01.

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La respiración de Zoe comenzaba a acelerarse mientras veía la imagen que se presentaba delante de sus ojos. Aquellos dos chicos estaban creando un espectáculo digno de admirar delante de sus narices. Acariciaban, torturaban y hacían juegos previos con la madura mujer castaña. Sus pechos se sentían tan pesados y llenos, y sus pezones estaban delatando su excitación, marcándose con ligera suavidad aún por la enorme camiseta manga larga. Estaba temblando, moviéndose en el mismo lugar de un lado al otro, abrazando el pequeño cuaderno con sus apuntes contra su pecho, tratando de ocultar los duros brotes. Ella mordió su labio, ocultando el perezoso gemido que estaba a punto de brotar de su pequeño pecho, retrocediendo dos pasos al ser golpeada por el olor de hombre sudoroso y de excitación.


Estaba enloqueciéndose estando en la misma habitación en la que dos duros y grandes hombres a quienes deseaba follaban a otra mujer que no era ella. Zoe era la asistente del productor general, estaba encargada de complacer a los actores en cualquier cosa (profesional) que le pedían. Para ella no era muy fácil o sencillo estar rodeada de cámaras vídeo gráficas, y mucho menos estar en el mismo círculo de personas que se dejaban filmar para películas de adultos.


Al principio había dudado en si estaba preparada para tomar el trabajo que le habían brindado, en si era conveniente trabajar en algo así. Sus caprichos la habían llevado ha aceptar algo de aquel calibre, un trabajo que le traería problemas desde el primer segundo. Había sido muy difícil para ella al principio, todo le parecía tan inapropiado y tan poco correcto que terminaba huyendo de la sala, tan sonrojada que parecía más tomate que persona.


Luego de varios días entendió que debía hacerlo, incómodo o no. Lo había aceptado, no podía quedarle mal a Elliot, no cuando él mismo le había dado la confianza suficiente como para darle el trabajo. Había empezado a funcionar todo poco a poco... Hasta que ellos dos aparecieron un fin de semana y tuvo que tratar de respirar por una hora y media. Zayn y Justin empezaron a ser su tormento desde el primer segundo en que los vio, sudorosos y tan duros que su piel cosquilleó y su coño palpitó.


Sintió como sus mejillas se encendían y como el calor recorría su cuello y más abajo al ver como los ojos de Justin giraban hasta ella y le guiñaba. La boca del rubio estaba zambullida en el coño de la chica, mientras miraba fijamente a Zoe. Ella apartó la mirada al sentir ese dulce calor palpitante en su clítoris. Creó una cortina con su cabello y trató de esconderse, buscando la manera de respirar con normalidad, meciéndose suavemente cuando por una rendija de las hebras vio también a Zayn observándola mientras recorría el cuerpo de la misma chica con besos duros. Sus pestañas revolotearon al verlos sincronizarse con las caricias. Sus ojos se cerraron con fuerza al escuchar el fuerte gemido que la mujer lanzó, segundos después de que el moreno zurrara su coño.


Zoe estaba tan húmeda y temblorosa viéndolos que mentalmente se reprendió. No era posible estar perdiendo el control al ver aquello. Ella no era así, nunca.


De tanto retroceder sintió como su espalda chocó contra una pared. Apretó el cuaderno con mucha más fuerza contra su pecho, mordiendo su labio inferior, tapando su boca y nariz con una de sus manos, ocultando su respiración rápida y agitada. Echó la cabeza hacía atrás, mirando el techo, negando al sentir el ligero cosquilleo en sus mejillas. Intuía que debía estar tan roja como se sentía. Miró hacía al frente, gimiendo bajito al ver como ellos se acomodaban rápidamente. Zoe apretó los muslos juntos al ver la polla de Zayn deslizarse con lentitud por el ano de la chica mientras Justin la chupaba con rapidez, enderezándose de inmediato y deslizando también su larga y dura polla por el coño de la castaña. Su mente jugó con ella, creando imágenes mentales en dónde podía verse junto a ellos. Tomándola con la misma fuerza y crudeza con la que tomaban a la mujer. Todos estaban tan concentrados en la escena que no notaban lo agitada, sonrojada y como había retrocedido lejos de luz hasta un pequeño rincón un tanto oscuro. Agradecía realmente estar lejos de todo aquel espacio. Sentía que se estaba muriendo poco a poco de la excitación. Estaba deseando a dos hombres imposibles, dos hombres que no les gustaba vainilla, algo que ella le gustaba. Zoe estaba tan agitada, húmeda y sonrojada que sus mismas rodillas y pensamientos estaban en su contra.


Con mucho cuidado y tratando de no hacer el menor ruido salió cerrando detrás. Apoyándose en la puerta de madera, volviendo a respirar con tranquilidad. No pudo cerrar los ojos, no cuando en aquella oscuridad se encontraban esos buenos hombres. No le estaba gustando para nada lo que había empezado a ocurrir con ella misma. ¿Como era si quiera posible que aquellos dos estaban volviéndola tan loca de deseo?


Caminó con suavidad hasta el silencioso café dos calles arriba, pidiendo dos donas y un ardiente café negro. Gimió con suavidad al sentir como su paladar se quemaba. Amaba ese dulce dolor. Sus mejillas se sonrojaron como una colegiala al recordar de nuevo segundos atrás. Negó volviendo a reprenderse.


Respingó en su puesto cuando su trasero vibró. Sonrió divertida por la vibración del teléfono, debía quitarla con urgencia antes de que le produjera un ataque al corazón, su ceño se frunció al leer la nueva notificación, sus ojos se abrieron de golpe al leer:


Has sido agregada al grupo: "Pinkie".

Nuevos mensajes:

Primer número desconocido: ¿Te gustó lo que viste, bebé?

Segundo número desconocido: Me hubiera gustado besar esas rosadas mejillas. Imagino que tu culo se pone igual de rojo al ser azotado, ¿Tus pezones son así de rojos, cariño? Me encantaría comerlos mientras Justin te lame.

Primer número desconocido: Hermano, sabremos eso pronto, nuestra pequeña Zoe accederá tan fácil. Tan fácil que será nuestra en menos de lo que canta un gallo.



jmstxc fanfiction 2O16.
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