Capítulo 4.-¡Todo menos uniforme!.

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Camino y camino hasta llegar a su gran despacho que ya describi antes. Me siento en el sillón de antes y que creo que ya será mio y de nadie más, y la miro sentarse. Apoya los codos sobre la mesa y apoya su larga barbilla en las manos que ahora están cerradas en puños. Me cruzo de piernas, apoyo uno de mis brazos en mi rodilla y mi barbilla en mis manos.

—¿Usted es la responsable de que el pelo de Amanda este lleno de pudin?.

—Si.—se sorprende al ver que digo la verdad. ¿Que se cree? ¿Qué me voy a esconder? Estoy muy orgullosa de lo que le hice a esa fresa, digo Amanda.

Abi vas a tener que aprenderte el nombre de esa, no en verdad no.

—¿Y se puede saber por qué se le paso por la cabeza hacer eso?.

—Bueno señora directora, esa fue una de mis vengazas mas inofensivas que hice, tenía planteada una más cruel—dejarla calva—en cierto modo tuvo "suerte".—hago comilla con mis dedos.

—¡Venganza! ¡Usted debe saber que odio esa palabra señorita!.—me empieza a gritar.

—¡Ya bueno, yo odio estar aquí y me tengo que aguantar!.—me pongo en su mismo tono.

—¡No voy a tolerar más groserías! ¡Se va ahora mismo a la sala de castigo!.—me grita enfurecida señalandome la puerta.

Miro la puerta, la miro, miro la puerta y la vuelvo a mirar.—creo que debe recordar que soy nueva y que no sé de que me habla.

Gruñe y aprieta los puños, creo que ésta contando para relajarse, espero que no se olvide de el numero uno, ese es el más importante para lograr relajarse.

Alguien entra en la sala y cuando ve que la directora esta ocupada pide perdón y se retira.

—¡Tú!.—lo señala.—¡seas quién seas! ¡lleva a está señorita a la sala de castigo!.—me empuja en su dirección y los dos caemos al suelo, yo encima. Cierra la puerta de un portazo y nos quedamos mirándonos un largo rato.

Y tras reaccionar ambos nos separamos. Su musculoso cuerpo me intimida, dios, es un dios griego. Su cabello castaño oscuro bien peinado haciendo un tupe perfecto me da la pinta de un niño rico con aires superiores, si abre la boca quizás pueda comprobar si se trata de un chico creído o no.

—Bueno.—rompo el hielo.—llevame a la sala esa que dice la bruja.

—Ya...—rasca su nuca.—hay un pequeño problema.—sonríe.

¡Oh dios! ¡Qué alguien me traiga unas gafas de sol! ¡Tiene unos dientes más blancos que los postizos de mi padre!.

No debería haber dicho eso, olvidarlo, como si nunca lo hubiese escrito.

—¿Cuál?.

—Soy nuevo y tampoco sé donde está eso.

Lo aplaudo y ríe ante la acción.

—Bueno pues, buscaré.—sigo caminando pero me frena agarrando mi brazo.

—Te acompaño.—me giro y me zafo se su agarre.

—¿Por qué?.

—Porque me lo ha ordenado, y al contrario que tu yo no quiero tener problemas.—vuelve a sonreír y a dejarme ciega.

—Bueno, pues don perfecto, vamos.—ambos empezamos a caminar hacia algun lugar llamado sala de castigo.

—James.—me extiende su mano.

—Abi.—me encargo de estrechar su mano con la mia.

-0-

Seguimos caminando y aunque solo hemos caminado un minuto para mi han sido ocho mil horas. Me siento en el suelo para descansar un poco de todos los pasos dados, debería hacer más cardio.

La hija de Josh Miller®| Terminada✔Where stories live. Discover now