Amor y derrota

17 1 0
                                    

Amor y derrota

El sol vislumbró sobre la montaña alejada que se veía desde allí.
Mientras Tessa hacía figuras con sus manos, las cuales, se movían animadas haciendo sombras sobre la espalda de Roger, éste se sumía en un profundo sueño.

—Buenos días.

Ella ladeó la cabeza para mirar a Roger despertar.

—Buenos días dormilón.

—¿Qué tal la noche?

Ella se ruborizó al recordar lo ocurrido horas atrás, y la opción de intentar eso de nuevo le parecía bastante tentadora.

—Normal— murmuró seria jugándole una broma—Nada del otro mundo ¿Y tú?

—¿Normal? ¿A caso alguna vez te habías sentido así?

Ella miró su rostro que parecía más angustiado que de costumbre.
Pero, decidió no aclarar el punto y levantarse de la cama.

—¿A caso tú...?

—¡Por supuesto que no! Haz sido el primero, boludo.

—Más te vale.

—Igual ni tan bueno estuvo— prosiguió en su afán por hacerlo molestar.

—Ah..¿si?

Roger la tomó por la cintura atrayéndola hacia él.

—¿Te arrepientes?— preguntó despuēs de un momento de silencio.

—¡No! Es solo que estamos algo jovencitos ¿No crees?.

La verdad era que sí, ambos tenían 16 años, pudieron haber esperado un poco.

—Pero, nos amamos, y si dejé que pasara no fué porque no pudiése frenar mis hormonas, sino porque fué como la base de un pacto sagrado—susurró junto a su oído—Nuestro juramento de amor es para siempre, es eso lo que quiero contigo.

Tessa sonrió melancolica.

—No hay un para siempre.

—Sí que lo hay— insistió.

—¡Qué no!— se giró sobre sus talones para encararlo—Es hora de que lo aceptes Roger, tú me hiciste ver el mundo distinto pero, eso no significa que me cegué ante la realidad, y esa es que por más que queramos no hay un felices por siempre.

Él la miró temeroso y, besó con ternura sus labios.

—No quiero perderte.

—No me perderás...—Miró que él lloraba—Amor..no..yo lo siento pero, no quiero que te vuelvas un "simple mortal"—Sonrió con pesar al recordar sus palabras..

—Tes...Te amo.

—Yo más—susurró a su oido, abrazandolo con fuerza—Y ya vamos a comer que nos estamos poniendo muy sentimentales.

Ambos rieron ante sus palabras y, culminaron su muestra de afecto para desayunar.

—Yo sirvo las tostadas.

Roger asintió riendo mientras servía el jugo de naranja.

—Ya puse la mesa y, serví el jugo.

—¿Quieres café?— preguntó desde la cocina.

—No gracias— contestó tomando su celular el cual no paraba de sonar.

—¿Frutas?— ofreció Tessa—¿Roger?



Él caminó a paso lento hacia la cocina, y con el celular en la mano se quedó mirandola.
Necesitaba que ella leyera su mente pues, él simplemente no tenía el valor de hacerlo.



—Cariño ¿Qué pasa?

—E-es..Y-yill.






A Tessa se le fué el mundo.
Dejó caer el plato que sostenía con tostadas y, sus alas desaparecieron sustituyéndose por un terrible miedo a volar.



TESSAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum