Capitulo 24

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Los rayos de sol la despertaron anunciando que ya estaba entrada la mañana. Las agujetas en partes de su cuerpo que realmente no sabía que tenía, fueron el recuerdo de la noche de pasión más maravillosa de toda su vida.

Jamás pensó que hacer el amor fuera tan agotador. Una risita traviesa brotó de su pecho extendiéndose por su garganta, Hinata tuvo que cubrirse con la sábana mientras el rubor cubría sus mejillas.

―Ay dios, todo lo que hice ―suspiró estirándose como gato, sintiendo la tela acariciar su desnudo cuerpo.

Se quedó quieta y confusa al notar la soledad en su cama, Ellos habían dormido con ella, eso no lo había soñado. Los recordaba abrazados a su cuerpo después de una noche de calurosa entrega. No sólo habían hecho el amor con sus cuerpos, ahora existía una conexión que jamás podrían romper. La cubrieron de un infinito sentimiento de protección y amor.

Sintió en verdad el anhelo de ellos y a su vez ella les dejó claro que los amaba con igual medida.

Entonces, si lo habían pasado realmente bien, ¿por qué no estaban en su cama? El lugar al que habían dicho pertenecer a partir de ese día.

―¡Fuera de la cocina, ahora mismo! ―El grito al otro lado de la habitación provocó que sonriera y se relajase al momento.

―¡Ni hablar! ―La otra voz contestaba con igual seguridad―. Me niego a que me dejes un reguero de manchas y restos de comida. Y que al final, le digas que yo no te ayude en nada a hacerle el desayuno.

―Irme persiguiendo con la bayeta no es ayudar. Joder, Menma, me estas volviendo loco.

―Y tú a mí. Plato usado plato lavado ¡Es así de sencillo! ¡Pero claro!, el señor tiene que ir tirándolo todo. ¿Qué va a decir Hina cuando vea tu desorden?

―¿Que le preparo desayunos deliciosos, mientras una vieja histérica metida en el cuerpo de mi hermano va amenazando con un trapo de cocina?

Hina se tuvo que poner la almohada en el rostro para no ser escuchada y poder reírse a sus anchas. Eso era lo que necesitaba; sentirlos y verlos al natural; saber que eran parte de algo juntos y que lo de anoche no había sido un sueño. La evidencia de esa realidad estaba al otro lado de su habitación.

La puerta se abrió y los gemelos entraron mientras ella fingía seguir durmiendo.

―Verito ―dijo Naruto con una leve voz cantarina―. ¡Buenos días!

¿Cómo has descansado? ―Avanzaba con una bandeja llena con un delicioso y aromático desayuno.

Disimuló abrir un ojo y empezar a desperezarse. Con un falso bostezo contestó:

―Muy bien. ―Se incorporó sujetando la sábana a su pecho.

El otro gemelo se adelantó y fue el primero en llegar a su cama, dándole un suave beso y sentándose a su lado. Se afianzó a su cintura y con su pulgar acarició de forma tierna la cálida piel.

―¿Dormiste bien entonces? ―preguntó esta vez Menma mientras le depositaba en el regazo una servilleta y su hermano colocaba la bandeja a un lado de la cama.

―Oh sí, demasiado bien. ―Destapó el plato y quedó sorprendida por el colosal desayuno―. ¡No puedo comerme todo esto entero! Tortitas, huevos, frutas, ¿Qué es eso?

―Salchichas, rebanadas de jamón york, zumo, café, chocolate e

infusión ―contestó el cocinero sentándose del otro lado―. Esta noche hemos exigido demasiado de ti. Tienes que reponer fuerzas. Dicen que el desayuno es la comida más importante del día.

Tres no son multitudWhere stories live. Discover now