Mi Primera Maravilla ©

Prólogo

Cierro los ojos cuando suaves susurros caen entre mi oreja y el hueco de mi cuello. Susurros que piden que me calme. Sigo temblando y sollozando débilmente entre sus brazos, esos que tantas veces me han abrazado. Estamos sentados en suelo, yo en medio de sus piernas. Me dice que está conmigo, que no se va a ir a ninguna parte. Que sólo tengo que cerrar los ojos y recordar la vez que me prometió que nunca dejaría que nada ni nadie me hiciera daño. Yo tenía seis años y él nueve y a pesar de que tan sólo éramos unos críos, él nunca rompió su promesa. Recuerdo ese día como si fuera ayer y sé que él también.

- No llores más, estoy aquí y el monstruo no se volverá a acercar a ti.

  - Pero en algún momento, cuando tú no estés cerca, va a volver y va a decirme todas esas cosas feas que no quiero escuchar- digo hipando llena de lágrimas y mocos.

  - No lo hará, lo prometo.

  - ¿Cómo lo sabes?

  - Esta vez creo que le he roto la nariz, me tiene miedo ahora así que... - dice tan tranquilo encogiendo los hombros.

  - ¿Seguro que no eres el hijo secreto de Superman o algo así?

Él se ríe mientras me abraza y acaricia mi pelo.

  - No pero soy tu mejor amigo, ¿es suficiente para ti?

  - Más que suficiente- digo contra su pecho.

  - Bien porque voy a hacerte una promesa, ¿vale?- rompemos el abrazo y asintiendo enérgicamente miro con atención a mi mejor amigo.

  - Te prometo que a partir de hoy no voy a dejar que nada ni nadie te haga daño. Y en caso de que eso pase yo voy a estar ahí para solucionar lo que sea que te esté lastimando.

  - ¿Pero siempre?

  - Siempre.

  - ¿De verdad?

   - De verdad- sonríe poniendo los ojos en blanco-  Y ahora pequeña desconfiada escupe en la palma de tu mano para cerrar la promesa.

Y durante todos estos años la cumplió. Y por eso ahora siento que como si me arrancaran el alma. Como si estuviera vacía. Porque me da pánico perder a la única persona que supo verme cuando nadie más lo hizo.