Capitulo 14

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El entrenamiento había sido duro. Tener a Hina en casa había cambiado en mucho la rutina para no ser pillados.

El único problema ante todo esto era la falta de tiempo para poder hacer todas las actividades que tenían tan planificadas y organizadas.

Tuvieron que volver a organizarse sin que sospechara la joven de lo que pasaba y quienes eran en realidad. Su presencia en el apartamento los había obligado a dejar algunas actividades fuera de casa, incluyendo los entrenamientos.

Cada día llegaban al domo dispuestos a disputar unas peleas que bien podrían ser retransmitidas por televisión. No se habían conformado sólo con pelear entre ellos dos, ahora invitaban a cualquier pobre iluso que se atreviera a ayudarles a desfogar la desesperación y frustración que sentían por no poder tenerla ni reclamarla como ellos deseaban. Aquella necesidad de marcarla y gritar su posesión y pertenencia los estaba volviendo locos. Esa locura los hacía más agresivos que quedaba reflejada en cada encuentro. Sus entrenamientos no paraban hasta caer totalmente rendidos, agotados, magullados y sudorosos; sin poder mover ni un solo músculo de aquellos cuerpos bien torneados.

Hinata, sin sospecharlo, se mantenía ajena a todo lo que la rodeaba.

No se daba cuenta tampoco que cada noche dos ángeles guardianes velaban por su sueño.

Locos y desesperados de pasión y de algo más profundo, que reconocían como algo nuevo, algo llamado amor, los mantenía con sus cuerpos alertas.

Atrás habían quedado los infatigables días de conquista de mujeres de una noche. Esta vez, se sorprendían rechazando a cualquiera que se les acercara. Aunque esto los frustraba aún más. Eran plenamente conscientes del efecto que causaban en las mujeres. Si antes llamaban la atención, ahora al parecer lanzaban feromonas llamando con urgencia. Y la que necesitaban dormía plácidamente en su hogar, sin saber lo cerca que se encontraba de la pareja de lobos.

Ese día el entrenamiento había sido más agresivo de lo normal. A pesar de que todo era bajo una competencia deportiva, sabían que estaban por perder el control si no la volvían a tocar pronto. Sólo esperaban poder ganar al instinto antes de espantarla.

―No se cuánto más vamos a soportar. ―Naruto comenzó a rebuscar las llaves de casa.

―¿Me lo dices o me lo cuentas? ―Refunfuñó su hermano.

―He pensado en agregar una nueva disciplina a nuestro estilo de lucha.

―Lo que sea necesario para mantenernos despejados.

Llegaron los dos a su apartamento con la seguridad de que su pequeña inquilina estaba en el trabajo aún. Naruto abrió la puerta y accedió despreocupado al vestíbulo. De pronto, el quejido de una voz femenina procedente del pasillo al otro lado del salón le sobresaltó. Dio un sorpresivo empujón hacia afuera a su hermano que distraído empezaba a cruzar el umbral de la puerta, con la suficiente fuerza como para golpearse con la pared de enfrente del pasillo de entrada.

―¿Estás loco? ―El gruñido de su gemelo no se dejó esperar.

Menma sintió como los ojos de Naruto se le clavaban inmovilizándolo y solo le bastó un leve movimiento de cabeza de su hermano para que comprender que la casa no estaba vacía. Puso los ojos en blanco y dejó caer los brazos con resignación.

―¿N.M. eres tú? ―La voz de Hina confirmó la sospecha.

―Si, si... Soy yo, aquí estoy. ―Dejó la puerta encajada sin cerrarla del todo.

―Bienvenido ―Pronunció con apatía y tristeza.

―¿Estas bien? ―El rostro de Naruto cambió de sorpresa a total seriedad.

Tres no son multitudWhere stories live. Discover now