Capitulo 21

529 43 3
                                    

Naruto estaba preparando su "Milanesa a la napolitana". La comida argentina lo volvía loco; mucha carne, salsa de tomate y queso gratinado.

La vida era deliciosa con un buen filetón.

Su móvil empezó a sonar con la melodía de la película de "Tiburón"

Reconoció al instante de quién procedía la llamada y la tomó sin dilación.

―¡Hola mi amor! ―Su tono camelante―. Ya se me hacía extraño no saber nada de ti en las últimas treinta y siete horas. Creo que últimamente no te mantienen muy ocupada los jefes, ¿eh?

El chillido de su madre al otro lado de la línea dejó claro que no había sido muy gracioso lo que había dicho. Una vez que sintió que su tímpano volvía a recuperarse acercó de nuevo el aparato a su oído.

―... y claro, vosotros estáis locos. ¿En qué momento piensan hacer las cosas como se debe? ¿Me estás escuchando? o ¿Tengo que tengo que ir para allá para que me escuchen? ―acusaba Kushina con un tono agrio.

―¿Se puede saber porque estás de malas, Mamita? ―Al parecer iba a escuchar un largo sermón―. Te hemos dicho que confíes en nosotros. No todo puede hacerse como tú quieres― Se acercó al horno para medir la temperatura― Te voy a poner en el manos libres.

―¡Quiero nietos! ―se escuchó en toda la cocina a Kushina que ignoraba del todo a su hijo y continuaba con su perorata―. Vosotros dos canallas, no merecéis una dulce joven. Una bruja es lo que merecéis. ¿En qué momento harán las cosas correctas? ―exigió furiosa.

―Cuando sea el tiempo. Mira, sé que anhelas tener nietos, pero esto no solo depende de tu deseo de ser abuela. Esperamos darte nietos pronto, pero sabes que aquí no depende de nosotros. Estamos esperando el momento ideal.

―¿Y según tú cuando va a ser? ―le recriminó Kushina del otro lado del teléfono―. Ilústrame. Seguramente tenéis un plan. Me encantaría que lo compartierais conmigo. Porque, si la pobre muchacha sale huyendo asustada al enterarse de la verdad, lo tendréis bien merecido. Una mujer puede perdonar cualquier cosa, menos que la crean tonta.

―A ver, Madre. ―Naruto se sentó en la encimera―. Hina, que así se llama, es una mujer maravillosa, pero no podemos llegar y decirle de golpe que la queremos para los dos. Ninguna señorita decente aceptaría a la primera una relación tan... abierta.

―A estas alturas seguramente ya sabréis que clase de chica es. ―La mujer siguió hablando, mordiéndose la lengua para no descubrirse ante sus hijos―. Vosotros tenéis mucho trabajo, es verdad, pero si le mienten...

―El momento ideal es cuando ella esté lista para aceptar lo que ofrecemos. Ni antes ni después. ―Conciliador bajo el tono hasta hacerlo casi como un susurro―. Ella nos importa. Yo estoy loco por ella, jamás me atrevería a hacerle daño, y estoy seguro que Menma siente lo mismo.

No nos presiones. Deja que todo se dé y confía en nosotros. ¿Desde cuándo dudas de tus hijos, mujer?

―No dudo Naruto, pero vosotros...

―Hinata nos importa, mucho más de lo que crees. Déjanos hacer las cosas a nuestro modo. ¿Vale?

―Está bien, no diré nada más, por el momento ―aceptó de no muy buen grado―. Pásame a Menma dile que su madre quiere hablar con él

―pidió, en vista de que habían zanjado el tema.

―No está. ―Metió su plato al horno y puso los minutos necesarios―

El día de hoy tenía una cita para adquirir unos materiales. Prefiero que él se encargue de esas cosas. Yo me pongo muy nervioso cuando se trata de dinero.

Tres no son multitudWhere stories live. Discover now