34. Flechas del destino

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Victoria mantuvo el metal con sus manos estudiando su reflejo. Por un momento la imagen cambió por un recuerdo. El tatuaje de la cara se volvió de un rojo intenso. Le recordó la sangre que manchaba su piel.

El dolor atravesó su corazón de manera fugaz.

No le había olvidado.

Su ausencia aun se respiraba en el aire.

Le había fallado a la persona que más quería en el mundo. Pero era el momento de enmendar su error.

Victoria se asomó con mucho cuidado a la calle y buscó al primer tirador. Lentamente movió el metal hacia un lugar con luz para poder jugar con su haz. Un destello apareció en la fachada del edificio y ella lo condijo hasta el enemigo. Este se llevó las manos a la cara cegado por la luz reflejada en el metal.

Salió cuidadosamente de su escondite pegada a la pared, buscando un segundo tirador. Hizo lo mismo y eso le sirvió para abrirse paso hasta la chica con el arco.

Maldijo a su compañero por haberla abandonado. A partir de ahora jugaría ella sola. No confiaría en nadie de su equipo.

«Nunca bajes la guardia» escuchó la voz de Diego en su subconsciente.

Palabras que alguna vez le sirvieron de consejo ahora pesaban en su corazón.

Si no hubiese bajado la guardia al terminar el evento contra Asia, Diego quizás estaría acompañándola en este último partido.

Al moverse entre los escombros, coches, fachadas de edificios, debía tener cuidado de no alertar a los enemigos, evitando ser vista, cegando al contrario y cambiando de posición sin ser descubierta.

Unos metros más y llegaría hasta la chica con el arco.

Pero fue ella misma quien sorprendió a Victoria, con su melena rubia al viento y una flecha tensada en su arco.

El estar concentrada en los tiradores de los edificios había hecho que Victoria bajase la guardia ante la chica, que había cambiado de posición y se había acercado lo suficiente como para sorprenderla.Por segunda vez había bajado la guardia.

Se resignó. Al fin y al cabo no merecía vivir.


Jan pasó un brazo tras la espalda de Adèle y la agarró por los hombros.

Es increíble lo rápido que te has movido —la felicitó.

Ella rió nerviosa ante la gratitud de su amigo.

Pero su sonrisa se esfumó rápidamente al ver al enemigo entrar a través de la puerta que daba a las escaleras.

Jan sabía que había sido un fallo por su parte al no contar a los enemigos que habían derribado sabiendo que el grupo que les perseguía era más numeroso que los cuerpos que podía contar en tierra.

Pero la satisfacción de haber reducido al grupo y tener más posibilidades de sobrevivir activaban la adrenalina del chico.

Baja y reúnete con Fabrizzio —le pidió a su amiga —. Eres su compañera después de todo.

Ella frunció el ceño en desacuerdo insinuando que ella quería quedarse con él.

Jan observó los brazos del enemigo, con las mangas rasgadas hasta los hombros, músculos bien marcados a lo largo de las extremidades, y unos guantes de boxeo cubriendo las manos.

Tranquila, pronto me reuniré con vosotros —la tranquilizó dirigiéndola hacia la puerta.

Ten mucho cuidado —le sugirió mostrando una tierna mirada —. Parece muy fuerte.

Jan rió ante el comentario de su amiga.

No te preocupes. Aun no he encontrado a nadie que esté a mi altura.

Jan hizo un gesto con la mano retando al enemigo a un combate individual, señalándole a él y luego a sí mismo.

Richard, el boxeador que había interrumpido su momento de tranquilidad, giró por la azotea dejando libre la puerta, aceptando así el reto de Jan de enfrentarse juntos. 

Lleva cuidado, preciosa. Quizás aun quede alguien en el edificio —le sugirió —. Vamos. No hagas esperar a Fabrizzio.

Adèle dudó ante la idea de abandonar a su compañero, pero su actitud transmitía seguridad en sí mismo y eso la convenció de que podría manejar la situación él solo.

Le brindó un tierno beso en la mejilla y luego se marchó sonriendo.

Nos vemos después, guapetón.

Un cosquilleo nació en el interior del pecho de Jan a recibir semejante regalo.

Dalo por hecho, preciosa — respondió ofreciéndole un guiño mientras se llevaba incrédulo la mano a la mejilla.

La adrenalina se disparó como una mecha encendida que llega a su fin y explota dentro de su pecho.

Aún no había abandonado la azotea y ya tenía ganas de reunirse con ella.

Vamos campeón —dijo a su adversario colocándose en posición de ataque —. No me hagas perder más tiempo. Tengo una cita a la que acudir —deseó que esa última frase llegase a oídos de Adèle a través del intercomunicador mostrándole así sus ganas de volver a verla.


Cris, con la ayuda de sus compañeros, fue en busca de Lena que había sido atrapada por Drew.

La sensación de fracaso al no haber podido defender a su compañera le dolía incluso más que cualquier hueso roto que tuviese en el cuerpo.

Lentamente y con dificultad, siguieron el camino por donde vieron irse al grupo, esperando dar con ellos en un momento u otro.

De cualquier forma, ya sería un milagro que la encontrasen con vida. ¿Por qué iban a querer retenerla?

Debía darse prisa si aun quería salvarla.

Deberíamos ir por otro lado —sugirió uno de los que habían salvado a Cris —. No sabemos si sigue con vida.

Cris no respondió, mordiéndose el labio inferior para ocultar su dolor.

Deberíamos seguir con el plan —añadió otro.

Cada vida es demasiado valiosa en nuestro equipo —habló por fin mientras era arrastrado por sus compañeros —. El reloj no ha anunciado ninguna muerte, por lo que todo indica que sigue viva.

Los chicos comprendieron el significado de sus palabras.

Sólo llevadme hasta ella y después podéis seguir con el plan, pero yo necesito ayudar a mi compañera.

No hubo más conversación.


Victoria pudo defenderse con el objeto metálico, pero se sintió derrotada, por lo que extendió los brazos ofreciendo una amplia visión de su pecho donde poder recibir el impacto.

La flecha sería bienvenida a su corazón, acabando con cualquier sufrimiento.

Miró fijamente a los ojos azules de Emma, quien pudo leer la ausencia de miedo escrito en su mirada.

Tensó un poco más la cuerda de su arco para asegurarse que la flecha acababa con su vida como ella demandaba.

Y justo cuando Victoria creyó que por fin se reuniría con su querido Diego, un objeto punzante atravesó el pecho de Emma. Alguien había clavado una de sus flechas desde la espalda, aprovechando su distracción.

Cuando el cuerpo sin vida de la muchacha calló al suelo, Victoria pudo ver una silueta. Por un momento pensó que era la imagen de Diego que había venido a salvarle, pero pronto ese sueño se esfumó y apareció la cara de su compañero Jake.

No hace falta que me des las gracias —le dijo observando la decepción en su rostro, sabiendo que jamás lo haría.

⚽DEAD BALL SPORT [Terminada]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora