ESPECIAL 50K. Parte 1.

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Este es el primer capítulo narrado desde el POV de Chad, ojalá les guste, :3

La primera parte del especial, jaja, la segunda parte tiene otro capítulo desde el POV de Chad, la escena de la cocina donde se besan, UwU, que lo subiré muy pronto. 

IMPORTANTE LEAN LO QUE DICE AL INICIO DEL CAPÍTULO 29.

IMPORTANTE LEAN LO QUE DICE AL INICIO DEL CAPÍTULO 29

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Capítulo 1: Chad POV.

Si existía algo capaz de relajarme inmediatamente en este mundo, era la música sin lugar a dudas.

Subí el volumen al máximo a la canción "Dream" de Imagine Dragons, una de mis favoritas, mientras comía sin ganas un sándwich e intentaba hacerme el que no notaba la mirada acosadora de la chica más popular de la escuela Wenwich: Maddie Adkins.

Su hermosa mirada persistía sobre mí, a veces disimulaba y otras no, esa vez no tuvo cuidado alguno y casi la pillé mirándome fijamente, ese hecho siempre me ponía nervioso y con el corazón latiendo tan fuerte hasta doler.

We all are living in a dream,
But life ain't what it seems...

—Es una edición de lujo, ¿Cómo crees conseguirla en una tienda cualquiera? Deja de soñar, Ricardo—bufó Brent mordiendo su manzana, me vio y luego desvío su mirada a la mesa donde los más populares se encontraban y me susurró viendo con disimulo: —Alerta naranja, la diva mayor te está viendo sin descaro.

—Lo sé—contesté tajante sin despegar la vista de mi comida, saqué mi teléfono para subirle el volumen a la música y evitar oír cualquier comentario de mi amigo. Ese día no estaba de muchos ánimos que digamos. Hasta no tenía mucha hambre, y yo siempre me mantengo con un apetito del demonio, comiendo a cada rato que si no fuera por practicar tanta natación y hacer ejercicios estaría hecho una pelota.

¿Por qué no podía subirle más el volumen a la canción? Joder, en serio necesitaba eso para ignorar la plática sobre "los populares" que mis dos amigos empezaron a tener, solo me quedaba ignorarlos. Seh, eso haría.

Oh everything's a mess
And all these sorrows I have seen...

Levanté mi vista en el momento justo que ella apartaba la suya y quedaba viendo con una sonrisa fingida a su noviecito.

They lead me to believe
That everything's a mess.*

Aparté mi mirada y gruñí, odiaba sentirme de esta forma; entre el odio y el amor.

La odiaba desde noveno grado, cuando cambió completamente y le hizo daño a una de las personas que más quería. Prácticamente la alejó de mí, provocó que Regina me abandonara cuando más la necesitaba, y los demás años no fueron fáciles por su ausencia.
Además de lastimar a Regina, también lo hacía con otras chicas y chicos, cosa que me enojaba más, me hacía detestarla por el tipo de persona en que se convirtió.
Porque antes no era así, era más... "normal", se limitaba a pasar con cuatro "amigos", salir bien en clases y no meterse a problemas. Nadie supo porque al estar en noveno cambió tanto físicamente como de personalidad y actitud.

Se volvió una muñeca falsa, de esas típicas en los libros románticos y clichés.

Pero claro, ella era más original y no era como esas que califican de "puta". Era más decente y selectiva con los chicos que salía. También no era una rubia cabeza hueca, y tampoco me arruinó alguna oportunidad amorosa.

Pero de amistad sí.

Brent me palmeó el hombro para indicar que ya tocaron la campana, así que me levanté de la mesa sin decir ni una palabra, fui al depósito de basura y boté lo que quedaba de mi almuerzo, dejé la bandeja en su lugar y me acomodé los audífonos.

Estaba triste y molesto por razones estúpidas (menos la última): Estaba a punto de reprobar matemáticas, no le entendía ni una pepa al cuadrado al tema, mis padres me prohibieron comprar libros en exceso o varios de un solo, la tristeza me llegó de repente sin querer y por más que lo ignoraba se me hacía imposible, y ese día sería el cumpleaños de Regina número diecisiete y la extrañaba tanto... La extrañaba hasta que dolía.

Pasé por mi casillero y saqué un libro junto con mi cuaderno de dibujo y revisé mi horario que siempre se me olvidaba. Ja, hablando de la reina de roma, queridas matemáticas amarga días, me tocaba en ese momento.

Como me sentía molesto, cambié la canción por una de Paramore, y mis ánimos empezaron a mejorar un poco.

Con la música siempre me sentí libre, feliz, cómodo, era una sensación inefable, y por eso me la pasaba todo el tiempo con los audífonos, sin importarme que todos me llamaran "El chico de los audífonos". Yo disfrutaba la soledad con mis audífonos, el único lugar donde era feliz estando solo.

Por lo que mientras caminaba directo a mi clase, me concentré en la paz que me brindó la música.

Pero la tranquilidad no duró mucho.

Un mensaje me llegó, era de Dylan Stubbs—capitán del equipo de natación y mejor amigo de Maddie Adkins, me caía muy bien y éramos buenos amigos a pesar de todo—, sobre el cambio de horario ante las prácticas de natación. Aumenté la velocidad de mis pasos mientras respondía al mensaje y choqué con alguien provocando que nos cayéramos al suelo, joder, ¿Acaso el impacto fue tan fuerte como para provocar caernos? Y mi humor negro regresó al verla a ella.

Justamente a esa chica.

Mierda, se veía tan jodidamente preciosa. Me quedó viendo sin una expresión alguna, y ante eso el recuerdo de Regina se paseó por mi cabeza.

"Ella te la quitó, ella, con sus amigas, todas fueron las culpables de que Regi se haya ido, y anda feliz como si nada, deja de verla como un idiota y trátala como se lo merece", me susurró una voz en mi mente.

Las palabras salieron solas de mi sin querer detenerlas, llenas del odio, dolor y decepción acumulado en dos años: —¿Qué no ves por dónde caminas, estúpida?

Nunca había amado y odiado tanto a una sola persona.

Un dolor en mi pecho fue creciendo a medida que recogía mis cuadernos y los dibujos que se habían soltado. No entendía porque ella tenía que ser así, porqué cambió, porque antes se esmeró en tratar mal a las personas.

Un rastro pequeño de tristeza se reflejó en su mirada verdosa, pero desapareció tan rápido como Flash, ese rastro fue reemplazado por una mirada dura e inexpresiva, además de enojo. —Idiota, bien pudiste esquivarme. —contestó como si no se viera afectada ante mi odiosidad, pero a la vez quisiera sacarme los ojos.

No podía verla ni un minuto más, me dolía, me lastimaba.

—Lo que digas—contesté irritado, levantándome y yéndome lo más rápido de allí.

Ese día era el cumpleaños de Regina, ese día cumpliría 17, y al ver una de las chicas que le hizo mucho daño como para ya no querer vivir, ya desear irse de este mundo de mierda, me dolió demasiado, pero al doble porque esa misma chica, era la misma de la que me enamoré. A la que llevaba amando en secreto casi toda mi vida.

Estaba entre dejarme llevar por el odio y el amor.

Maldita sociedad de mierda en la que yo vivía.


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El chico de los audífonos. [Borrador].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora