Pesadilla 1: Jonathan

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No se tiene que ser un genio para saber de qué van las cosas aunque tus padres te manden a dormir para que no veas las noticias con ellos. Y qué más daba ya. Las pesadillas no me las iba a quitar nadie. Para quitármelas tendría que contarlas y no podía parecer débil y asustadizo frente a TK, sobre todo porque él comprendía las cosas de otra manera y al ser tan inteligente debía estar súper más asustado que yo.

     —Si nos hubieran dejado jugar con Jossie no nos daría tanto miedo, te lo apuesto —llegué a decirle a TK muchas veces antes de dormir.

     Llevábamos demasiado tiempo sin salir de casa y TK ya estaba hastiado, lo sabía por la forma en que me agarraba la mano. Mientras tanto, Jossie la pasaba encerrada en su habitación con su consola y sus juegos para mayores, de lo más divertida, mientras a nosotros no nos dejaban ni salir a jugar al jardincito. Entonces llevaba a TK cerca de la habitación de Jossie y nos quedábamos detrás de la puerta escuchando los disparos y los mugidos. TK de repente me miraba y yo asentía: claro, justo como en las noticias. Ahora ya sabes a lo que me refiero.

     Aunque los polis de las noticias no eran tan hábiles como mi hermana con el mando de la play. Daba gusto verla jugar. Y cuando llegaba Cora...¡Caroline! (Aunque en ese entonces ya llevaba mucho tiempo sin aparecer por la casa, lo que me ponía triste, a Cora...¡Caroline! le gustaban mucho las caricaturas), ¡quién las aguantaba a esas dos! Y yo, agobiado por la tremenda injusticia: ¿por qué Jossie tiene un Play y TK y yo ni siquiera tenemos un 3DS?

     Es que Josephine es obediente, a diferencia de otros... Además es tímida y estas cosas le ayudan...

     Y como nunca nos dieron una consola, TK y yo nos colábamos y sin que se dieran cuenta mirábamos las noticias. Y las noticias eran bastante parecidas a lo que alcanzábamos a ver cuándo Jossie nos dejaba estar un ratito con ella. Y si nos hubiera dejado jugar, las cosas en la tele no nos darían tanto miedo. Pero dale, los adultos piensan que las cosas de grandes no son buenas para los niños porque creen que todos somos unos idiotas. Idiotas ellos por creer que no comprendemos su menosprecio.

     Estuvimos varias semanas así. Luego vinieron los cortes de luz. A cada momento, oscuridad y calor, y TK odiaba ambas cosas hasta el punto de ponerse histérico, pero ni aun así nos dejaron salir. Y eso que TK en verdad necesitaba espacio. Por su parte, Jossie sí que se vio obligada a salir de su habitación. Sin luz no podía jugar a la Play, ¡ja já! Ahora los aburridos éramos todos, lo que se me hizo más justo.

     Papá si salía, mamá siempre lo despedía con «ten cuidado, cielo, piensa en nosotros», y cuando volvía generalmente era en un camión. Y ni aun así nos permitían salir a ayudar. Él y otra persona se encargaban de meter a la casa una caja tras otra, fueron tantas que dos habitaciones quedaron casi llenitas. Papá se la pasaba tanto tiempo construyendo y destruyendo que llegué a pensar que estaba loco, pero como los dulces seguían apareciendo después de cada una de sus locuras no me importó mucho. Los dulces los tenía que comer a escondidas de TK, eso sí, porque le hacen mal, lo ponen a girar y girar y a gritar y ya luego no puede detenerse y se termina dando de tumbos contra las paredes. No me gusta que se ponga así porque luego no sé cómo detenerlo, y eso que yo soy su hermano más confiable. Jossie es una tonta solitaria que se cree muy lista, no sabe que yo sé que se la pasa todo el día viviendo en las nubes enamorada de personajes y de series de televisión. Está loca la pobre. Claramente los únicos cuerdos en esta familia somos TK y yo.

     Pues una de esas el tipo que ayudaba a mi padre con las cajas le dio un sobre grande. Yo no sabía qué era eso, y si lo menciono es porque algo cambió después de recibirlo. En primer lugar, las salidas de papá, el tipo y los camiones, todos desaparecieron. Papa seguía trabajando en la casa. Destruyéndola más bien. Y mamá se encargaba de llenarnos de atenciones. Se volvió obligatorio pasar las noches juntos, así que dormíamos todos apretujados. Por suerte papá no es un viejo panzón y no ronca, pero a Jossie no le gustaba estar toda pegada, es lo que pasa cuando por ser niña y tienes puros hermanos varones te dan más espacio del que deberías, ya después se te olvida cómo convivir con los demás. Técnicamente yo tenía una habitación para mí solo, pero no era de lejos tan grande como la de Jossie ni tenía todas esas cosas: televisor, consola, computadora, tablet y celular. Además, TK no se me despegaba, y así terminábamos siempre durmiendo juntos. Por eso a mí esas cosas no me incomodaban, y mientras estuviéramos quietos y en silencio, a TK tampoco.

El diario de Josephine JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora