles insinuaciones que se habían escrito sobre ella en aquella revista que se publicaba en todo el país. Sus padres, a los que ya había decepcionado, no querrían volver a saber nada de ella después de aquello. Tampoco era que le importara, pero no podía soportar la idea de cómo la criticarían, dando crédito sin duda a esas falsedades.

¿Y qué pasaría con Dylan? Lali sabía lo crueles que podían ser los niños. Además, aquellos rumores podían llegar a oídos de su madre. No quería ni pensar que pudiera llegar a usarlos para exigir a un tribunal la custodia única de Dylan y robarle a Peter al hijo que tantísimo quería.

Enamorarse de Peter había sido un error, un terrible error. Sin embargo, ¿cómo podría haber imaginado que la prensa utilizaría un beso para magnificar el asunto y vilipendiarlos.

Dylan apartó el plato de sí, con buena parte del brownie aún en él, rodeado de una mezcla de nata, helado derretido y chocolate líquido, y se limpió la boca con la mano, indicando que estaba listo para irse.

Lali tuvo que tragar saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta antes de preguntarle:

—¿Has acabado?

El chiquillo asintió con la cabeza, perplejo por las lágrimas que brillaban en los ojos de su niñera, y se dejó hacer pacientemente mientras Lali mojaba la punta de una servilleta de papel en el vaso de agua y le limpiaba los churretes de la cara y la mano.

—Yo también he tenido bastante —murmuró.

Se levantó de la mesa y el niño se puso también en pie. Lali lo tomó de la mano y se dirigió con él a la salida, fingiendo no oír lo que un viejo le decía al hombre que estaba sentado con él, dándole un codazo, cuando pasaron a su lado:

"NIÑERA" TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora