Cuando la vida se pone difícil

746 175 49
                                    

Después de la conversación con Lavanda y de enfrentarme a la realidad de la traición de Kyd, me encuentro sumida en una profunda desilusión y depresión. Estuve pensando que es momento de tomar una decisión difícil, pero muy necesaria. Me niego a seguir adelante con lo que tengo con Jaime, pues solo me traerá más sufrimiento y ya estoy harta de estar así.

Esa tarde cité a Jaime en el café del barrio para tomar la merienda.

Él me mira con sorpresa, pero se une a mí en una mesa apartada.

—¿Qué pasa, Rosanelda? ¿Estás bien? — pregunta él con su voz llena de preocupación.

Respiro profundamente antes de continuar.

—Jaime, he tomado una decisión. No puedo seguir adelante con nuestra pesudo relación. Estoy demasiado desilusionada por todo lo que ha sucedido con los hombres en mi vida, y prefiero estar sola que mal acompañada —confieso, luchando por mantener la compostura y no llorar.

La sorpresa y el enojo se reflejan en el rostro de Jaime mientras asimila mis palabras.

—¡No puedes hacer esto, Rosanelda! ¡Te necesito y yo te amo! —exclama, su voz llena de desesperación.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras siento el peso de mi decisión.

—Jaime, no puedo ignorar lo que siento. La verdad yo no puedo superar a Kyd, y necesito tiempo para sanar mis heridas —admito, dejando escapar un sollozo.

La ira y los celos estallan en Jaime, su rostro se enrojece mientras se levanta de la mesa con furia.

—¡No puedes dejarme así! ¡Te arrepentirás de por vida! ¡Yo no soy un niñato sin trabajo, yo soy oficial de policía! —grita con fuerza atrayendo la atención de los demás comensales.

La vergüenza y el dolor me abruman mientras las lágrimas rodaban mojando  mis mejillas ardientes. Antes de que pueda decir algo más, Jaime levanta su copa de vino y la arroja hacia mí, empapándome por completo y dejándome avergonzada frente a todos.

—Estás enfermo, Jaime, ¿Qué te pasa maldito idiota! —chillé.

—Cierra la puta boca, puta loca —gritó Jaime sin remordimientos.

Los comensales y los mozos se quedan atónitos mientras me levanto temblorosa, sintiendo el ardor del vino en mi piel. Con la cabeza baja, salgo del café, sintiendo el peso de la vergüenza y el dolor de las heridas que aún no han sanado.

El frío del vino empapando mi piel y mi ropa se sentía como una agresión física a mi dignidad. Mientras caminaba hacia mi casa, sentía el desprecio de Jaime impregnado en cada fibra de mi ser. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Por qué me insultó tan feo?

Al llegar a casa, mi corazón aún latía con indignación y dolor. No podía soportar la idea de que alguien me tratara de esa manera, mucho menos alguien que supuestamente me amaba. Necesitaba justicia o simplemente olvidar lo que pasó.

Sin dudarlo, busqué a mi hija Lavanda en la casa, ella estaba en la cocina preparando una pizza de piña.

—Hija , necesito hablar contigo ahora mismo —le dije, con la voz temblorosa por la vergüenza de tener mi camisa mojada con vino tinto.

Ella me miró con preocupación, notando mi estado alterado y mi gran mancha en la ropa

—¿Qué sucede, mamá? ¿Qué te pasó? —preguntó, acercándose a mí con cautela.

Respiré hondo antes de continuar.

—Cité a Jaime en un café y él canalla me ha insultado y humillado en público. ¡Me arrojó la copa de vino! No puedo permitir que esto continúe. Necesito que hagas algo al respecto —le pedí a mi hija buscando su apoyo y su acción.

Pero en lugar de empatía y solidaridad, me encontré con la incredulidad y la crítica de mi propia hija.

—Mamá, acabo de colgar, Jaime me llamó y me dijo que quieres romper con él porque estás enamorada de Kyd —dijo Lavanda.

—Es verdad, necesitaba sincerarme. Estoy tan dolida y decepcionada que no quiero volver a tener una relación amorosa nunca más em mi vida —respondí genuinamente.

—¿Qué esperabas, mamá? Has destrozado el corazón de Jaime —replicó, con una mirada de reproche en sus ojos.

Me quedé atónita ante sus palabras, incapaz de comprender cómo podía justificar el comportamiento de Jaime.

—¿Lavanda, no te das cuenta él me humilló en público? ¿Cómo puedes defenderlo? Jaime me arrojó vino y me dijo puta loca —dije sintiendo como el dolor se convertía en indignación.

Ella sacudió la cabeza con firmeza.

—Estoy de acuerdo con la agresión física y verbal, pero el amor por vos es genuino, mamá. No puedes simplemente desecharlo por un romance en línea con alguien que ni siquiera te valora y encima te engaña con alguien de tu propia familia —argumentó y su tono estaba lleno de frustración.

Las palabras de Lavanda me golpearon como un puñetazo en el estómago. ¿Realmente pensaba que yo era la culpable de todo esto? ¿No podía ver el dolor y la injusticia que había sufrido a manos de Jaime? ¿Mi hija se volvió una protectora de su compañero de trabajo? ¿Por qué me hace esto?

Mi hija seguía insistiendo en su punto de vista, negándose a aceptar mi dolor como válido.

—Mamá, necesitas recapacitar. No puedes dejar que una fantasía con un estúpido poeta destruya una relación real y genuina —declaró con su voz llena de determinación.

—¿Por qué estás de su lado? ¿Por qué me ignoras? —dije y me fuí al baño para ducharme.

Abajo de la ducha, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos mientras sentía el peso abrumador de la traición y la incomprehensión. ¿Cómo podía mi propia hija poner en duda mi dolor y mi sufrimiento? ¿Cómo podía esperar que yo simplemente lo ignorara y volviera a la normalidad como si nada hubiera pasado?

Pero a pesar de mi dolor y mi confusión, sabía que tenía que mantenerme firme en mi decisión. No podía permitir que el abuso y el desprecio de Jaime siguieran en mi vida. Era hora de poner fin a esta relación tóxica y seguir adelante hacia un futuro donde mi dignidad y mi bienestar fueran lo primero.

Adiós Kyd, adios Jaime, adiós amor...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Where stories live. Discover now