Un beso en nochebuena

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Con mi sobrina en casa, mi hija fue muy hábil para contarle los chismes sobre Kyd de una manera muy densa y esto también le proporcionó datos a Jaime para luego tener nuevos temas de conversación gracias a Lavanda que le dió esa posibilidad de competir de alguna manera con el joven paraguayo.

Lo que el joven policía no sabe es que Kyd escribe poesías magníficas y muchas melodías de alto nivel. Es por eso que nos dió una alquimia mezclando lo seguro con la sensibilidad que yo tengo en común por su arte.

También tenemos ideales en común, nos gusta la música clásica de Mozart y es notable que esto no ocurre por la rapidez de la acción al charlar en línea, es algo así como una mezcla de géneros, porque todas estas pláticas informales lo volvieron un chico muy serio.

Mi hija cree que con Kyd solo iría a presenciar una comedia, pero sin embargo aunque digan que nuestra unión podría ser una payasada o bien todo lo contrario, con misterio y acordes dramáticos, es algo que yo tendría que vivir en carne y hueso.

Desde que él llegó a mi vida, mi hija creyó ver signos de urgencia, pero al contrario de lo que ella percibe, yo siento una gran energía y al mismo tiempo una conección magnífica.

Lo que hace que mi interés crezca es que sus poemas y pinturas son de una calidad sorprendente. Para mí todo esto es fascinante por su corta experiencia en las artes. Pero lo que me enamoró en realidad es su carácter inquietante y su entusiasmo. Es la única persona que me espera y aunque demore en responderle me saluda con gran ovación. Esto me recuerda a los avances de las telenovelas actuales que sumergen al público en una especie de romance prohibido. Algo parecido me propone Kyd con su charla diaria.

.....

Poco tiempo después llegó la cena de nochebuena, Jaime llegó temprano con un traje de tweed beige. Trajo una bandeja de quesos envuelta en un plástico film y un vino frutal color rosa.

Después de abrile, me dirigí a mi habitación para ponerme un vestido de terciopelo azul y maquillarme, pero como de sorpresa vi a mi hija sentada en mi escritorio digitando a toda prisa en mi computador.

Lo siguiente que ella hizo con la laptop es tomarla y darle un sitio privilegiado en la casa, colocándola en el comedor a la vista de todos. Ella buscaba la forma de que Dolores y Jaime vieran su perfil y sus fotos. Cuando ellos dos vieron quien era el misterioso Kyd se echaron a reír como dos hienas estúpidas.

—Rosanelda, mi querida —dijo Jaime —,no debes arrodillarte ante este individuo. Se nota que no es de tu categoría.

—¿Perdón? —dije.

—Ese tipejo es un mamarracho y tu eres una dama refinada —dijo en un tono risible y también agregó las siguientes palabras: Voy a ir hasta tus labios y te besaré.

Caminó deprisa esquivando las sillas del comedor mientras todos los demás estaban con la boca abierta por el asombro y me besó.

Ese beso me hizo volver a recordar tiempos pasados, su maravilloso tacto lo condujo hacia un podio imaginario.

—Tienes labial rojo por toda la cara —dijo Dolores.

—Vaya, que situación tan excéntrica... —dijo Lavanda resoplando.

—Ese beso fue caluloroso y efusivo —agregó Lo.

Mientras Jaime habia ido al baño a lavarse la cara, yo aproveché la distracción de todos para tomar la computadora y esconderla bajo mi cama. Finalmente me puse el vestido y los zapatos dorados de tacón alto. Cuando llegué a la sala me puse un fino delantal blanco con ribetes y volados en color rojo.

—Rosanelda... estás estupenda —dijo Jaime mientras abría sus ojos como dos naranjas.

—Tía, ve a retocarte el maquillaje —balbuceó mi sobrina.

Volví del baño con el rostro perfectamente maquillado dejando una estela de mi perfume favorito de Channel.

—¡Semejante belleza... semejante diosa! —murmuró Jaime sin tener dominio de sí mismo.

—¡Deja de babear! —chilló mi hija mientras cargaba la fuente del pavo.

—Eso será difícil, hijastra. Tu madre es demasiado bella, como usted sabe, me tiene eclipsado —dijo Jaime y luego esbozó una sonrisa pícara.

Una sonrisa cómplice revoloteó fugaz por su rostro.

—Estoy fatigada para tener que oír estupideces... —cuchicheó Lavanda cerca del oído de Jaime—. Comamos juntos esta deliciosa comida que hizo mi mamá.

—Quizás tenga que acostumbrarme a esta rica comida. Lo digo sinceramente. Usted prepara platillos con un maravilloso sabor. Hace tanto que no como pavo, desde que vivo solo... —dijo Jaime con su semblante sério fijando la vista en su tenedor.

Dolores puso en medio de la mesa unas botellas de cerveza con aire triunfante y dijo:

—Basta de tristeza, coman y beban que hay mucho más...

—Dolores... el niñito de Jaime no debe beber alcohol de alta graduación alcohólica. Ponga un poco de gaseosa cola en su vaso —dijo Lavanda.

—¿Acaso tienes miedo que me emborrache? —dijo sorprendido—. Pero es la cena de nochebuena... —Se interrumpió poniéndose su rostro de color rojo.

—Tú bebe hasta que te caigas de la silla —agregó Dolores con calma—. Es navidad y es tiempo de pasarla bien y disfrutar.

—¡Jua! Creo que alguien ya disfrutó demasiado por hoy —dijo mi hija haciéndose la graciosa—. Quiero beber a la salud de todos nosotros...

Jaime no pudo seguir bebiendo ya que mi hija levantó su dedo y lo movió con un gesto negativo.

—Perdón —murmuró el joven.

—¿Acaso crees que Lavanda es tu madre?  —gritó Lo.

—¿Cómo? Ella es mi compañera y colega de trabajo —dijo Jaime mientras se servía ensalada de papa, zanahoria y huevo duro.

—Lo soy, pero vos a veces te comportas de una forma demasiado infantil y te recuerdo que somos policías —dijo Lavanda haciendo énfasis en la última palabra que pronunció.

—Prima, si que eres intensa... —suspiró Dolores.

Los copos de nieve se arremolinaron con el viento y el vidrio esmeralda de la ventana del comedor se volvió negro. Intenté imaginarme a Kyd y su nochebuena extra calurosa en su país natal. Parecía que ese beso no había cambiado mi presente. Mi mente estaba en Kyd.

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Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora