El desplante

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Después de los desplantes de mi hija, la situación con Kyd necesita claridad, como para que no piense que el muchacho es un lobo disfrazado de cordero. Resulta evidente que Lavanda se opone a esa pequeña amistad que tengo con el joven.
Por otra parte, ella ha entendido que no se trata de un fraude virtual. Ella misma ha leído minuciosamente y sin mi consentimiento cada mensaje que me ha enviado Kyd y pudo comprobar que no hay razón para enloquecerse, ya que el joven es tan humano como cualquier persona. El hecho nuevo es que después de haber leído cada chat, ella me haya propuesto que sería bueno crear una cuenta falsa para ver si también pisa el palito. Por lo tanto, el fondo de la cuestión es que Lavanda pone en duda su honestidad y ahora todo se ha convertido para ella en una cuestión de franqueza y valimiento.

Pero para restaurar esa llaneza, yo me pregunto que debería hacer para que mi hija ya no se preocupe por las tonterías que hablo con Kyd. En verdad, Lavanda siempre fue una chica insistente, de armas tomar, pero en este momento ella ha monopolizado el asunto cuando no debería ni siquiera importarle.

Lamentablemente, lo que ella va a hacer no servirá de nada. Pero si para ella es una herramienta útil, la dejaré hacer su investigación «policial», como ella dice.

—¿Qué nombre le puedo poner? 

—¿Cómo dices? —pregunté inquieta.

—¡Mamá, estoy haciendo el perfil falso para que caiga ese canalla!

—Verdaderamente no sé que decirte. A mí esto me parece una pésima idea... Póngale un nombre creíble.

—¿Qué es un nombre creíble? —preguntó secamente mi hija.

—No lo sé, hija. Ponele el nombre que te guste.

—Algo así como Laura o Pamela o Sofía. Acordate que debe ser latina, porque Kyd habla en castellano.

—Bastaría que se comporte inequívocadamente.

—Pues eso es lo que pasará. ¿No entiendes que Kyd puede estar engañando a cientos de señoras de tu edad al mismo tiempo?

—¿Y qué sugieres que haga?

—Quiero que lo bloquees. Ese muchacho no representa, pues, nada...

Lavanda se levantó de su silla y se plantó frente a la ventana.

—Sencillamente te pido que no te enfoques en este chico. Hay que hacer otras cosas, aún tenemos que sacar las decoraciones de halloween para poner las navideñas —dije desviando el tema.

—Ordenar y limpiar... ¡Uf! —haciendo un mohín de desaprobación, Lavanda agrega rápidamente:— Estará todo listo para cuando llegue la prima Lo ¿Sí? Yo haré todo lo posible por terminar antes que ella llegue al país. Quédate tranquila.

En el resto del fin de semana largo mi hija se ocupó de limpiar cada centímetro de la cocina con agua caliente y cloro. Había puesto a los Rolling stones a todo volumen y tanta bulla no me dejaba ni pensar. Abrí mi laptop y leí un poema que Kyd había escrito para mí:

«Tienes la belleza efímera de las rosas más costosas... »

Emocionada, sentí un hormigueo desde mi nuca hasta la planta de mis pies... Cerré los ojos e intenté visualizar una escena romántica, mirando el firmamento dejando caer la oscuridad tomada de la mano del joven Kyd... Abrí los ojos y el rostro de mi hija estaba cerca de mí... Luego estalló el mal humor de Lavanda y el clima se cortó abruptamente.

—¿Qué le pasa a este pelotudo? —chilló mi hija.

Hice un esfuerzo para no decir nada.

—Nada, hija...

Ella sacó su celular del bolsillo del pantalón de trabajo y se quitó los guantes de goma que estaba usando para fregar las ollas.

Intenté controlar mi nerviosidad y apagué su reproductor de música. Con una calma majestuosa ella se acostó en el sofá y comenzó a escribir en su movil. Me miraba de reojo y sentía como ella estaba ofendida.
Lavanda subió sus cejas, abrió su boca y luego volvió a cerrarla. Sus ojos estaban escandalizados con un peculiar brillo fugaz.

Mi laptop seguía sonando. Mi hija exhaló un prolongado suspiro.

—¿Estás hablando con Kyd desde una cuenta falsa? —vacilé antes de proseguir. Luego dije rápidamente:—... no lo engañes... él no merece que le hagamos esto. Por favor olvídate de él.

—¡Dios mío! Solo le pregunté en donde vive. En fin... déjame interrogarlo por mi parte.

—¡Ja! Ni siquiera yo le he preguntado en que país vive —completé, llenando mi taza con café negro. Me di vuelta y vi el rostro de mi hija enrojecido.

—¿Mamá, sabías que Kyd es paraguayo?

—No lo sabía, y ahora me pregunto por nunca lo mencionó. Pero ¡por Dios! ¿Por qué no se lo pregunté antes?

—Yo le diré que también soy paraguaya pero que vivo en Estados unidos...

—Bien ¿Y? ¿Solo esperas que coquetee contigo para confirmar que solo busca una patrocinadora?  —dije lanzándole una miraba soberbia.

—Por supuesto, mamá.

—¿Qué quieres que diga?

—Nada, solo busco evidencia de que este estúpido poeta te está usando... —contestó mi hija.

Yo me reí burlonamente.

—Tú solo quieres revolotear como mosca arriba de un trozo de carne. Eso me parece monstruoso.

—Le he preguntado si tiene alguna amiga estadounidense.

Al oír eso la boca se me secó abruptamente.

—¿Y qué te respondió? —pregunté deseosa de saber.

Lavanda estiró su brazo para alcanzar los cigarrillos mentolados y el encendedor.

—No contesta. Tal vez está intentando elaborar una buena respuesta.

Me serví otro café, lo tragué de un solo golpe que me dejó obnubilada. Lavanda encendió su cigarrillo y arrojó el encendedor hacia la mesita ratona. Aprovecho para meditar y calmar mis ansias.

—Bueno, parece que de ha desconectado. Vayamos al supermercado y no perdamos tiempo con este plan malogrado —dije y lancé un bufido.

Lavanda permaneció inmovilizada con el celular frente a sus ojos y dijo:

—Él dijo que se tiene que desconectar porque tiene que cerrar una canilla.

—¿Fue a cerrar un grifo? —pregunté desorientada.

—Parece una broma divertida, pero no lo es. Este tipo es raro —dijo Lavanda lanzando una mezcla de asombro y desaprobación.

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Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Where stories live. Discover now