Olvidar para siempre

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Han pasado dos meses desde la última vez que tuve noticias de Dolores, y aunque el tiempo ha transcurrido, la traición sigue pesando en mi corazón.

Trato de seguir adelante, enfocándome en el positivismo y pero el dolor sigue latente en mi cabeza. Siento que no puedo más con mi vida.

Un día, mientras mi hija navegaba por las redes sociales, algo le llamó la atención. Una publicación en el perfil de Dolores muestra fotos de ella y Kyd juntos, sonrientes, viviendo aparentemente una vida feliz en Buenos Aires. La traición golpeó como un puñetazo en el estómago, mientras observaba las imágenes con incredulidad.

—¡Mamá, Dolores y Kyd están viviendo juntos en Buenos Aires! —exclamó, mostrándole la publicación en su laptop.

Lavanda frunció el ceño, su expresión era como un reflejo del shock y la ira que sentía.

—¡Esto es una pesadilla! Tengo que llamar a nuestros familiares en Argentina para confirmar esto —declaro, sacando mi teléfono del bolsillo de mi saco de lana.

—Encima tienen un gato —dijo mi hija con la boca abierta.

Se pasó la mano por su frente.

—Será un cretino, cuando le dije que Memín era mi consentido, Kyd dijo que no soportaba a los felinos porque era alérgico.

Le di mi celular a Lavanda para que realice la llamada, mi mente daba vueltas con las implicaciones de esta traición. No solo Kyd había mentido sobre su relación con Dolores, sino que también había mentido sobre ser alérgico a los gatos y eso me había puesto colérica.

Poco después, Lavanda regresa con una mirada sombría en su rostro.

—Mami, es cierto, Kyd está viviendo en Buenos Aires con Dolores. El tío Claudio lo confirmó. Además, parece que están trabajando juntos en un frigorífico de chacinados —me informó con su voz llena de disgusto.

—Pero que sorpresa... —continúe— debí saber que pasaría esto.

La noticia nos cayó como un ladrillo al piso, llenando la habitación de un silencio pesado y cargado de emociones.

Kyd no solo nos había traicionado a mí y a mi familia, sino que también había despreciado nuestra confianza y nuestros sentimientos.

—Lavanda, ¿qué vamos a hacer al respecto? —preguntó, sintiendo la necesidad de actuar o de hacer algo para detener esta traición.

Lavanda me miró con determinación en sus ojos.

—Creo que es hora de que te deshagas de Kyd de una vez por todas. ¿Por qué no consideras casarte con Jaime? Él te ama y te respeta, y nunca te haría daño como Kyd lo hizo —sugiere con su voz llena de firmeza.

La idea de casarme a esta edad con Jaime me causaba escalofríos, pero a medida que reflexiono sobre sus palabras, sé que ella tiene razón. Kyd ya no tiene lugar en mi vida, y es hora de seguir adelante hacia un futuro más brillante y lleno de amor verdadero.

—Hija, vos deberías empezar a tener citas, estás en edad de formar una familia —dije, mientras la tomaba de la mano.

—¿Con quien, mamá? —dijo frunciendo el ceño.

—Podemos ir con la casamentera... —respondí simplemente esperando un comentario irónico por parte de ella.

—No me parece algo muy espontáneo que digamos, es demasiado forzado tener citas programadas por una tercera persona —dijo mi hija mientras se ponía el uniforme.

Tú eres muy segura de ti misma, debes intentarlo —insistí.

—Ni te molestes, mamá... Y ahora con todo este drama de Kyd me doy cuenta que los hombres son unos idiotas. ¿Para qué intentar conocer a alguien si al final ante la primera dificultad te puede cambiar hasta con tu propia prima o tía?

Tuve la sensación que era mejor no insistir. Lavanda estaba transpirando tanto y se estaba poniendo mucho desodorante en aerosol.

—Sí...sí ...—exclamé, con la mirada caida.

—Bueno, estos cretinos ojalá que sean felices —murmuró mi hija.

—Sí, que tengan lo que se merecen en esta vida. ¡Qué tengan una buena vida! Querido Dios en el cielo; queridos los que están de romance en Argentina, abajo, los tigres, los falsos alérgicos a los gatos y los poetas estúpidos... ¡Qué Dios cuide mi salud mental después de toda esta mierda! —empecé a decir en forma de oración religiosa.

—Mamá, prométeme que vas a tirar a la basura los poemas escritos que trajiste del Paraguay —me imploró con una voz tajante.

—¿Acaso creés que me negaría? —exclamé con asombro.

Lavanda meneó negativamente su cabeza.

—Debes hacerlo. Hagamos de cuenta que nada de esto nos afecta, mamá.

Levanté los ojos y le dije:

—Siento que tengo que asumir la responsabilidad de que Kyd se haya ido con otra.

—Asumir la responsabilidad ¿ante quién?... Si vos... Vos hiciste lo que pudiste y hasta viajaste durante 18 horas para ir a verlo al Paraguay —dijo con voz cortante.

—Sí. Y exactamente por eso me da mucha ira. Fue todo en vano y encima se fue con otra —respondí sintiendo irritabilidad.

—Perdón, no se fue con otra, se fue con Lo por venganza. Me parece muy mal, eso solamente lo hace una basura de hombre —respondió irónicamente.

—Dolores si que supo disimular su malicia —dije.

Un silencio incómodo se instaló en la sala. No dijo nada y salió rumbo al trabajo.

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Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora