27. Noviembre 26, 2015.

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Noviembre 26, 2015.

Coen me ha preguntado: «¿qué escribes?» . «Cosas», ha sido mi respuesta. Me miró ofendido y se fue. Ahorita está por ahí, haciendo el vago. No sabía que podía ofenderse tan fácil.

     A Coen la gusta salir, a mí no. Digo, sí, pero no tanto. Ha salido un ratito esta tarde, pero sin mí. A mí me gusta salir cuando el sol quema lo suficiente como para marcarme la piel. Me gusta salir al mediodía. Los borrachos parecen dormir profundamente y respetan los horarios de las comidas. Los horarios de las comidas a la manera humana y no zombi, por supuesto, que si no yo sería el platillo principal. Bon Appétit. Ellos son más nocturnos. A veces. Creo que están en constante evolución, lo que resulta terrorífico. De todas formas, no es que hayan muchos allá afuera, pero igual. O a lo mejor están muertos todos. Ajá.

     Antes de que llegara Coen no les había prestado esta clase de atención. Sonámbulos. Borrachos. Ganado. Contagiados. ¿Será como en la ficción: mordidas, baba, sangre y rock'n roll? ¿Habían entrado a la casa de Carlos? Pero, ¿cuándo? ¿Por qué no me di cuenta? Digo, si fueron atacados, tendrían que haber gritado, peleado, o algo. Nadie se deja morder así por así, menos en estos tiempos. De todas formas, ¿qué tanto sé? ¿En serio el supuesto virus se propaga siguiendo el canon zombi literario (novelas, videojuegos, películas, tradición oral, etc.)?

     Coen me dijo: «los he visto morir». Claro, tiene su lógica. No parece que el proceso de descomposición se detenga. Imagino que los que pierden las funciones motoras primero son los que la tienen más difícil. Se le caen las piernas y las manos. Son como muñequitos lego (sus palabras no las mías). Se han de quedar sin mandíbulas por tanto masticar. Pero si están medio podridos, y completamente muertos, ¿por qué pierde los sesos cuando se trata de carne humana fresca? (Pun intended!)

     Tomando algunas representaciones del canon zombilístico, digamos, si sigo una que otra película la respuesta podría ser: reproducción. La propagación efectiva del virus garantiza una existencia más prolongada (bueno, si es que todo esto se debe a un vírus). Es un virus bien cabronazo que quiere hacerse del planeta tierra y para eso necesita dos cosas: eliminarnos a nosotros y mantenerse con vida. Logra ambas cosas con una simple mordida. Genio. ¿Cómo se mantiene vivo después de eso? Ni idea. Debería seguir mi propio consejo: ¡evoluciona o muere! Algo de esto ha de haber.

     Puede ser, como dicen otras fuentes ficticias (que no pienso citar, porque todo lo tengo revuelto en mi cabeza), que el virus reacciona en el cuerpo humano estimulando indefinidamente, y de manera totalmente desproporcionada, las necesidades primarias. Comer la más importante (que nunca he visto a un zombie cagar) y eso. Lo que explica por qué hasta los que tienen agujereado el estómago siguen buscando comida.

     O son simples muertos vivientes que odian a todos aquellos cuyo corazón todavía bombea con ganas. Los verdaderos muertos vivientes de ultratumba. Imagino que, independientemente de lo que sea, los paranoicos antivacunas han de estar cantando victoria entre tanta carne podrida.

     Lo que sea que los haga feliz, gente, pero algo me dice que la vacuna contra el sarampión no tiene que ver con esto; más bien todo lo contrario. ¡El apocalipsis zombi es culpa de los antivacunas! ¡Demonios! Y pensar que hubo un tiempo en que uno sólo se reía de ellos y los miraba de larguito.

     Creo que si esto llega a pasar, y si yo sobrevivo a pesar de mi cada vez más inestable estado mental, llegaré a conocer todas las respuestas. Mientras tanto me mantendré todo lo distraída que me resulte posible.

     Cuando Coen regresó me dijo que todo iba sin novedad. Se sentó cerca para luego recostarse apoyando la cabeza en mis piernas. Estaba sudado y cansado y pronto se quedó dormido. Qué facilidad la de este muchacho para dormir. ¡Qué envidia!

     Sé que un año de diferencia no es nada, pero cuando lo veo quieto, siento que es mucho menor, no de una manera precisamente infantil o ingenua, sino en esa necesidad de compañía que parece ocultar y que yo le descubro en ciertos momentos. No puedo ni imaginar lo que habrá vivido, o si hubo alguien que lo acompañó parte del camino antes de caer. Yo sólo he visto morir a Carlos, y eso me marcó irremediablemente; aunque no lo mencione, no quiere decir que no piense en lo que le pasó. Sigo espantada. Y si no tengo pesadillas al respecto es que apenas puedo dormir dos horas sin despertar por cualquier cosita

     ¿A cuántos habrá dejado Coen en el camino antes de cansarse de la soledad para nuevamente buscar un compañero?

     Muy en el fondo sé que no puedo ser el compañero que él parece buscar.


JJ

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Hola, hola, ¿qué tal todo? Aquí estoy con una nueva -y breve- actualización-. Un capi tranquilo en comparación con los anteriores, pero es que vez pasada la novedad, sólo queda la cotidianidad, la costumbre. O algo así.

Muchas gracias, como siempre, a todas y todos los que siguen la historia y están tan pendiente de ella. Les enviaría tarjetas de agradecimiento si pudiera. No es broma.

Nos leemos mañana (sí, mañana subiré el otro porque el que se viene también es corto).

Saludos :)

El diario de Josephine JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora