32-33

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Los días que siguieron fueron los más felices que Lali recordaba haber vivido. Empezar y acabar cada jornada en los brazos del hombre al que amaba era lo más parecido al paraíso que podía imaginar. Y entre medias, las horas pasaban volando.

Había empezado a tararear mientras hacía las tareas de la casa, y cada día Peter la sorprendía regresando a la casa con un colorido ramo de flores silvestres.

Dylan pareció contagiarse de la felicidad de ambos, y aunque seguía negándose a hablar, las sonrisas acudían con más frecuencia a sus labios, y las sencillas melodías que componía reflejaban la alegría que flotaba en cada habitación de la casa, una casa entre cuyas paredes, hasta hacía sólo un mes, habían reverberado los tristes ecos del pasado.

Al ayudar a Dylan a expresarse mediante la música, Lali empezó a sentirse atraída otra vez por el piano, como le había ocurrido de niña. Dejó de verlo como algo que la había tenido esclavizada durante años, y redescubrió su amor por la música a través del sensible chiquillo.

Observando sus deditos moverse sobre las teclas de marfil, Lali había comprendido que, igual que el amor, cuando se da libremente y se acepta sin condiciones, el talento que compartían era ciertamente un don.

Al entrar en casa aquella tarde, Peter se detuvo a escuchar el sonido del piano mientras se limpiaba las manos manchadas de tierra en las perneras del pantalón Vaquero. Fue hasta el salón sin hacer ruido, y se quedó de pie en el umbral, admirando la hermosa escena que tenía ante sí.

La suave luz del atardecer entraba por la ventana, iluminando el cabello de Lali, que, sentada al piano, estaba tocando una bella y tranquila melodía con Dylan apoyado tiernamente en su costado.

Peter habría querido tener la habilidad de un artista para plasmar aquella imagen en un lienzo, pero no la tenía. Su único don era la facilidad que tenía para domar caballos, adiestrarlos, y montarlos.

Se consideraba afortunado por el hecho de que sus padres nunca le hubieran quitado la ilusión de establecer un día un rancho, de que no lo hubieran considerado un mero capricho.

El haberlo conseguido era su mayor orgullo. Se había ganado el respeto de sus vecinos, y se había forjado una buena reputación entre los criadores de caballos de todo el país.

Cualquiera que lo viese trabajando con aquellos nobles animales no podía menos de impresionarse de la facilidad con que se comunicaba con ellos, y cómo conseguía calmar incluso a los más nerviosos con caricias y palabras susurradas en su oído.

Lali le recordaba a una yegua que le habían llevado hacía un par de semanas. Tenía buen carácter, pero era recelosa y no era fácil ganarse su confianza. La pieza que estaba tocando llegó a su fin, pero su corazón siguió latiendo igual de rápido.

¿Sería posible, se preguntó, que no tuviera que enfrentarse al resto de su vida solo, fingiendo ser más fuerte de lo que realmente era? ¿Podrían aflorar a sus labios las palabras «te quiero», con la misma facilidad con que afloraban a su corazón cada vez que veía a Lali?

CAPÍTULO 33

Palabras era lo que le faltaban a su hijo, pero parecía que la música estaba ayudándole a expresar su rabia y su dolor, y a curar su corazón herido.

Peter recordaba haber leído en algún sitio acerca de esas propiedades curativas de la música, de cómo se utilizaba como terapia incluso con perdonas con una discapacidad cognitiva.

Su propia discapacidad, sin embargo, era emocional, y temía acabar arruinándolo todo si sucumbía a la melodía que sus sentimientos por Lali habían creado en su corazón.

Observó en silencio a la joven rodear los hombros de Dylan con un brazo y apretarlo contra sí, apoyando su cabeza en la de él, y experimentó una sensación de dicha que nunca antes había conocido.

Quería pedirle a Lali que se casara con él, pero ella nunca le había sugerido la posibilidad de que su relación pasara a algo más serio. Quizá para ella el matrimonio equivaliera a tener que renunciar a sus sueños.

Lo cierto era que no le había confiado demasiado acerca de su pasado, pero no hacía falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que alguien le había hecho mucho daño, y tenía miedo de volver a arriesgar su corazón. De hecho, tenía la sensación de que estaba con un pie en el umbral de su casa, y otro fuera, como preparada para salir corriendo en cualquier momento si se sentía presionada, y lo último que él quería era provocar en ella ese sentimiento.

Además, Dylan ya había sufrido bastante al ser abandonado por su madre como para perder a la única otra mujer a la que había llegado a querer como a su madre, y en la que había llegado a confiar plenamente.

Tampoco creía que él pudiera soportar perderla, igual que no podría vivir sin aire. No sabría decir cuál había sido el momento exacto en que se había enamorado de ella; únicamente sabía que la quería con toda su alma.

Claro que, aun en el caso de que tuviera el valor de lanzarse, y pedirle que se casase con él, no podía saber cómo se sentiría Lali respecto a la responsabilidad de ser madre... y a renunciar quizá a sus sueños, a esos sueños que desconocía.

Sin que pudiera evitarlo, regresó a su mente para atormentarlo el recuerdo de algo que Sheila, en un tono burlón, le había dicho en una de las discusiones que habían tenido antes de divorciarse:

«¿Qué mujer en sus cabales querría desperdiciar su vida pudriéndose en un lugar perdido de la mano de Dios, y al lado de un hombre tan estúpido como para no utilizar la influencia de su familia para rodearse de lujos y no tener que trabajar?».

«Utilizar la influencia de su familia»... Ella sabía bastante de utilizar a la gente. No había tenido el menor reparo en utilizar su embarazo para llevarlo al altar.

Tampoco había tardado mucho en anunciarle que quería el divorcio cuando se convenció de que no lograría hacer de él como quería un parásito dispuesto a vivir de las rentas de su familia.

¿Por qué iba a ser Lali distinta de Sheila? Al fin y al cabo también era una mujer, y una mujer joven, guapa, y con talento además. Probablemente era sólo cuestión de tiempo antes de que se cansase del aislamiento de aquello.

Quizá fuera mejor que su relación siguiera como hasta entonces, sin un contrato de por medio que lo pusiera en peligro de ser utilizado de nuevo.


"NIÑERA" TERMINADOWhere stories live. Discover now