Capitulo 28

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―... fue alucinante lo de Shion. ―La voz de Sakura al otro lado de la línea rememoraba los pormenores de la noche de disfraces―. Resulta que bebió unas copitas de más, se subió a una silla y dio un deplorable espectáculo. Delante de todos los jefazos, incluso habían ido algunos socios... ―la secretaría hizo una pausa dando instrucciones y luego continuó ―. Tú sabes cómo son los de arriba, tan exigentes con todo, sobre todo con la imagen de la agencia. Hubo bastantes clientes que vieron el show que dio la tía. Así que nada, hoy se ha presentado en la agencia solo para lo justo: Recoger su finiquito y adiós muy buenas.

Hina realmente se apenó por lo que le había pasado a Shion. Las cosas definitivamente ocurren por algo. Quizás así aprendía a ser más humilde y a trabajar sin machacar a nadie.

―Espero que le vaya bien ―deseó de corazón.

―Pues chungo lo tiene. Ino me comentó que Shion estaba hasta arriba de deudas...

―Pobre...

―¿Por qué le dices así? Yo creo que ha recibido su justo castigo. Está recogiendo lo que sembró en todo este tiempo. ―La voz de su amiga sonó preocupaba y cambió de tema.―. Bueno, ¿te sientes mejor? ¿Estás segura de necesitar un permiso? Hina, sea lo que sea puedes contar conmigo, ¿lo sabes verdad?

―Tú no te preocupes. No te vas a deshacer de mí tan fácilmente. Soy tu dama de honor. ¿Lo olvidas?

―Aun así, creo que te vamos a echar de menos. Nadie choca como tú contra el cristal de entrada.

―Pues no lo hagan. Yo regreso muy pronto.

―Entonces, siendo así, te llamo en otro momento. Ahora voy a seguir con el trabajo, que si no esta agencia no avanza.

―Eso seguro, con el látigo señorita Haruno.

―Hasta luego, Hina.

Hinata colgó el teléfono y terminó de vestirse. Había algo importante que hacer y ni sus hombres ni ella misma permitirían postergarlo más.

Estaba a punto de salir cuando escuchó la llamada que estaban atendiendo los hermanos en la gran pantalla. La imagen de un familiar rostro femenino apareció en ella.

―¿Kushina? ―preguntó sorprendida.

―Hola Hina, querida. ―La saludo con una sonrisa amplia.

Los gemelos también se quedaron de piedra. Se movieron un poco para permitirle sentarse entre ellos.

―¿Madre? ―dijeron al unísono.

―¿Hijos? ―respondió imitándolos y guiñando un ojo.

―¿Habéis dicho madre? ―repitió confusa Hina.

―Dime que tú no tienes nada que ver. Dime que no lo hiciste ―pidió Menma mirando la pantalla.

―Por supuesto que lo hice. Es mi deber como madre. Ahora la dejo a vuestro cargo. Tienen que cuidar muy bien de ella. Es encantadora y perfecta, tal cual es. ―La mujer los miraba con advertencia.

―Déjame ver si lo entiendo. ―Naruto se pasó la mano por el rostro―.

Estás en la ciudad y en lugar de venir a darnos un besito, ¿metiste las narices donde no te llaman?

―Error, cariño. ―sonrió satisfecha―. Estuve en la ciudad hasta ayer.

Acabamos de llegar a casa hace media hora.

―¿Te has ido? ―La joven la miraba con tristeza. Le hubiese gustado despedirse.

―Sí. Ahora que sé que ellos están en buenas manos y que todo lo demás va viento en popa, es obvio que ya no soy necesaria. ―Kushina sonrió sincera―. Cariño, no tienes que ponerte triste, estoy ansiosa por verlos en casa. Así que vengan pronto que tenemos mucho que planear para vuestra boda.

Tres no son multitudWhere stories live. Discover now