29. Atrapados sin salida

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Adèle cogió la pelota, se despidieron de sus compañeros y reanudaron la marcha. Fabrizzio la protegería en caso de necesitarlo mientras ella conservaba la pelota. En el peor de los casos, ella escaparía mientras él entretenía al enemigo.

- Podríamos salir de la ciudad. Si conseguimos llegar lejos, tal vez no nos alcancen y consigamos ganar - le sugirió Adèle.

Fabrizzio meditó sus palabras para desmentir el sentimiento de esperanza que había disfrazado en ellas.

- Dudo que podamos salir de esta ciudad. Ya lo habrán pensado y se habrán anticipado. Seguro que han cortado todas las salidas.

Adèle pensó en esa opción y descartó la idea de aventurarse hacia las afueras alejándose así de sus compañeros, con la posibilidad de verse envuelta en una emboscada.

Aun así, se  encaminaron hacia el cauce del río. Si encontraban algún bloqueo, escaparían a través de su cauce seco, entre escombros y matorrales.


Victoria y Jake se adentraron en la tienda, buscando una salida trasera que no existía. Se escondieron en una habitación llena de maniquíes cuando escucharon el sonido de varios hombres accediendo en la tienda.

Jake colocó su dedo índice sobre los labios para pedir silencio a su compañera. Agudizó el oído e intentó imaginar la posición del enemigo. Agarró la katana con firmeza, dispuesto a usarla en cuanto alguien entrase en su pequeño espacio.

«No me han enseñado a matar» pensó Victoria observando a su compañero, que estaba dispuesto a no dejar títere con cabeza.

Debía sacar esa idea de su cabeza si quería ayudar a sus compañeros. De lo contrario, todos morirían a su alrededor.

Pasos ligeros se escuchaban en la tienda. Alguien tiró algo al suelo que se rompió en pedazos generando un gran estruendo que hizo sobresaltar a Victoria quién tenía el corazón en la boca.

- Jake, ¿dónde estáis? - se escuchó a través del auricular.

Él lo cubrió con su mano para evitar el menor ruido posible que delatara su posición.

- ¡Look there! - escucharon como alguien ordenaba que registrasen la habitación donde ellos estaban escondidos.

Alzó el arma mientras dedicaba a su compañera una mirada de aviso en la oscuridad. Ella apretó los puños con fuerza.

Los pasos se escuchaban cada vez más cerca. El pomo de la puerta giró lentamente y la puerta se abrió de golpe de una patada. Ellos mantuvieron su posición mientras observaban a su enemigo adentrarse en la penumbra.

Lentamente, un hombre corpulento armado con una escopeta, se abrió paso entre los maniquíes sin vida. Jake y Victoria permanecieron inmóviles, conteniendo la respiración. Un segundo hombre entró tras él. Jake hizo un pequeño gesto con las cejas inclinando levemente la cabeza, señalando a Victoria cuál debía ser su objetivo mientras él se encargaba del otro.

Esperaron el tiempo necesario hasta tener al enemigo cerca. Estos no se percataron de la presencia de ellos escondidos entre las figuras desnudas.

Fue rápido. Jake cortó la mano de su adversario desarmándolo, mientras que Victoria golpeó en la nuca al otro, le agarró del brazo que retorció y le hizo girar sobre si mismo con el arma apuntando a sus pies. Éste disparó y se hirió.

La detonación y los gritos de aquellos hombres advirtieron del peligro y pronto acudirían el resto del grupo. Jake agarró rápidamente el arma que había en el suelo y disparó sin pensar hacia la puerta al ver la sombra del primer hombre que intentó entrar a por ellos. Éste se desplomó en el acto.

Ella golpeó a su enemigo en las costillas y le arrebató el arma de las manos. Con la culata del arma golpeó ferozmente al hombre en el rostro y éste cayó al suelo inconsciente. Apuntó hacia la puerta a la espera de un nuevo enemigo, pero no entró nadie.

«Quedan dos» pensó haciendo un rápido recuento.

La idea era salir y enfrentarse cara a cara a los dos enemigos restantes, pero ya no había factor sorpresa y seguro que estaban esperando a que lo hiciesen, por lo que pensaron en mantener su posición.

No se escuchó nada por un tiempo. Un breve susurro , quizás, al otro lado de la puerta.

Estaban acorralados.

Puede que hubiesen dado el aviso y estuviesen esperando más compañeros.

Atrapados y sin salida.


Jan y Carol ascendieron a una segunda planta a través de unas escaleras mecánicas desconectadas. Una vez allí tuvieron la visión de un amplio corredor lleno de escaparates desvalijados. Cualquiera de ellos podía ser un buen escondite.

- ¿Dónde te apetece comprar primero? - le preguntó con aire irónico.

- Podemos ir a la tienda de animales a comprarte un bozal - le contestó ella con una sonrisa en la cara.

Un par de carcajadas se escucharon a través de los intercomunicadores. Él se sintió dolido, debería haber cambiado de canal y tener una conversación más privada.

- Desearás haberlo comprado cuando me lance a comerte los labios - le susurró tapando el micrófono y evitar ser escuchado.

Le dedicó un guiño y se aventuró en la segunda planta de aquel centro comercial.

Ella dibujó una leve sonrisa en la comisura de sus labios. Quizás por dentro estaba deseando que eso ocurriese. Quién sabe si volvería a estar con un chico otra vez.

Siguió sus pasos y pronto tuvo que parar cuando Jan se detuvo al percibir un extraño sonido.

Volvió su rostro y buscó por los alrededores.

- Pshhh - hizo suavemente con sus labios para pedirle que hiciese el menor ruido posible. - No estamos solos.

⚽DEAD BALL SPORT [Terminada]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora