Capitulo 36.

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"Y todo comenzó cuando dos personas que ni soñaban con conocerse, terminaron encontrándose. En el instante menos esperado, pero en el momento indicado."


MONTERREY, MEXICO.


SEIS MESES DESPUÉS.


– ¿París? – Preguntó Camila por segunda vez esa tarde a su padre sentado frente a ella.

Alejandro esbozó una sonrisa y negó con la cabeza poniéndose de pie y yendo hacia el mini bar que tenía en su oficina para servirse un vaso de whisky. Camila vio el liquido ámbar en el vaso de su padre tratando de organizar sus ideas pero ciertamente no podía, estaba completamente confundida cuando su padre le dijo esa tarde que necesitaba hablar con ella de asuntos importantes, y aún lo estaba más al oírle decir que necesitaba que ella se fuera a París en dos meses.

– Si flaca, París. – Dijo Alejandro sentándose detrás de su escritorio de nuevo frente a ella.

– Pero no entiendo, ¿por qué debo ir a París? – Preguntó la castaña alzando las cejas.

– Porque compramos un terreno allá y queremos hacer un complejo de oficinas para que Cabello C.A. tenga una sucursal. – Dijo el hombre sin más como si no fuese obvio.

– Pero... – Intentó Camila de nuevo con el entrecejo fruncido.

– Hija, no te estoy pidiendo que seas la encargada del proyecto. – Comenzó Alejandro entrelazando sus manos encima del escritorio y llenando a Camila de alivio. – Simplemente necesito que vayas y le eches un ojo al terreno y al proyecto para que todo se haga como es debido. Ya hablé con el Arquitecto encargado y él está al tanto de tu visita. –

– Pero ¿por qué no mejor vas tu? Digo así te aseguras de que todo sea como quieres que sea y... –

– Camila, quiero que vayas tu. – Dijo Alejandro firmemente pero sin llegar a ser grosero. Él quería que Camila tuviera ese tipo de responsabilidades y sin dudas sabía que ella podría hacerse cargo sin problema. Ademas de que, Camila algún día sería la encargada de Cabello C.A. Y Alejandro tenía que prepararla para ello.

La castaña resopló sabiendo que ya la decisión estaba tomada. No era como que no quisiera ir a París. Ya había ido antes y ciertamente estaba fascinada con la ciudad. Simplemente le daba miedo cometer algún error y que su padre decidiera que ella no estaba a la altura de su apellido. A fin de cuentas, era de la hija de Alejandro Cabello de quien se trataba.

– Está bien, ahí estaré. – Dijo la menor esbozando una pequeña sonrisa y haciendo que su padre sonriera enormemente.

– Esa es mi flaca. En dos meses debes estar allá. – Camila asintió a su padre y luego de unas cuantas especificaciones salió de su oficina para irse.

La castaña condujo varias calles hasta llegar a su departamento. Abrió la puerta de éste encontrándolo vacío sin sorprenderse demasiado. Soltó las llaves en la encimera y tomó la jarra de agua de la nevera para servirse un vaso, sintiendo cómo el liquido frío bajaba por su garganta caliente haciéndola estremecer. Dio un paseo por la sala hasta detenerse frente a su biblioteca. Dio un vistazo alrededor como si hubiese alguien más cerca de ella, lo que era ridículo, y sacó un libro viejo de biología que no usaba desde la escuela secundaria. Abrió el libro por la mitad hasta dar con el papel que buscaba. Tomó el sobre y se lo llevó al pecho al tiempo que se sentaba sobre el sofá y lo abría, sacando de él aquella carta que hace ya bastante tiempo había recibido. Desdobló la hoja y se dispuso a leer aquellas palabras que ni porque quisiese se le iban a olvidar. Se había aprendido la carta completa al derecho y al revés, porque por alguna razón siempre llegaba del trabajo a leerla. Patético, pensó la latina. Guardó la carta rápidamente dentro del libro cuando escuchó unas llaves abriendo la puerta y con un ultimo vistazo a la biblioteca para asegurarse de que no la descubrieran se volteó al tiempo que la puerta se abría.

Love Only; Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora