Capítulo 36: Dolor

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Habían pasado tres semanas desde que comenzó el tratamiento cuando la situación de Cielo empeoró, un día antes de su segunda sesión. Eran cerca de las doce de la noche de un día viernes cuando Lexie escuchó a Adán gritar.

—¡Mamá! ¡Ven, rápido! —no alcanzó a terminar de escuchar la frase cuando ya estaba corriendo hacia la habitación de su hija.

—¡¿Qué pasó? —encontró a Cielo inconsciente en los brazos de su hermano.

—Se desmayó, no sé, sentí un ruido así que salí de mi habitación y un segundo después de que llegué, perdió el conocimiento.

—Ve a ponerte los zapatos, iremos a la clínica ahora.

No tardaron ni cinco minutos en salir del departamento y otros cinco en llegar a la clínica, como a esas alturas ya todos conocían a Lexie y a Cielo, y sabían la negligencia médica que había cometido la doctora Becker, no tardaron en atenderlas e ingresaron enseguida.

Un poco más tarde, obligaron a Lexie a salir de la habitación para así poder realizar el procedimiento sin interrupciones. Ella no dejaba de llorar y cuando salió se encontró con Adán quien había llamado a Nick y al parecer venía recién llegando.

—¿Qué pasó? ¿Dónde está? —preguntó él desesperado.

—Se descompuso —le respondió ella entre sollozos—, sigue inconsciente, me pidieron que saliera para poder trabajar mejor y lograr estabilizarla en el menor tiempo posible.

—Iré a dejar a Adán a la casa de Tyler —decidió Nick en ese momento— y volveré.

—No me quiero ir —protestó el niño—, es mi hermana y quiero estar aquí.

—Vas a ir, es necesario. Tu hermana no puede verte con cara de cansado cuando despierte, se pondrá muy triste.

—Es lo mejor —lo apoyó Lexie y tomó la mano de su hijo—, acá no hay nada que podamos hacer y necesitas descansar, prometo llamarte cuando despierte y tu papá te irá a buscar, ¿sí?

—Está bien.

—¿Por qué no llamas a Gianluca? —ella se sorprendió mucho ante esa pregunta de su ex. Jamás pensó que lo escucharía decir algo así—. No quiero que estés sola.

—Lo haré, gracias.

El chico se despidió de su madre con un fuerte abrazo y se fue con su padre. Lexie por su parte, siguió el consejo de Nick sin pensarlo dos veces, buscó el número de Gianluca en su teléfono y lo llamó. El médico no tardó en contestar, a los dos tonos se escuchó su voz ronca quien sonaba alegre de escuchar a la mujer.

—Hola, Rubia —saludó sonriendo pero al sentir un sollozo por parte de ella, se preocupó mucho—. ¿Qué pasa?

—C-Cielo

No alcanzó a decir ninguna otra palabra antes de que el médico hablara.

—¿Estás en urgencias? ¿En la sala de espera? —preguntó y ella asintió entre otro sollozo—. Espérame ahí, voy ahora para la clínica. No te muevas.

Lexie no contestó nada más y se quedó llorando con el teléfono aún en la oreja. Cuando habían pasado un poco más de diez minutos, Gianluca atravesó la puerta de entrada y ella corrió a sus brazos. Se sentía tan agradecida con él, tan afortunada de haberlo conocido en el momento preciso en que necesitaba a alguien que le entraban todavía más ganas de llorar. Ella sabía y tenía muy claro que no cualquiera hubiese dejado lo que sea que estuviera haciendo para ir a sostenerla en ese momento.

—G-gracias por venir —decía ella mientras se aferraba más a él.

—Te dije que estaría para ti en todo momento y planeo cumplirlo.

Solo lo apartó de sus brazos para posar sus labios sobre los de él. Quería tanto a ese hombre que a veces la asustaba lo rápido que él se había impregnado bajo su piel, lo mucho que lo necesitaba, pero lo que más la asustaba era que solo se había sentido así un vez en su vida; con el padre de sus hijos.

Se sentaron sin despegarse el uno del otro y esperaron a que llegara Nick. Ya unas horas más tarde, pasadas las dos, salió una enfermera para decirles que la pequeña estaba estable y que podían entrar a verla.

Gianluca, sabía que a pesar de que Cielo fuera su paciente, ese día no estaba de turno y era un tema bastante personal para la familia, por lo que decidió quedarse fuera esperando pacientemente hasta que Lexie volviera o lo llamara.

Una vez dentro, la enfermera les dio un par de instrucciones antes de ver a la pequeña, quien estaba dormida aún pero se notaba un poco mejor, el color al menos le había vuelto a la cara. Ambos ingresaron a la habitación y el dolor que sintieron al verla conectada a muchos cables fue distinto a cualquier dolor que hubiesen sentido antes. Lexie movió una silla que había ahí y se acomodó al lado de la cama.

—Hola, princesa —susurró mientras le tomaba su pequeña mano—. Nos diste un gran susto hoy, no vuelvas a hacerlo, ¿bueno? —se limpió una lágrima antes de seguir hablando—. Te necesitamos bien, para que nos alegres la vida como has hecho hasta ahora.

—Tu mamá tiene razón —continúo Nick también con lágrimas en los ojos y tomando la otra mano de la niña—, te necesitamos más de lo que crees, por favor no nos dejes nunca.

Nick ya no pudo aguantar más el llanto, el cual salió en cantidades enormes; agradecía que su pequeña estuviera dormida para que no lo viera en esas condiciones ni a él ni a su madre quien no estaba muy diferente.

—Permiso —una enfermera entró en la habitación, por su expresión parecía sentir de verdad haber interrumpido—, el médico concluyó que lo mejor es dejarla hospitalizada unos días hasta que se reponga del todo, su estado no es el mejor y sus defensas están disminuyendo más rápido de lo normal lo que es peligroso ya que en otro lugar podría contraer alguna infección muy perjudicial para su salud. Y dado que mañana tenía programada su segundo sesión, queremos tenerla monitorizada por cualquier cosa.

—¿Podemos quedarnos? —preguntó Lexie una vez que limpió sus mejillas empapadas.

—Solo por hoy podrán quedarse los dos pero la regla de la clínica es una persona por paciente, así que a partir de mañana solo uno de ustedes puede quedarse.

—Está bien, gracias.

—Les voy a pedir que se queden en la sala de espera y luego cuando Cielo esté instalada, los conduciremos a la habitación. Ustedes están con el doctor Maccioni, ¿verdad? —Lexie asintió y la enfermera le sonrió—. Él puede guiarlos hacia la habitación en unos minutos, si les acomoda más.

—Gracias.

Le dio una última sonrisa y comenzó a preparar a Cielo para sacarla de urgencias y llevarla a la que sería su nueva habitación. Lexie y Nick salieron hacia donde estaba Gianluca y a ella por un momento no le importó estar en frente de su ex, se lanzó a los brazos del médico y volvió a llorar mientras este le acariciaba el cabello y le repetía que todo iba a estar bien. 

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora