28-29

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Sentada al borde de la cama de su hijo y vestida con un sencillo camisón, Lali parecía su ángel de la guarda. La luz de la luna que entraba por la ventana daba relieve a las suaves curvas de su cuerpo, y revelaba la forma y el tamaño de sus perfectos senos.

Bajo la mirada de Peter los pezones se irguieron, marcándose a través del fino algodón de la prenda, y él notó que su miembro se endurecía de excitación.

En su vida había visto nada más sexy que aquel recatado camisón, y ninguna mujer le había parecido tan atractiva.

Las mejillas de Lali se riñeron de rubor cuando Peter se acercó a la cama y se sentó al otro lado del niño.

—Vamos, vamos... —le dijo a su hijo en un susurro, acariciándole el cabello—. No pasa nada, papá está aquí. Ha sido un mal sueño nada más.

Sin embargo, a pesar de su tono tranquilizador, Peter estaba preocupado. Aquella era la primera pesadilla que Dylan había tenido desde la llegada de Lali y, a pesar de sus esfuerzos porque no acusara su ausencia, era obvio que el pequeño seguía echando de menos a su madre. Cuando lo tomó por la cintura, el chiquillo se desenganchó a regañadientes del cuello de Lali y permitió que volviera a arroparlo, pero inmediatamente acurrucó la cabeza en el regazo de su niñera.

Peter extendió una mano para apartar un mechón de la frente empapada de su hijo, y su mano se rozó con la de Lali, que había tenido la misma intención. Sus ojos se encontraron, y Lali volvió a ruborizarse antes de apartar la vista.

Juntos empezaron a prodigarle caricias y palabras de cariño a Dylan, y Lali se puso a canturrearle suavemente. Observándola y observando el efecto calmante que tenía en su hijo, Peter no pudo evitar que su preocupación aumentara. Desde el primer día había tenido la esperanza de que aquello ocurriera, que Lali fuera capaz de darle a Dylan lo que echaba en falta: el cariño de una madre, pero no quería ni imaginar lo muchísimo que podría sufrir su hijo si un día los dejaba.

Con tan amoroso trato por parte de ambos, Dylan se volvió a dormir casi enseguida. Lali le subió la sábana y la mantita hasta la barbilla mientras Peter se dirigía de puntillas hacia la puerta. La sostuvo abierta para ella, y cuando Lali hubo salido también, cerró suavemente antes de alzarla en volandas.

Lali se sorprendió, pero no protestó, y tampoco dijo nada cuando vio que Peter la llevaba a su dormitorio, y no al de ella. Aquello era lo que había ansiado desde el día de su llegada, y de pronto tenía la sensación de que hubieran estado predestinados los dos para ese momento.

Entrelazando los dedos detrás de la nuca de Peter, Lali se agarró a él con fuerza, y enterró el rostro en el hueco de su hombro.

Sin poder resistirse, la joven lo besó en el cuello y lamió su piel justo sobre la marca húmeda que habían dejado sus labios. Un gemido salvaje resonó dentro de la garganta de Peter, y Lali se estremeció.

Cruzaron el umbral, y Peter depositó a Lali sobre su cama, la misma cama que ella hacía cada mañana. La sábana y el edredón estaban medio colgando por el lado derecho, porque en sus prisas por llegar al dormitorio de su hijo las había apartado con impaciencia, pero la funda que cubría el colchón todavía guardaba el calor de su cuerpo.

Lali levantó la cabeza y se echó el cabello hacia atrás, desparramándolo sobre la almohada que en secreto apretaba contra su corazón cada mañana antes de volver a colocarla.

Peter encendió una lámpara de pie que había en un rincón, y una suave luz inundó la habitación. Se dirigió después a los pies de la cama, y se quedó allí de pie, devorando a Lali con la mirada. La joven se retorció nerviosa bajo aquel ardiente escrutinio, pero también llena de deseo.

"NIÑERA" TERMINADOWhere stories live. Discover now