Soy tu poeta

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Después de la angustiante conversación con Kyd sobre las fotos, sentí que necesitaba respuestas. No podía dejar que las dudas y la incertidumbre siguieran acechando nuestra relación. Decidí que era hora de enfrentar la situación de frente.

Larissa era la clave para desentrañar este misterio. Había sido quien me había enviado las fotos de Kyd en la cama con otra mujer, y estaba decidida a descubrir quién era esa mujer y qué estaba pasando realmente en Paraguay.

Con mente confusa, me preparé para hacer una videollamada con Larissa. Cuando la conexión se estableció y vi su rostro en la pantalla, mi corazón latió con fuerza. Me sorprendió su belleza, ella era rubia de ojos ambarinos.

—Oye, Larissa, necesito saber la verdad— dije, con mi voz temblorosa y el nerviosismo—. ¿Quién demonios es esa mujer en las fotos con Kyd? ¿Qué está pasando en Paraguay?

Larissa miró fijamente la cámara por un momento antes de suspirar profundamente. —Lo siento, Rosanelda. Fui yo quien envió esas fotos, pero la mujer en ellas no soy yo, esa chica es morena y yo soy rubia —, admitió con su voz cargada de remordimiento.

Mi corazón se hundió al escuchar sus palabras.

—Entonces, ¿quién es ella? ¿Qué está pasando con Kyd en Paraguay? —pregunté, mi voz estaba temblando con la anticipación de lo que podría revelarse.

Larissa miró hacia un lado por un momento, y su cabello rodó por su rostro antes de volver a enfrentar la cámara.

—La mujer en las fotos es mi madre, Rosanelda. Kyd y ella han estado viéndose a escondidas mientras tú estabas allí en Estados unidos —confesó con su voz llena de ira.

Una mezcla de dolor y rabia se apoderó de mí mientras absorbía la impactante revelación.

No podía creer que me haya mentido de esta manera, murmuré, sintiendo como el mundo se derrumbaba a mi alrededor.

Pero aún necesitaba más respuestas.

—¿Por qué Kyd estaba acostandose con su madre? ¿Qué más está ocultando? ¿Qué edad tiene ella? —exclamé con mi voz temblando con la urgencia de saber la verdad.

Larissa bajó la mirada, visiblemente incómoda.

—Mamá tiene 37 años y Kyd es el compañero de mi madre en el conservatorio de música, señora. No puedo decirte más. Pero ten cuidado, hay algo más oscuro detrás de todo esto —advirtió antes de desconectarse.

—¿Cuál conservatorio de música? —dije y ella se desconectó sin decir adiós.

Me quedé allí, aturdida por las revelaciones que acababa de escuchar. Sabía que tenía que enfrentar a Kyd y exigir respuestas, pero también temía lo que podría descubrir. Sin embargo, ya no podía seguir ignorando la verdad. Era hora de confrontar la realidad, sin importar cuán dolorosa fuese.

Con el corazón latiendo con fuerza, me preparé para confrontar a Kyd por videollamada. Sabía que tenía que enfrentar la verdad, sin importar cuán dolorosa fuera. Cuando su rostro apareció en la pantalla, mi determinación se fortaleció. Aunque me forcé a mi misma para retener mis lágrimas.

—Kyd, necesito hablar contigo —exigí.

Kyd me miró a través de la pantalla, su expresión tranquila pero con una chispa de tensión en sus ojos.

—¿Qué sucede, preciosa? ¿Estás bien? — preguntó con un tono preocupado.

Respiré hondo antes de continuar.

Estúpido Poeta (NOVELA TRASH) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora