Capítulo 68: Corazón roto

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Las primeras semanas luego de que Gianluca terminara su relación, Lexie apenas comía ni dormía, parecía un zombi paseando por la casa y todos lo notaban por más que intentara sonreír lo más posible en presencia de sus hijos. Se la veía distraída, escuchaba la mitad de las cosas y Nick estaba un poco desesperado por hacerla despertar de una vez pero tampoco sabía qué hacer para lograrlo, después de todo, él también estaba lidiando con un corazón roto que se había empeorado al verla sufrir de esa manera.

Adán sabía que algo ocurría, a los catorce años los adolescentes comienzan a notar cuando algo no iba bien pero no se atrevía a preguntar por miedo a que su madre se derrumbara delante de él y no supiera qué hacer. Además, sabía que ella no le contaría lo que pasaba aunque se lo imaginaba y por eso, cuando la encontraba sola en su habitación, se recostaba a su lado y la abrazaba con fuerza para hacerle saber sin palabras que estaba con ella, que la acompañaría en todos los momentos buenos y malos, se arrepentía mucho de no haberse portado nada bien con su madre aunque ella lo hubiese perdonado hacía mucho tiempo.

Finalmente, luego de tres largas semanas Nick se atrevió a hablar seriamente con ella y le rogó que se pusiera bien, que hiciera un esfuerzo por los niños, especialmente por Cielo y automáticamente se comenzó a esforzar más para superar todo eso. Comenzó a alimentarse —no del todo normal pero algo es algo—, pasaba los días jugando con Cielo o ayudando a Adán con los deberes y esa era su forma de mantener la cabeza en otro lado, de retrasar un poco el dolor hasta que estuviera sola en su cama a entradas horas de la noche.

Por otra parte, necesitaba a su mejor amiga. Nick se cansaba de decírselo pero ella se negaba a llamarla, decía que tenía demasiadas preocupaciones con el nuevo bebé y no quería causarle más, aunque en el fondo sabía muy bien que era porque no quería que nadie se enterara de la separación por si él volvía a buscarla pero eso no ocurrió.

Cuando ya había pasado el mes, no lo soportó más y decidió ir a buscarlo ella. Quería arreglar lo que supuestamente había hecho, aclararle las cosas, pedirle que lo arreglaran todo juntos, que estaba segura de que podrían hacerlo pero una vez que él abrió la puerta y lo tuvo en frente, un tanto sorprendido por verla ahí, su mente quedó en blanco y no supo por dónde empezar.

—Hola —saludó Gianluca un poco nervioso, era nuevo en todo eso de lo que ocurría después de que las relaciones se terminaban, después de todo, la única mujer con la que estuvo seriamente, murió.

—Ho... hola.

—Pasa.

Se apartó de la entrada para dejarla entrar y ella lo hizo con cierta timidez, no sabía qué haría si él la rechazaba. No se oía ningún ruido dentro de la casa por lo que asumió que no había nadie más que ellos dos y Gianluca se lo confirmó como si hubiese leído sus pensamientos.

—¿Cómo has estado? —se atrevió a preguntar él sin saber si en verdad quería saber la respuesta, definitivamente no se veía para nada bien y se odiaba por ser el culpable de eso. Lexie apartó la mirada hacia sus zapatos.

—Mejorando día a día... supongo.

—Estás más delgada.

—Sí, he estado un poco... —se quedó en silencio un momento sin saber cómo continuar, luego respiró profundamente y lo hizo—. No me he sentido bien, eso es todo, nada de lo que preocuparse.

—¿Y Cielo?

—Ya sabes, con días buenos y días malos. Pregunta por ti, unas tres veces al día, supongo que todos en esa casa nos encariñamos un poco.

—Pensé que era mejor si manteníamos las distancias por un tiempo.

—¿Mejor? ¿Mejor para quién? Sí, sé que me veo demacrada, que no soy ni una sombra de lo que era la «fuerte» rubia de la que te enamoraste, que toda la belleza que yo sabía que tenía ya no está pero déjame decirte que tú no luces mejor que yo, así que, ¿para quién es mejor que tomáramos distancias?

La vida sucede (LIH#1)Where stories live. Discover now