El dolor de la traición

771 179 76
                                    

Habían pasado dos meses desde que corté todo contacto con Kyd, y aunque el tiempo ha pasado, el dolor de su traición seguía ardiendo en mi mente. He intentado seguir adelante, centrarme en mi familia y en Jaime, pero cada vez que pienso en él, siento una punzada de dolor y de decepción.

Sin embargo, descubrí que el dolor aún no ha terminado cuando Dolores, mi sobrina, se acercó a mí con una expresión nerviosa en su rostro para decirme:

—No me siento muy bien hoy —dijo mi sobrina, mientras barría el piso.

—¿Qué sucede, Dolores? ¿Estás bien? — pregunté preocupada por su tono inusualmente serio.

Dolores exhaló profundamente antes de continuar.

—Tía, hay algo que necesito contarte. He estado hablando con un chico de mi país en secreto —confesó con una voz temblorosa.

Mi mente se detuvo por un momento ante sus palabras.

—¿Qué? ¿Pasa algo, Dolores? ¿No entiendes lo peligroso que es? —exclamé luchando contra el pensamiento que amenaza con consumirme.

Dolores bajó la mirada, visiblemente avergonzada.

—Lo siento, tía. No pensé que sería un problema. Pero me enamoré de él, y ahora tengo desistir y no haré la ciudadanía Americana —dijo Lo.

—¿Entonces tratas de decirme adiós porque vas a regresar a Argentina? —pregunté con los ojos llenos de lágrimas.

—Así es, voy a volver y espero que no te moleste. Mi intención era conseguir la ciudadanía para poder laburar y ayudarte a pagar las cuentas, pero es mejor regresar y así poder conocer a este chico en persona —explicó mientras pasaba el trapeador con lavandina y agua por el piso.

En realidad estaba furiosa con ella por su imprudencia por enamorarse de un desconocido en línea, pero también pude ver el dolor en sus ojos por no cumplir con lo que había dicho.

—Dolores, entiendo que te quieras ir y es lo mejor ya que te pasaste de los tres meses que deberías haber estado en este país, pero ten en cuenta que te extrañaremos un montón.

                            .......................

Pasaron 30 días luego de la partida de Dolores.

Mi hija Lavanda entró en la casa, sosteniendo su teléfono con una expresión de furia en su rostro, mientras estaba tomando un café con Jaime en la mesa del comedor.

—¡Miren esto! ¡Dolores y Kyd están juntos en Buenos Aires —gritó, mostrándonos las fotos en su teléfono.

Un fuego ardiente de ira y traición ardió en mi interior mientras observaba las imágenes.

—¡Eso es inaceptable! ¡Lavanda, cómo pudieron traicionarme de esta manera! — exclamé, sintiendo como la traición de Kyd se vuelve a encender en mi interior.

—Espera, voy a llamar a Lo —dijo mi hija mientras dejaba la chaqueta en la silla.

—Háblale calmadamente a Lo, no la asustes o no te contará nada —dijo Jaime.

—¿Entonces, el chico argentino que Lo mencionó era un invento de ella? —pregunté al policía.

—No lo sé, a parte... eso no es de tu incumbencia. Si Dolores quiere tener un romance con Kyd, es mejor para mí así ese chico comenzará a tener una novia de verdad y te dejará de molestar a ti para siempre —dijo Jaime, frunciendo el ceño.

—Si tiene un romance con el paraguayo tendrá que explicarme por qué me mintió en la cara —bramé.

—Nosotros estamos juntos y no me importa lo que hace Kyd con su patética vida en Argentina —chilló Jaime.

—¡Cállate!

—¡Cállate, tú, Rosanelda!

—¡No te metas!

—Yo ahora soy tu pareja —chilló Jaime.

—¡Ja! Nunca me pediste un noviazgo o compromiso —dije en un tono risible.

—¡Pero está en mis planes, Rosanelda! —gritó y golpeó la mesa con su puño.

—No te creo nada, vos solo te exaltas porque ves que tengo interés en Kyd —refunfuñé.

—¡Es que estoy harto de ese chico! —chilló Jaime.

—¡No me grites por favor! Yo sé que él no es argentino, él es paraguayo y debe haber una explicación para que ahora esté en Argentina —expliqué.

—Tal vez ya se mudó con tu sobrina y eso es todo —sentenció Jaime.

—¿De todos los hombres que hay en el mundo a esta chica se le ocurre conocer a mi ex?

—¿Tu ex? —ironizó el policía.

—Él me juró amor eterno y me regaló todos sus poemas cuando viajé a Asunción —le eché en cara.

—¿Y eso qué? Cualquier persona puede hacer poesía —dijo Jaime con la mirada enfurecida.

—Tú no sabes nada —le dije y cerré la puerta para no oírlo más.

Salí al patio para hablar con Lavanda.

—Dolores no quiso decirme nada, dijo que no revisemos sus fotos y sus publicaciones —dijo mi hija.

—Es que yo quiero hablar con Lo, seguramente me dirá que está sucediendo —dije.

—Llamala por el teléfono de línea, ella está en su casa ahora —dijo Lavanda mientras entraba al comedor.

—Hablaré luego, cuando se vaya Jaime a su casa —mencioné nerviosa.

—Está bien, le diré que estás mal y que necesitas descansar un rato —dijo ella.

—Jaime es un cabeza dura y seguramente se enojará conmigo —dije.

—No importa, que se enoje, ese no es tu problema —murmuró Lavanda.

—Tenés razón, él no se tiene que meter donde no lo llaman —protesté.

Cuando se fue Jaime a su casa, decidí tomarme un baño caliente para relajarme, pero los nervios no me dejaban en paz. Entonces, salí de la bañadera, me sequé el cuerpo con una toalla y agarré el teléfono de la pared de la cocina para llamar a mi sobrina a la casa.

La confrontación con Dolores fue intensa y dolorosa, pero a medida que las palabras volaban, las lágrimas caían sobre mi rostro y queda claro que nuestra familia se mantendrá unida a pesar de todo. Aunque el dolor de la traición nunca desaparecerá por completo, sé que podemos superarlo juntos, unidos en nuestro amor y nuestro compromiso de protegernos mutuamente.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Where stories live. Discover now