Lo que no pensé que iba a pasar

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El resto del fin de semana largo nos pasamos limpiando y preparando la casa para la llegada de Lo. Primero, conseguimos que Jaime nos ayude a armar la cama de madera de pino en la habitación de invitados. Abruptamente, Jaime sintió la necesidad de salir de mi casa para hablarme en privado en la vereda. Me dijo que estaba enamorado de Lavanda, luego abrió los ojos espantado y se fue. Ni siquiera tuve tiempo de darle las gracias.

—Jaime parece un cobarde para ser un policía...—mencioné al cerrar la puerta de casa.

Lavanda hizo un esfuerzo para no responderme.

En la noche llegaría Dolores. Abrí la ventana de la habitación frente al jardín delantero, y aspiré una bocanada de aire fresco. Sobre un árbol de moras había un pájaro, picoteando los frutos. Levanté los ojos hacia el cielo colmado de nubes negras, los gorriones piaban esperando la lluvia. Suspiré:

—¡Quisiera ser como ellos y volar!

Decidí subirme al auto para ir al supermercado, todavía había que llenar las alacenas y la heladera con productos. Cuando llegué al negocio, tomé un carrito y pude ver a un muchacho con el uniforme de policía. Era Jaime, que también estaba comprando comida. Me pareció muy extraño, me vió y vino con su carro hacía mí.

—Señora, perdóneme por intervenir de nuevo, pero quisiera que no le diga nada a su hija. Creo que es un amor no correspondido... —Su voz se volvió séria, pero también pude notar que temblaba del miedo— siento que Lavanda busca otro tipo de hombre.

—Jaime, me aburre escuchar tu sermón de que mi hija no te quiere. Quizás te querrá en el futuro...

—Pero no quiero decirle la verdad y estropear todo... y tampoco es el momento adecuado —terció el policía—. Además, creo que su hija está interesada en el comisario mayor.

—¿Qué dices? —exclamé.

—Pues, nada —dijo y mintió.

El pasillo del supermercado olía espantosamente a queso y embutidos.

—Mejor después de hacer la compra, deberíamos ir a tomar un café.

Me volví con rapidez puesto que no soportaba el olor del jamón ibérico y seguí derecho hacia el pasillo de los productos de limpieza.

—Suena bien, de acuerdo —dijo Jaime mientras llenaba su carrito de detergente de vajilla, jabón en polvo y lavandina.

—¿Tú limpias mucho? —pregunté con duda.

—Mis padres fallecieron y ahora vivo solo. Tengo que mantener la casa impecable como le prometí a mi madre...—me dijo él, mientras leía las instituciones de un aerosol limpia hornos.

Una calma majestuosa se apoderó de mí, entendí que un hombre limpio vale por tres.

—Lo siento mucho, muchacho. Si me permites, el problema hoy es que mi hija no le gusta la limpieza. ¿Podrías hablar con ella de eso?

El policía abrió los ojos como dos naranjas, sonrió pícaramente y dijo:

—Podría ir a su casa y limpiar su cocina. Tengo los mejores productos anti-grasa en mi casa —dijo totalmente emocionado.

—Bueno, ven —le dije con precaución— si eso te pone de buen humor...

—Me agradas, señora Moon. No tenía idea que tú eras de este modo —dijo esbozando una sonrisa.

—Lavanda tiene mucho por cambiar, ella no quiere crecer, quiere ser suelta como una gallina... —dije con un mohín de desaprobación.

Y él replicó:

Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Where stories live. Discover now