Capítulo 25

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KAYDEN

En cuanto abro los ojos una sensación de desorientación y aturdimiento me envuelve. Siento el cuerpo pesado a pesar de que dormí de un tirón. ¿Y cómo no iba a hacerlo? Por lo que veo, he dormido toda la noche sobre el pecho desnudo de May y a ella parece no incomodarle porque sus brazos todavía me sostienen en un fuerte agarre mientras la sabana y la manta cubren el resto de mi cuerpo.

Me incorporo lentamente para evitar despertarla y me acomodo a su lado. Pongo el codo sobre la almohada y apoyo la cabeza en mi mano para observarla durante un rato. Duerme pacíficamente, su pausada respiración se cuela por la pequeña abertura entre sus labios ya que tiene la boca entreabierta.

Mi mirada inevitablemente se posa sobre su pecho descubierto y tiro por la sabana y la manta para cubrir su desnudez. No voy a negar que haberla visto llevando nada más que una de sus braguitas fue algo que disfruté pero no sólo en el sentido físico. Lo que pasó ayer fue algo más, necesitaba sentir su cuerpo contra el mío, su piel sobre la mía sin nada de por medio porque necesitaba sentirme vivo, cálido. Y sólo May puede hacerme sentir así.

Cuando me doy cuenta, mi dedo índice ya está acariciando su delicada y respingona nariz con suavidad, supongo que no puedo evitar tocarla cuando la tengo a escasos centímetros de mí.

Repaso las pequeñas pecas que se expanden hacia sus mejillas como si de una constelación se tratase para luego acariciar su pómulo hasta detenerme en la comisura de los labios rellenos y rosados más bonitos que he visto nunca. Mi corazón golpea con fuerza contra mi pecho cuando una de sus comisuras se alza de repente. Alejo mi dedo pensando que la he despertado pero ella se revuelve para acomodarse más cerca de mí y continua durmiendo.

Me parece increíble que incluso dormida reconozca mi tacto y eso hace que mi pecho duela todavía más.

Retiro unos rebeldes mechones que debido al movimiento están cubriendo parte de su rostro y no me permiten disfrutar de la belleza de mi ángel. Juego con el suave y ahora corto mechón de pelo entre mis dedos y su dulce aroma se cuela por mis fosas nasales nublando mi sentido.

Es tan bonita, tan preciosa.

Ojalá todo fuera distinto, ojalá el pasado no pesara tanto. Aunque quizás si todo hubiera ocurrido de otra manera hoy no estaríamos aquí. Quizás nunca la hubiera conocido.

Lo ocurrido esta noche es una de esas cosas que me van a perseguir toda la vida, otra más para la maldita lista. Hoy me sentí desbordado, impotente y eso me llevó a mostrarme débil frente a May. La maldita carta está en mi mente todo el puto día. Me aterra que en cualquier instante pueda llegar a tocar el timbre, no puedo apartar esa idea de mi cabeza. Y para remartar el día, el comportamiento de Alec lo empeoró todo. Sé que él es mejor opción para May que yo pero eso no significa que duela menos reconocerlo y además que el muy gilipollas se jacte de ello en mi puta cara me derrumbó.

Hacía años que no lloraba así, no desde aquella noche y hoy simplemente no podía más. Desearía que May no lo hubiera presenciado pero no se puede cambiar lo que ya está hecho así que tengo que sacar fuerzas de donde no las tengo y terminar con esto hoy mismo.

Por mucho que me duela tengo que hacerlo. Por ella, porque la quiero. Eso es lo que debo de tener en mente para no echarme atrás. Va a doler, será lo más doloroso que tendré que afrontar pero al fin y al cabo esto es mi culpa. Mi egoísmo nos ha llevado a este punto y cuánto más lo deje pasar peores serán las consecuencias.

Acaricio el pelo de May y bajo mi rostro hasta el de ella, beso su frente y descanso mi nariz contra ella inhalando su aroma una última vez. Deslizo mi nariz hacia abajo y la rozo suavemente contra la de ella para seguir el camino hasta llegar a sus labios. Doy un suspiro lastimero antes de besarlos dulce y despacio.

Mi Primera Maravilla ©Where stories live. Discover now