Capítulo 33

687 108 29
                                    



KAYDEN

Todo mi cuerpo está envuelto en una sensación de entumecimiento y dolor.  Me siento como si estuviera en una nube, en otra dimensión.

Una pequeña mano que está posada sobre la mía no deja de acariciar mis nudillos en ningún momento y lo cierto es que agradezco mucho la calidez y suavidad que desprende.

           —Tengo tantas ganas de escuchar tu voz, de ver esos ojos negros que tanto me gustan otra vez...

Ahí está esa dulce voz de nuevo, a pesar de que me resulta familiar no puedo identificar a la persona y me siento frustrado pero aún así no quiero que se vaya. Su tacto y su voz me relajan y de ese modo el no entender nada de lo que está sucediendo se hace más llevadero.

           —No te rindas ahora, Kay. Tienes que seguir luchando, por ti y por mí. Te necesito de vuelta, no sabes cuánto— dice en un susurro roto.

Es de locos cómo una voz de alguien a quién no logro reconocer me transmite tanta paz. No sé el tiempo que llevamos aquí, donde quiera que estemos, pero ella no se ha apartado de mi lado en lo que yo considero mucho tiempo.

A pesar de que no le de una respuesta ella sigue ahí, hablando y hablando, pidiendo que abra mis ojos. Diciendo lo mucho que extraña mi risa y que le devuelva las caricias.

           —Si me estás escuchando puedes darme un pequeño apretón en la mano. Uno pequeñito aunque sea.

Ha dicho eso unas cuantas veces creo recordar y realmente lo intento pero mi cuerpo pesa demasiado y no soy capaz.

           —¿Podrá oírnos?— pregunta una voz mucho más grave.

           —No lo sé pero imagina que puede y nadie le habla. Sería horrible escuchar voces pero a nadie dirigiéndose a ti directamente. No quiero que se sienta solo porque no lo está— suena atormentada y angustiada— ¿Verdad que no? Estamos todos aquí contigo.

Sé que esa última oración va dirigida a mí porque su tono cambia a uno más tenue cargado de cariño y además siento como alza mi mano entre la suya y a continuación unos suaves y delicados labios me besan en ella.

           —No te atormentes pensando lo peor. Han dicho que una vez que se retire la sedación no saben el tiempo exacto que puede tardar en despertar.

           —Lo sé, lo sé. Sólo que la espera es horrible, un día más aquí se asemeja a un año.

¿Aquí dónde? Joder, quiero abrir los ojos, quiero estirarme. Estoy cansado de estar en esta posición, me duele absolutamente todo y estoy harto de ese puto pitido que me está fulminando el tímpano cada maldito segundo.

           —Oye— dice la voz más grave—, ¿por qué no aprovechas y vas a comer algo? Prometo hablarle mientras no estés.

Ella permanece en silencio durante unos segundos.

           —Está bien. Pero volveré enseguida.

Me da un pequeño pero cariñoso apretón en la mano y sé que de repente la tengo muy cerca cuando un aroma dulzón se instala en el ambiente y a pesar de quiero hacerme con el algo me lo imposibilita. No tardo en sentir de nuevo la textura de esos carnosos labios  esta vez rozando mi frente antes de dejar un beso en ella y una caricia en mi pelo.

Su olor despierta miles de sensaciones en mí que no puedo identificar. Sólo sé que me resulta familiar. Muy familiar y presiento que tal vez podría ser adicto a el.

Reconozco el sonido de un puerta al cerrarse y un vacío se apodera de mí.

           —Bueno, nos quedamos solos Kay— dice la voz masculina a la vez que me da un apretón en el antebrazo—. Vamos campeón, tenemos una conversación que empezar. He hecho una promesa y tengo que cumplirla.

Mi Primera Maravilla ©Where stories live. Discover now