Revelaciones y dramas

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El sol se ponía lentamente en el horizonte mientras estaba sentada en la terraza de mi casa, disfrutando de la brisa cálida de la mañana, mientras la ropa se secaba al sol. Estaba sentada bebiendo un té con limón con galletitas de miel, mientras hacía una videollamada a pedido de Kyd, pero algo en la expresión del muchacho me decía que no todo estaba bien.

—Rosanelda, necesitamos hablar — dijo Kyd, su voz grave y seria.

Mi corazón se aceleró ante su tono preocupado.

—¿Qué sucede, Kyd? ¿Qué te pasa? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrer mi columna vertebral.

Kyd se tomó un momento antes de responder, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.

—Anoche recibí un mensaje de alguien llamado Jaime. Dijo que estás engañándome con él —dijo, con su mirada penetrante clavada en la mía.

Mis ojos se abrieron de par en par en shock y incredulidad.

—¡Pero que carajo! ¡Eso es imposible! —chillé.

—Para mí es un estúpido y la gran estupidez es que tú lo besaste —dijo con la mirada inquisidora.

—Lo sé, haber besado a Jaime fue un error —dije y mentí, ocultando que aquel beso se había duplicado recientemente.

—Tú tienes la culpa por darle vía libre a ese chanta, hijo de puta —gritó Kyd con las pupilas dilatadas.

—Jaime es el compañero de mi hija, Lavanda. no entiendo por qué diría algo así—respondí, tratando de mantener la calma a pesar de la creciente sensación de pánico en mi pecho.

Kyd frunció el ceño, claramente perturbado por la situación.

—No lo sé, Rosanelda. Pero esta situación es demasiado extraña para ser una coincidencia —dijo, su voz llena de angustia.

Un escalofrío recorrió mi espalda mientras las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar en mi mente.

—Kyd, creo que Lavanda y Jaime podrían estar tramando algo en mi contra. No puedo explicarlo de otra manera —dije, mis manos temblando ligeramente.

Kyd asintió lentamente, su expresión estaba demasiado seria.

—Tienes razón, Rosanelda. Necesitamos descubrir la verdad detrás de todo esto —dijo y su determinación palpable en cada palabra.

—Si te contactó por la web, simplemente, deberías bloquearlo —dije con nerviosismo.

En mi mente comencé a trazar un plan para enfrentar a Lavanda, Jaime y Dolores sobre sus acciones. No podía creer que mi propia familia estuviera conspirando contra mí de esta manera, pero estaba decidida a descubrir la verdad y salvar nuestra relación con Kyd.

Lo que descubrimos a continuación nos dejaría sin palabras y cambiaría todo lo que pensábamos que sabíamos sobre las personas en quienes confiábamos.

Los tres me confesaron que al ver que todo lo que pasaba con Kyd era real, había que encontrar la forma de poner palos en la rueda para que ese sueño de verano acabe de una vez.

Después de la impactante revelación sobre el intento de sabotaje por parte de Lavanda, Jaime y Dolores, Kyd y yo nos encontrábamos en un estado de incredulidad y confusión. Había confrontado a Lavanda y a los demás, y las explicaciones que ofrecieron solo sirvieron para confirmar que solo querían embarrar la cancha para que yo desista de mi relación con el paraguayo.

Sin embargo, aunque estábamos más unidos que nunca, una sombra de duda comenzó a extenderse entre nosotros. Lavanda había mencionado algo sobre unas fotos que el compañero de mi hija había visto , y la idea de que algo turbio pasaba, empezó a rondar en mi mente.

Una tarde, mientras caminábamos por el parque, Jaime me vió y me detuvo suavemente y me miró a los ojos con una expresión seria.

—Rosanelda, necesito contarte algo —dijo, su voz cargada de incertidumbre.

Sentí un nudo en mi estómago mientras esperaba su pregunta. Sabía que él había buscado en la web a Kyd para decirle que yo lo engañaba con él, sin embargo quise hacer como si nada hubiese hecho en mi contra. Entonces me callé y decidí oír lo que que quería decirme.

—Por supuesto, Jaime. ¿Qué te pasa? — respondí, tratando de ocultar mi propia ansiedad.

El policía suspiró antes de continuar.

—Recibí unas fotos de alguien que afirmaba ser la amiga de Kyd, una tal Larissa. Ella me buscó en las redes y me mandó fotos del paraguayo con otra mujer —dijo, su mirada buscando la mía en busca de alguna respuesta.

Mi corazón dio un vuelco en mi pecho mientras trataba de procesar lo que estaba escuchando.

—¡Eso es imposible! Él no tiene  ninguna relación con nadie más —exclamé, mi voz llena de angustia.

Jaime asintió lentamente, pero pude ver la sombra de duda en sus ojos.

—Lo sé, Rosanelda. Pero estas fotos en la cama ... son bastante convincentes —dijo, con su voz vacilante, para instalarme el terror en mí cabeza.

Una oleada de frustración y confusión me invadió mientras luchaba por encontrar una explicación razonable.

—Esto debe de ser parte de tu plan para sabotear mi relación con Kyd. No puedo permitir que tus mentiras nos separen —grité, tratando desesperadamente de sacármelo de encima.

Jaime me miró fijamente por un momento antes de asentir lentamente.

—Infelizmente, no tenés razón, Rosanelda. No podés dejar que ese estúpido poeta te engañe solo porque tiene una vida secreta que vos no podés ver —dijo, su determinación volviendo a encenderse en sus ojos.

—Yo no quiero ver esas fotos, yo sé que todo esto es una farsa —dije casi sollozando.

—Tarde o temprano las verás y también tendrás que dialogar con esta amiguita que tiene Kyd. No te sientas culpable por nosotros, siéntete traicionada por este inmundo poeta que juega con vos cuando él se le antoja hacerlo —agregó con un tono rudo y fuerte.

—Estoy harta de tanto drama. ¡Vayanse a la mierda! —exclamé y salí casi trotando hacia mi casa.

Me aferré a la esperanza de que podía superar esta última prueba y demostrar que nuestro amor era más fuerte que cualquier mentira o engaño. Pero la sombra de duda seguía acechando en el fondo de nuestras mentes, amenazando con socavar todo lo que habíamos construido juntos. Entonces decidí llamar a Jaime para que me envie las fotos, así poder acusar a Kyd con pruebas.

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Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora