Capitulo 11

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Menma y Naruto se encontraban en el salón. Movían uno de los sofás.

Habían notado que Hina había chocado con él, y mientras no tuviera gafas ellos le procurarían la seguridad y protección suficientes para no hacerse daño.

Una vez concluido ambos quedaron satisfechos, después se miraron con horror.

―A mí esto de vestir iguales... ―Naruto negó horrorizado.

Ambos siempre habían peleado por su identidad e individualidad.

Desde pequeños habían tenido diferente gusto al elegir su vestuario y peinado.

―Tampoco me hace tanta gracia. ―Observó Menma.

Lo irónico y en lo que no se habían percatado cuando decidieron jugar a ser uno mismo, fue que ambos llevaban el mismo corte de cabello, solo que el peinado era la variante. Ahora al verse tan iguales se sentían totalmente extraños el uno con el otro.

―¿Te das cuenta que mamá en este momento querría tomar una foto?

―Naruto observaba minucioso a su gemelo.

―Lo que no llegó a ver en su vida, lo estamos haciendo ahora.

―Afirmó el otro.

―Jamás se lo contaremos.

―Ni hablar. Es capaz de suplicar que lo hagamos por ella también.

―Solo por Hina.

―Solo por Hina.

―Entonces sigamos con el... ―Naruto, sintiendo el golpe de forma sorpresiva, se encontró tumbado de cara al suelo y detrás del sofá ―. Tío, qué te pa...

―¡Hola Hina! ―Menma advirtió a su hermano poniendo su pie en la cabeza, manteniéndolo un momento en el suelo y saltando rápidamente por encima del sofá hacia la joven que estaba abriendo la puerta.

―¡Mierda! ―Maldijo por lo bajo Naruto y comenzó a reptar cual serpiente por el piso para esconderse en alguna habitación―. Le dije que pasáramos la cadena. ¿Me hizo caso? ¡No! Con la excusa de que el metal saca polvillo al correr hasta el segurito...

Menma para cubrir la huida de su hermano corrió a recibir a Hinata estampando un sonoro beso en los labios. La joven sorprendida sonrió y acarició la mejilla masculina, sintiendo la barba incipiente del hombre que la había recibido con tanto gusto.

―¡Hola osito!

―¿Osito? ―El hombre elevó una ceja incrédulo―. Si vas diciendo por ahí que soy un osito, mi reputación se irá por la borda.

―Pero si ser osito no es malo ―objetó Vero dejando su bolso―. Que ganas tenía de llegar. ―Su voz se quebró, volvió a revivir por breves segundos lo que había pasado en la odiosa junta.

Hina creía que no se daría cuenta. En realidad, no estaba acostumbrada a que le prestarán atención. Así que, trató de alejarse lo más rápido hacia su habitación antes de sufrir un rechazo o salir herida de nuevo.

―Ey. ―La fuerte mano se cerró en su delicado brazo, mientras era atraída suavemente el duro pecho― Hina ¿Qué ha pasado?

Ella negó ocultándose en aquel refugio que olía a maderas, un aroma a virilidad que aún a su pesar despertaba sus sentidos y a la vez la hacía sentir protegida y segura.

Menma la aferró con fuerza, quería ser una barrera protectora. Su prioridad en ese momento era consolarla. Sintió la mirada de su hermano que asomaba la cabeza detrás del sillón. Él también necesitaba abrazarla y alentarla. Ambos sentían angustia por ella. Así que, en silencio esperaban averiguar quién la había herido.

Tres no son multitudWhere stories live. Discover now