Capitulo 3

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Se encontraba hambrienta. Aún no había tenido tiempo para parar a desayunar. Mudarse a aquel claustrofóbico cubículo le había llevado toda la mañana. Intentó ponerse al día con cada uno de los informes de estadísticas de mercado. Aunque era algo que odiaba fue lo único que relativamente podía hacer. Aun así, sin sus gafas no resultaba una tarea sencilla. Aumentó las letras del monitor lo más grande que pudo pero tardaba el triple de tiempo en leer cada palabra y cada número. Sakura, queriendo ser de utilidad, le había prestado una lupa para que pudiese revisar los documentos en papel.

Resopló, se dejó caer sobre el respaldo de la silla cuasi-ergonómica y recorrió con su borrosa visión aquel espacio que le habían asignado.

Estaba situado junto a la última columna de la redacción, frente a la fotocopiadora. Era un cubículo con forma de L de reducidas dimensiones.

Tenía gavetas en la parte superior y peligrosas puertas que amenazaban con descalabrarla si las dejaba abiertas. Todo esto le impedía ver el resto de la agencia, aislándola aún más.

Echó la cabeza atrás para intentar ver el reloj que tenía a su espalda, sobre la fotocopiadora. Y, como si fuera el eco de aquel segundero, su estómago continuó protestando, esta vez incluso más furioso. Era la hora de la comida y para su mala suerte, aún le quedaba mucho que corregir.

Era obvio que si con un simple informe no avanzaba, el sólo hecho de pensar en supervisar el diseño de uno de los proyectos que llevaba la aterrorizaba. Tendría que esperar hasta que tuviera ojos suficientes para poder percibir los pequeños detalles y hacer su trabajo como siempre.

Se dio cuenta de lo rápido que el tiempo corría. Giró su cabeza en dirección a la caja que tenía a su lado y molesta se fijó en la carpeta que de mala gana había aceptado para salvar el trasero de una traidora. Negando la tomó entre sus manos, la colocó sobre el escritorio, dio un suspiro y procedió a abrirla.

―Si es que yo no debería de estar realizando este trabajo. ―Se quejó al comenzar a leer el informe que le había entregado Shion―. Pero no tuviste el suficiente valor para negarte. ―se reprendió al momento.

Conocía demasiado bien a la bruja y sabía lo maliciosa que podía llegar a ser. Hina no se arriesgaría a que le montase una escena delante de todos. Dio un respingo de solo imaginarse en una situación más incómoda. No, ella no estaba dispuesta a pasar por eso ni de broma. Y como una luz en toda aquella oscuridad, llegó el alivio de saberse liberada al recordar que no la tendría más como compañera de piso. Hasta se sintió agradecida porque el destino la obligaba a tomar una decisión como esa, aunque aquello significara estar metida en este atolladero. ¿De dónde sacaría el dinero para poder pagar la fianza y la mensualidad de una habitación?

―A ver niña, te hemos traído algo ―la voz de Sakura la regresó a la realidad. Venía acompañada de Sasuke. Ambos la miraron sonrientes y misteriosos.

―¿Unas gafas nuevas? ―preguntó anhelante.

―Hyuga tú, antes que gafas, necesitarías otros ojos. ―Guiñó un ojo Sasuke, y al momento se arrepintió al saber que no lo podía ver―. Te trajimos algo de comer. Así que en cinco minutos te mandaré llamar a mi oficina y ahí podrás comer tranquila.

―No tenían que haberlo hecho. ―Emocionada bajó el rostro.

¿Cuánto tiempo llevaba en aquella empresa sin que nadie le tuviera una atención así? Peor aún, ¿hace cuánto no tenía un verdadero amigo?

―Tonterías, ya has tenido suficiente de este día. ―Repuso Sakura―.

Más te vale comer. Ya me encargo yo de pasar a limpio ese documento, aunque esa bruja no se lo merezca.

Tres no son multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora