Capítulo 11: Paletas.

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Capítulo 11: Paletas.

A veces las cosas no salen como quisieras que salieran, de vez en cuando pasan igual o con algo extra, algo que marca una diferencia entre lo que más querías y lo que realmente pasó. Ese era mi momento, tanto anhele hablar con el chico de los audífonos que se empezó a cumplir, pero no de la manera en que yo me esperaba.

Tenía esperanzas que él me correspondería a mi amor, ah no, tuvo que decir esa maldita palabra rompe corazones; "amigos", no puedes ser amigo(a) de alguien cuando estás enamorado(a) de él/ella, ¿o sí? Aunque eso implica sufrir más por su cercanía, y el olvidarse de esa persona a hace más complicado. Aunque claro, ser amigos es mucho mejor que seguir en las sombras a la espera que se dé cuenta de mi existencia, porque ya siendo amigos me tomaría más confianza y tal vez me tomaría algo de cariño. Y el cariño es mil veces mejor que el odio de su parte.

Mi mente era un revuelo de pensamientos y emociones conjuntas, todo complicado y a la vez estresante, es increíble como yo misma me puedo sacar de quicio con solo pensar.

En ese momento decidí hacer borrón y cuenta nueva, dejaría de pensar tanto en mis probabilidades con Chad y me centraría en los momentos que fuera a pasar con él, sentirlos y atesorarlos como lindos tesoros en mi cofre de recuerdos valiosos.

Estacioné mi auto en el lugar habitual de todos los días en mi casa, Chad me esperaría en la suya y yo estaba muy nerviosa, ¡Iría a su casa!

No es como si antes nunca lo hubiera hecho, es más, lo hice tantas veces que me frustraba el que él no me hablaba, no me determinaba ni cuando sus padres le obligaban. Nada de nada.

Pero esa vez fue diferente, ese día sí me habló....

La dije a mi papá que iría a la casa de él y me dio permiso, aunque dentro de unos días legalmente no lo necesitaría, luego salí de mi casa y caminé un poco más hasta llegar al portón principal de la suya, de inmediato me dejaron entrar y en la puerta de su casa tan grande como la mía él me recibió, cuando me fue a buscar al instituto de música llevaba una camiseta azul marino, pero en ese momento en la puerta se estaba acomodando una negra, pero antes que se la arreglara totalmente pude observar un par de cuadros en su plano abdomen, vaya que si le iba bien ser campeón de natación...

Sin querer, fijé por un milisegundo mi vista en esa parte descubierta antes que la cubriera con la camiseta, pero ese milisegundo fue suficiente para que él lo notara y sonriera con arrogancia.

— ¿Te gusta lo que ves? —Regresé a la realidad cuando preguntó eso burlonamente.

Aunque tenía razón, me reí con el mismo tono burlón de él. —Ya quisieras.

Se hizo a un lado para dejarme pasar mientras decía: —Primero las damas.

— Gracias—murmuré sonriendo, me guio hasta su grandísima sala, la cual tenía un estilo diferente de la mía, la de su casa era una combinación entre lo moderno y lo vintage de una forma estratégica y hogareña, a pesar de su gran tamaño, mientras que la de mis padres era un estilo moderno y neutro.

Al parecer él ya tenía todo listo, porque el Xbox ya estaba instalado y el juego estaba solo de tocar un botón para empezar la partida.

— Me gusta más el PlayStation—comenté haciendo una mueca y sentándome en el sofá enfrente a la gran pantalla plana—Tampoco me gusta ese juego.

— ¡Nada te gusta! —dijo rebuscando en un cajón—Entonces, ¿Qué quieres?

— GTA San Andrea o Mario Kart—contesté porque eran los únicos juegos que medio podía jugar, sonrió ampliamente cuando los  mencioné y  puso el de GTA.

El chico de los audífonos. [Borrador].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora