Saber perdonar y olvidar

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Kyd había decidido terminar conmigo. Dijo que lo último que esperaba era que haya tenido un discreto adulerio, también mencionó que no quería soportar la exhibición de mis actos profanos. Que es probable que mi supuesta infidelidad, se haya transmitido entre susurros entre chismes y rumores vecinales.

Por un lado tenía razón, es probable que los secretos sean ventilados hasta por el propio Jaime. Todos los seres vivos afrontamos los desafíos del amor y somos como una planta que no puede desclavarse el suelo para ir a buscar a su media naranja o por lo menos así me siento yo.

A veces necesitamos a la distancia, aunque esa misma distancia puede ser nuestro mayor desafío. Como toda buena historia de amor, esta también tiene sus conflictos...

A veces necesitamos aliados y cuando no lo tenemos nada se lleva a cabo porque no tenemos ayuda externa.

Dentro de mis canales auditivos podría escuchar una voz que funcionaba en forma de radio que me repetía constantemente que tenía que sentarme en la computadora y pedirle disculpas a Kyd. En mi mente se habían almacenado nuestros secretos como enredadera salvaje y ya no podría vivir tranquila.

Con el correr de los días, los colores y el aroma de la vida, se habían apagado de una forma desproporcionada. ¿Qué fue primero el amor o la traición? Me sentía tan mal y desesperada, sumiéndome en un desconsuelo, en la aflicción absoluta de una mujer que fue abandonada con el corazón roto. Ahí pasé unas semanas sentada en una mecedora de madera tallada, viendo por la ventana del comedor hacía afuera, casi inmovilizada, leyendo libros del año del ñaupa y tomando café.

Dolores sabía lo me pasaba, ella se había hecho cargo de cocinar y de lavar la ropa y los platos. Mientras tanto la sala acumulaba mugre. El piano vertical estaba cubierto por una fina capa blanquecina de polvo y la lámpara de pie plateada había comenzado a parpadear.

Solo pensaba que esta pausa precedía a un nuevo comienzo, pero no quería escribirle. Pero sabía que algo estaba pasando cuando vi a Lavanda que inclinaba la cabeza y esbozaba una sonrisa maquiavélica cuando estaba escribiendo en la laptop.

—Mamá tenés que aprender a relajarte y no hacer de una cosa pequeña e insignificante, una tragedia... —Su voz empezó a temblar, pero Dolores y yo pudimos percibir claramente que Lavanda estaba chateando con Kyd— hay que perdonar y olvidar.

En ese momento Lo se levantó y fue a la cocina por un vaso de agua y pasó por detrás de la silla de Lavanda. Ella abrió los ojos como dos naranjas y me levantó el pulgar.

—Es posible, tal vez me haría bien retomar de nuevo con la yoga para tranquilizarme y mantenerte enfocada.

—Si, tía —asintió Dolores— tienes razón.

Me encogí de hombros esperando que Lavanda termine de digitar.

—Vete a Paraguay —me instó mi hija—. Puedes pasar unos días en un petit hotel y luego veremos.

—¿Qué dices? —aullé—. Está muy claro que estás hablando con el paraguayo.

—Depende...¿Te vas a enojar conmigo o no?

—No sé con exactitud. Sos la misma entrometida de siempre... —dije levantando la vista.

—No mamá, no pienses mal. Está vez no me estoy haciendo pasar por vos —dijo Lavanda con descaro— él sabe que soy yo.

—Si eso es verdad, convendría que no tengas confianza con él —dije en forma sarcástica—. Tenés que contarme todo, yo quiero saber que te dijo.

—Parece que la tía tiene muchas inquietudes ¿no? —dijo Lo con una emoción profunda.

—Creo que estoy achispada.

Una pequeña chispa surgió desde mi corazón, fue como una agradable sensación que me hizo ponerme de pie e ir al desván a buscar dos botellas de champagne, champagne que tenía guardado hace más de una década y que lo tenía guardado para cuando mi hija se casara.

—Me gustaría tener buenas noticias con más frecuencia para poder beber champagne —gritó Lavanda con emoción.

—¿Y bien? —murmuró Dolores débilmente.

—Soy una especialista en hacer que las personas declaren la verdad —dijo Lavanda soltando una risa sacarrónica.

—¡Ja! Eso dices porque sos una oficial de policía —se sonrió mi sobrina— así cualquiera consigue el poder.

Cuando Lo dijo eso, mi hija le cambió el semblante y se río estrepitosamente.

—Kyd me dijo la verdad, porque yo le dije que esta sería su última oportunidad de hablar sobre sus sentimientos o de lo contrario borraría todo rastro de mamá en la web —insistió obstinada.

—¿Lavanda estás demente? ¿Por qué le dijiste eso? ¿Creés que en verdad yo le haría eso?

—Ay, má... —exclamó en un tono quejumbroso, mientras se servía otra copa de champagne.

—Tía, está vez el fin justifica los medios. Déjala contar la historia por favor —dijo Lo mientras cruzaba sus brazos sobre la mesa.

Abrí mi boca para contradecirle, pero medité durante cinco segundos y apreté mis labios sobre mi copa.

—Bueno, déjenme decirles que Kyd está sufriendo más que vos.

—¿Más que yo? —exclamé con tristeza.

—¿Si Napoleón pudo conquistar El cairo y Alejandría y ganó la batalla cerca de las pirámides, por qué un joven normal no puede conquistar tu corazón? —intercaló Dolores.

—Me parece imposible que Kid me haya perdonado por besar a Jaime. Simplemente, pensé que me tenía rencor.

—Sí, un rencor superfluo —dijo mi hija.

Aproveché esos segundos para pensar que a lo mejor ya estaría libre de culpas.

—Kyd dice que eres la más hermosa del mundo... y para mí, ahora dice la verdad, lo dice porque le generaste un silencio en su mente y en su corazón —dijo Lavanda sin vacilación.

Aproveché ese momento para hacerle la última broma a mi hija.

—¿Usted se está volviendo una blandengue?
Y está vez me contestó con una evasiva:
—Mamá soy policía y no soy boluda. Mamá te comportas escandalosamente. Kyd, es un muchacho bueno que dice que te ha perdonado.

—¿Ahora puedo salir de la oscuridad, comprar un boleto e ir a Asunción a visitarlo? —le eché en cara y luego me pareció completamente diferente.

Dolores inclinó lentamente la cabeza en sentido afirmativo. En mi interior me puse feliz porque por fin tenía a mi hija como aliada.

—Es una opción para sacarte todas las dudas rápidamente —inquirió Lavanda, mientras se servía la última gota de champagne.

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Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Where stories live. Discover now