Capítulo 7

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KAYDEN

Ayer, cuando May se alejó de mí impidiendo que le tocara el brazo para luego salir por la puerta e ignorarme el resto de la noche, volví a sentir ese sentimiento que tanto había deseado no sentir jamás. Hablo del rechazo. Durante muchos años tuve que soportar vivir diariamente con el pero ahora sé que no tiene ni punto de comparación a lo que sentí cuando ella se apartó. Esa sensación no abandonó mi interior hasta que la tuve de nuevo en mis brazos. No podría soportar verla alejarse de mí, no ella, eso me acabaría de romper. Me acojonaba pensar en la posibilidad de que no me perdonara y lo cierto es que no me merecía su perdón tan fácilmente como me lo dio.

Saber que me ha perdonado me permitió respirar con calma otra vez, una parte de mí creía que no lo haría y yo no sería nada sin May. Ella me complementa, me hace ser mejor. Ella fue, es y será mi único motivo para seguir adelante. Así que cuando hace un rato me miró con esos ojos castaños llenos de miedo y me confesó que mi reacción la había asustado porque le hizo pensar que me estaba apartando de ella la comprendí perfectamente. Yo vivo con ese miedo cada día de mi vida pensando que un día me alejará de su lado. Odiaba saber que por culpa de mi comportamiento se sintió de ese modo pero seamos honestos, si alguno de los dos tiene el poder de destrozar al otro esa definitivamente es ella porque yo nunca podría dejar de quererla.

Estamos tumbados en el sofá con la tele puesta de fondo aunque apostaría lo que sea y no lo perdería si digo que ninguno de los dos le estamos prestando la más mínima atención. May está acostada enfrente a mí con las piernas sobre las mías.

La pantalla de mi móvil, que está en silencio encima de la mesa, se ilumina y maldigo por dentro cuando veo el número. El puto difunto de los cojones lleva unos cuantos días llamándome. Eso junto a todo lo demás hace que mis nervios se apoderen de mi y se transformen en ansiedad, no tengo ni puta idea de cómo lidiar con todo esto. Agarro el teléfono, lo apago y lanzo al otro sofá.

De repente May se mueve para recolocarse y me olvido de todo lo anterior disfrutando de su sensación. Me quedo completamente estático cuando gatea pasando por encima de mí y se acuesta boca abajo apoyando la cabeza en mi muslo, a la altura de la ingle. Me está mirando fijamente y el esfuerzo que estoy haciendo en este momento para no mandar mi autocontrol a tomar por culo es de otro mundo. Antes, en la cocina, no sé de dónde coño saqué la fuerza para no acabar comiéndole esa boquita suya tan suave y perfecta con la que llevo años soñando probar.

May sigue observándome con esa inocencia tan característica de ella y mis ojos se deleitan con sus pecas que al no estar cubiertas por el maquillaje son mucho más visibles. Joder, me muero por mordisquearle la mejilla, es jodidamente preciosa. La voz de May me saca de mi ensoñación cuando comienza a hablar.

           —Has vuelto a fumar— dice en un tono suave.

Yo sabía que tarde o temprano sacaría el tema y debí de suponer que después de estar horas encerrado en ese maldito sótano apestaba a todo tipo de sustancias. No sé qué decir ya que no era una pregunta, ella lo estaba afirmando y no había excusas posibles.

           —¿Por qué?— vuelve a hablar.

           —No lo sé, May...

Doy un suspiro y elevo la vista al techo pero cuando May comienza a acariciar mi muslo de manera distraída cierro mis ojos con fuerza y aprieto los dientes.

           —Kay, si te pasa algo puedes confiar en mí, lo sabes ¿verdad?— no puedo darle a esta conversación la seriedad que requiere teniéndola sobre mi a escasos centímetros de mis partes masculinas a pesar de que ella está hablando en serio.

Mi Primera Maravilla ©Where stories live. Discover now