Capitulo 1.

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El sol entraba a raudales en aquella oficina blanca y moderna en una de las zonas más costosas de Miami, Brickell. Compuesto por varios edificios de cristal cuyos facilmente podían medir unos treinta metros de alto, o quizás un poco más, con vista a todo Miami. En uno de estos muchos edificios modernos cuyas fachadas eran todas revestidas de cristal, se encontraba el edificio que albergaba una de las constructoras más importantes de todo el país, Jaufeld C.A. Y dentro de ese imponente edificio de veintidos pisos, en el último piso, se hallaba todo el área de presidencia y vicepresidencia de la empresa. Por el pasillo, a la derecha, se hallaba la oficina de Vicepresidencia la cual se compartía en dos, logrando así que de una oficina, salieran dos cómodas oficinas, y era la oficina de la derecha en la que se encontraba aquella joven sentada en su escritorio de vidrio mirando el imponente paisaje de Miami por el gran ventanal que había al fondo de la oficina. La morena no sabía cuánto tiempo tenía viendo aquella vista, pero le encantaba, eran las 9 de la mañana y se podía apreciar como todos caminaban de un lado a otro en la calle, como aviones iban y venían, como el mar no se encontraba tan lejos de allí ya que Brickell por ser el centro de la ciudad se encontraba separado de esta por un gran canal, como todos hacían su vida en aquél lunes por la mañana, como cualquier otro día. Si, sin dudas amaba esa vista, podía pasar horas viéndola sin darse cuenta, como pasaba en ese momento. No fue hasta que su asistente entró por la puerta cargando un montón de carpetas en la mano derecha y un café de Starbucks en la izquierda que giró su vista de ese maravilloso paisaje para ver a la pequeña pelinegra haciendo su aparición.

– Buenos días jefa, aquí le traigo su café y los reportes de la semana como me pidió. –

La más alta le dedicó una sonrisa antes de ponerse de pie para tomar el café con su mano derecha y las carpetas con la izquierda.

– Nat, no sé cuántas veces te he dicho que no tienes que tratarme de usted ni decirme jefa, somos amigas, además, eres un año mayor que yo. – Agregó riendo.

La pequeña se sonrojó ligeramente riendo con ella.

– Lo sé Lauren, pero eres mi jefa, y debería tratarte como tal. –

– Si pero mis papás no están por aquí así que podemos dejar los formalismos. – Le sonrió a su asistente quien le asintió y le dedicó una sonrisa antes de salir por donde había llegado para continuar con sus labores.

La morena suspiró antes de llevarse el vaso de Starbucks a los labios y emitir un leve gemido al saborearlo, si, era Latte Vainilla, como le gustaba. Dejó las carpetas encima de su escritorio mientras caminaba por su oficina y se sentaba en los muebles color chocolate que adornaban la esquina, junto a una mesita de centro redonda. Se quedó viendo las dos únicas fotos que adornaban un lado de la pared blanca de aquella habitación, se encontraban sobre una repisa blanca, enmarcadas, en una salía ella con sus padres y su hermano el día de su graduación, y en la otra podía verse ella cargando sus dos perritos, unos Yorskshire Terrier, sonriendo enormemente, sin duda lo que más amaba estaba en esas fotos, y justo al lado de ellas, enmarcado también estaba su diploma, el cuál resaltaba en letras grandes y rojas "Arq. Lauren Jauregui Morgado." Sonrió al verlo, como hacía siempre que lo veía, puesto que no recordaba algo que la hubiese hecho más feliz que el día que recibió ese titulo, convirtiéndose al fin en lo que siempre soñó, en una Arquitecto.

