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PRIMERA PARTE DEL CAPÍTULO.
Un suspiro de cansancio escapó de sus labios mientras caminaba calle abajo. Su pequeño rostro estaba rojo por el esfuerzo y sus pies dolían mientras seguía caminando. Zoe tuvo que parar para tomar un respiro cuando sintió en su pecho un malestar. Apoyó sus manos en sus caderas y cerró brevemente los ojos, respirando suavemente. Tratando de encontrar el aire necesario. Dios, ella recordó perfectamente porque no debería volver a correr más de diez cuadras sin descanso. Una sonrisa divertida tiró de sus labios y ella tomó el último respiro antes de entrar directamente por la enorme puerta.
Sintió como su corazón se llenaba de paz al ver la fila de niños correteando a su alrededor. Zoe respiró suavemente cuando las risas llegaron a sus oídos. Una carcajada salió de sus rojos labios al ver como dos niños cantaban al son de Barney y sus amigos y mientras cantaban giraban en un pequeño círculo. Zoe se movió rápido y atrapó al más castaño que por los giros estuvo a punto de caer sobre su muy pequeño pecho. Ella lo acurrucó en su cuello y el pequeño chico dio un largo chillido de felicidad y pasó sus pequeños bracitos por el cuello de Zoe, acurrucándose más.
-¡Maestra Brooks!
Zoe sonrió derretida y besó la mejilla del pequeño, encantada cuando el segundo chico pelinegro que daba vueltas también se estabilizaba y corría a abrazar la pierna de Zoe, ella acarició el cabello del pequeño pelinegro y sólo tuvo que hacer un pequeño esfuerzo, poniendo al castaño en su cadera izquierda y tomando al pelinegro y poniéndolo en su cadera derecha, riendo cuando los dos niños se abrazaron y la dejaron en medio, mientras besaban sus mejillas.
-¿Cómo están mis preciosos niños? -Ella los sacudió con rapidez, recibiendo carcajadas. La pelirroja sonrió enternecida y con mucho cuidado los puso sobre sus pequeños pies.
Se agachó para estar a la misma altura y besó las frentes de los pequeñuelos. Deteniéndose para sacudir los rizos del castaño y para deslizar los dedos por los lisos mechones del pelinegro, sonriente cuando los niños volvieron a reír y a acercarse más para sus mimos.
-Muy bien, ¿Cómo está usted? -Ella asintió a las dulces y educadas palabras del pelinegro.
-Me alegra increíblemente que estén así de bien y pomposos -Zoe le hizo cosquillas a la vez y los pequeños niños se retorcieron mientras reían, abrazándola y tratando de hacerle las mismas cosquillas. Zoe rió y los abrazó- Y estoy muy bien, por cierto -Ella les sonrió y ellos le sonrieron de vuelta al verla levantarse-. ¿Dónde están sus compañeros?
