Capítulo diecinueve

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Bristol, Inglaterra

LILLY-NAIEL

Lilly-Naiel y Thomas llegaron a destino poco después de que amaneciera.

Habían emergido desde el mar de Bristol y caminaban por la costa distendiendo sus músculos luego de tan largo viaje.

—¿Y ahora adónde irás? —le preguntó Thomas mirándola de soslayo—, ¿sabes dónde hallarla?

Lilly-Naiel llevaba el rollo dentro de su traje, al escuchar la pregunta de Thomas lo palpó sobre su pecho mientras meditaba en esto.

—Por lo que me dijo el serafín, el mensaje será mi guía a la llave—respondió—, aunque no estoy segura en qué forma lo hará.

—Uhm... quizás debas observarlo en detalle y ver si ha sufrido algún cambio —le sugirió su acompañante y Lilly-Naiel dio por bueno su consejo.

Mordisqueándose un poco los labios por la ansiedad, ella introdujo una mano en su traje y extrajo el rollo. El pergamino color manteca fue alcanzado por los destellos dorados y tibios que el sol de la mañana desprendía. Lilly-Naiel buscó algún cambio visible en él, alguna señal que los orientara, pero no halló absolutamente nada.

—No puedo ver nada, ninguna indicación o dirección, nada—declaró dándole voz a sus pensamientos.

Lo siguió girando y analizando puntualmente, pero el resultado fue el mismo, nada. Comenzaba a frustrarse.

—Tal vez no tengo la capacidad para descifrarlo, quizás estaban en lo cierto al esperar a otro tipo de ángel... —empezó a cuestionarse hablando muy rápido.

—¡Detente! —la cortó Thomas—. Respira... tranquilízate. No creo que sea así, y tú tampoco deberías creerlo. Dios o quizás el destino te eligieron para llevar esta tarea a cabo. No es algo fortuito que seas tú, y por esta razón hallarás el modo, ¿está bien?

Ella asintió y según su consejo trató de serenarse.

—Ahora bien —continuó él—. No sé cómo funcionan este tipo de cosas sobrenaturales, pero si lo que esperas es encontrar algún tipo de señal, no sé, es probable que tengas más posibilidades alzando el rollo en alto... ya sabes para captar mejor la frecuencia, ¿o suena muy disparatado?

Lilly-Naiel pensó que no, no sonaba tan extraño, y que, además, no perdería nada por intentarlo.

Tomó el rollo y lo alzó en alto, lo extendió en toda la longitud y alcance de su brazo (que no era mucha) y esperó.

Desde abajo pudo ver que nada ocurría. Suspiró y se recordó que debía mantenerse en calma.

—Espero no te ofendas por lo que voy a decirte, Lilly-Naiel, pero eres un tanto, pequeña —escuchó que Thomas le decía. Con el ceño fruncido se giró a verlo—. Creo que vas por buen camino, pero quizás necesites mayor altura, ¿quieres dejarme probar a mí?

Ella no articuló un sí, pero este se sobreentendió cuando le pasó el rollo a Thomas. Cruzó los dedos en forma figurativa, rogando que funcionara.

Thomas superaba el metro ochenta, tenía brazos muy largos. Uno de ellos, el que tenía asido el pergamino fue elevado en dirección al firmamento.

Y esta vez sí sucedió algo.

La cinta color plata que aseguraba aquel papiro empezó a cambiar lentamente. En uno de sus lados, el que señalaba al oeste, emergió una fina línea dorada. Esa sería su ruta.

—Ahí está —señaló Thomas muy sonriente—. Y pensar que de adolescente me molestaba ser tan delgado y alto.

Los dos rieron bastante más aliviados.

En el refugio de sus alas (Disponible en Físico)Where stories live. Discover now