Esta era Lauren Jauregui, Vicepresidenta de la constructora Jaufeld C.A. (o una de las vicepresidentas), e hija de uno de los presidentes, Michael Jauregui, empresario y administrador. Lauren tenía veinticinco años, se había graduado hace tres años en la Universidad de Miami, su papá había fundado Jaufeld C.A. cuando ella tenía diecinueve y estaba en el cuarto semestre de la carrera. El señor Jauregui se asoció junto a su cuñado Robert Steinfeld, quien si bien no tenía estudios universitarios, sabía bastante sobre construcción ya que ambos habían trabajado en eso por varios años. Básicamente lo fundaron porque el señor Jauregui era un hombre totalmente abocado a sus dos hijos, y siempre se propuso el poder dejarles una vida hecha sin que ellos tuvieran que pasar por todas las necesidades que el y su esposa pasaron de jóvenes. Los Jauregui no habían sido ricos de cuna, para llegar a donde se encontraban hoy tuvieron que valerse de muchísima sangre, sudor y lagrimas. Pero el esfuerzo valía la pena si lo que te encontrabas era la enorme sonrisa de tu hija al ser tan feliz trabajando en lo que siempre quiso, y poder ver tu emporio que con bastante esfuerzo levantaste, siendo un completo éxito. Su papá no dudó ni un segundo en ofrecerle la Vicepresidencia de su empresa a su hija una vez que esta salió graduada de la universidad, pero Lauren quería experiencia primero, porque sabía que una Vicepresidencia era algo grande, y que se esperaría mucho de ella, así que decidió comenzar por lo básico, trabajando de asistente de su papá para aprender todo lo que había que saber sobre cómo llevar una empresa de ese calibre. A los dos años, ya Lauren estaba lista para asumir la prueba, y desde entonces, un año después, se encargaba de llenar la silla de la Vicepresidencia de la constructora de su padre.

Pese a todos sus triunfos y éxitos, y lo que cualquiera pudiera ver como "la vida ideal", para Lauren ciertamente eso no estaba más lejos de la realidad. Si, le fue bien en la Universidad y en todos los cursos que realizó para especializarse. Si, tenía amigos, un lindo apartamento propio, una hermosa y unida familia, pero a pesar de todo eso, le faltaba algo. Le faltaba ella.

La vida amorosa de Lauren podríamos definirla como una sucesión de eventos desafortunados, todos con la misma persona como protagonista. Claro que, si bien Lauren podía admitirse que ya no dolía tanto como antes, siempre dolería. Supongo que esa es la magia del primer amor. La típica profecía de que "el primer amor nunca se olvida". Y si, en sus ratos libres Lauren podía admitir que no estaba olvidado pero claramente, ya no dolía como antes. Pero no porque no duela significa que todo está bien. Claro que, eso Lauren nunca lo admitiría, ni a ella misma.

Pero si, Lauren Jauregui a sus veinticinco años tenía todo lo que cualquier persona de su edad pudiera soñar con poseer. Era la Vicepresidenta de la empresa de su padre y eso hacía que las faltas en su vida se llenaran casi por completo. Casi.

Claro que no llevaba la Vicepresidencia sola, aunque podría decirse que si. Si bien es cierto, su papá está asociado a su cuñado el señor Steinfeld, pero la realidad era que los Jauregui poseían el sesenta por ciento de la empresa, mientras que los Steinfeld eran dueños del cuarenta. Sin embargo, al tratarse del esposo de la hermana de su papá, estos eran vistos como dueños totalitarios de igual manera. Así que como era de esperarse, Lauren compartía la Vicepresidencia con su prima, hija de su tía e hijastra del señor Steinfeld, Taylor Jauregui.

Lauren nunca se considero una persona egoísta, de hecho, para todas sus fortunas y reconocimientos, era bastante humilde. Siempre lo fue. El problema no era compartir el cargo, el problema era que básicamente se sentía sola desempeñándolo. Su prima Taylor era una licenciada en Turismo, y ustedes se preguntarán que qué hace una licenciada en Turismo en una Constructora. Esa era literalmente la pregunta del millón. El señor Steinfeld había estado con Isabelle Jauregui desde que Taylor tenía unos tres años, ya que el papá de Taylor las había dejado en cuanto se enteró de que Isabelle estaba embarazada y nunca volvió, aunque Taylor sabía que Robert no era su papá, siempre lo quiso como uno. Su relación era bastante buena y el siempre la quiso como una hija, no fue hasta que la mayor de los Jauregui, Isabelle, salió embarazada de Robert Steinfeld, que las cosas comenzaron a tomar un rumbo distinto.

Love Only; Camren.Where stories live. Discover now