Extra III: Palabras que curan

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No era un buen día para Lexie, habían pasado dos semanas desde el primer aniversario de la muerte de Cielo y no habían conseguido sacarla de la cama desde ese día. Gianluca estaba preocupado pero no sabía qué más hacer para ayudarla, cualquier cosa que intentaba no resultaba y si no fuera por Gemma a quién todavía debía alimentar, Lexie no se comunicaba con otra persona de la casa.

—Hay que hacer algo, Luca. Llevarla al psicólogo o algo, esto no es normal.

—Tampoco es normal perder un hijo, Gi. No puedo exigirle nada porque yo mismo no sé qué haría en una situación como esa, creo que me volvería loco —se llevó ambas manos a la cabeza—. Fuiste testigo de cómo estuvimos Irina y yo luego de las pérdidas de esos dos bebés.

—Y es por esa razón que tenemos que ayudarla, no podemos dejar que se quede encerrada en la habitación torturándose a sí misma con lo que pudo haber hecho para que no pasara, eso solo la enfermará, como los enfermó a ustedes en ese entonces.

—No sé cómo hacerlo, no sé cómo acercarme a ella y me siento tan inútil al no poder ayudarla. Con todo lo del bebé, estuvo demasiado ocupada como para vivir su duelo como correspondía y ahora está sufriendo.

—Sigo pensando en que tiene que ver a un especialista, ella como psicóloga debería saberlo. Un duelo de más de un año es patológico, tal vez el dolor nunca se supera pero eso no puede apartarla del mundo. Hay que hacer que vuelva.

Gianluca se llevó ambas manos a la cara nuevamente, estaba agotado y realmente no sabía qué más intentar. Lexie no solo estaba triste, sino que estaba furiosa con el mundo y la única vez que le dirigió la palabra en esas dos semanas fue para discutir por una estupidez que ni siquiera valía la pena. Eso había sido dos noches atrás y Gianluca no se había atrevido a volver decirle que podía hablar con él cuando lo necesitara.

Lexie había salido un momento de la habitación y sin querer había escuchado una parte de la conversación de los dos hermanos. Sabía que tenían razón pero no podía evitar sentirse de esa forma y ahora, sumado al dolor sentía culpa por haber sobrevivido a un año sin su hija, por haber formado una nueva familia sin ella y por sentir felicidad cuando estaba con ellos. Nuevamente un par de lágrimas escaparon de sus ojos.

Una mano pequeña tiró de su camiseta para llamar su atención y Lexie se limpió rápidamente las lágrimas antes de mirar hacia Venecia. No pudo evitar sonreír al verla tan bella con un vestido rosado y zapatitos a juego, hacía días que no sonreía de verdad ni veía a la pequeña; recién se daba cuenta de todo lo que la había extrañado.

—¿Qué pasa, preciosa? —preguntó la rubia haciendo un esfuerzo por parecer tranquila.

—Te ezzztañaba.

¿Me extrañabas? Yo también a ti, mucho.

—¿Po qué no me dabas el beso de buenas noches?

Lexie se volvió sentir horriblemente culpable, se había olvidado de Venecia, de Adán y hasta de Gemma. No estaba bien, Giovanna tenía toda la razón cuando lo decía un momento atrás.

—Estaba un poco enferma y no quería contagiarte, pero ahora estoy mejor. ¿No quieres ir a dormir la siesta conmigo?

—Sí —los ojitos se le iluminaron.

—Vamos.

La tomó de la mano y juntas volvieron a la habitación. Como ella había pasado la mayoría de los días durmiendo, en ese momento no se encontraba cansada pero rodeó a la pequeña con sus brazos mientras le tarareaba una canción con la que solía hacer dormir a Cielo. Cuando Venecia se durmió, las lágrimas volvieron a inundar a Lexie pero esta vez sentía que los pequeños brazos de la niña que se aferraban a ella, la reconfortaban como no creía que fuera posible.

La vida sucede (LIH#1)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum