Capítulo 78

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"Perdonar es aprender a desintegrar, pero no olvidar, los sentimientos que nos provoca el pasado."

Intenté abrir los ojos, pero mis párpados se sentían demasiado pesados. Era como si jamás hubiera abierto los ojos y debiera hacerlo por primera vez, sin saber qué encontraría. Me esforcé por bastante tiempo, hasta que vi sombras y luces moverse. Mi vista se irritó ante la repentina claridad y las lágrimas le siguieron por la sensibilidad a la luz.

Estaba en el hospital, era fácil de descifrar por las paredes blancas y los característicos pitidos de las máquinas a mi alrededor. También sentía la textura de una bata envolverme el cuerpo cuando una figura se acercó. Era Tyler, suspirando de alivio mientras tomaba mi mano.

—Sabía que lo lograrías. —Sonrió—. Eres indestructible, J.

No pude contestarle porque, de a poco, los recuerdos empezaron a apiñarse junto con las preguntas en mi cabeza. Él lo notó y apreté su mano, sosteniéndole la mirada. De pronto, tuve miedo

—No hablaremos de nada hasta que no estés recupe... —se apresuró a decir, pero negué con la cabeza.

Sarah, Trainor, James, Stella.

Pixie, Amit, Kyle.

Becca, Killian.

Glenn.

Glenn cubierto de sangre.

Glenn rogando en a mis pies.

—Recibí el disparo —susurré, bajando la vista para ver el vendado.

Tyler asintió con tristeza, confirmando el recuerdo.

—Te estabas muriendo. —Bajó la voz y acarició el dorso de mi mano—. Lo siento, no tuve otra opción.

Sentí que podría morirme otra vez. Fue una suerte que ya estuviera en el hospital, porque mi corazón deseó detenerse. La desesperación me hizo soltar la mano de Ty y la cautela formó un nudo en mi garganta, impidiendo que formulara todos los interrogantes que quería saciar.

—No había suministros de tu tipo de sangre en el hospital. Nadie podía donar... —Inhaló despacio—. Siento haberte expuesto, pero no me disculparé por no dejarte morir frente a mis ojos. Fue la decisión correcta. Incluso Rebecca está de acuerdo.

—¿Quién lo sabe? 

No contestó.

—Tylar, ¿quién más lo sabe?

Tal vez existía la posibilidad de todavía mantener el secreto y mantener segura a Becca hasta atrapar a los psicópatas. La esperanza era mínima, pero la anhelaba con cada fibra de mi cuerpo. Si mi hermana se había expuesto frente a muchas personas todo se habría desmoronado, pero si eran pocas podíamos hacerlas callar.

—Lo saben todos.

Cerré los ojos y caí rendida en la camilla, lo que me trajo un dolor que reprimí apretando los dientes con fuerza. Ahora el peligro había aumentado y todos querrían explicaciones. La policía podría involucrarse por robo de identidad y éramos dos en la mira de quienes iban tras Becca.

Entonces, recordé algo más.

—¿Cuándo me sacó Killian del edificio?

—Hace dos días, y él no se ha movido de la sala de espera. No creo que haya dormido, comido o hablado desde que ocurrió. Lo siento, Becca.

Me limpié las lágrimas con impotencia.

—Ambos sabemos que ese nunca fue mi nombre. No hace falta que vuelvas a llamarme así.

El silencio se extendió mientras me observaba con compasión.

—Iré a avisarle a la enfermera que despertaste. —Se inclinó y depositó un beso en mi frente—. Volveré antes de que lo sepas, lo prometo. No te dejaré sola en esto.

Un minuto después de que se fue, alguien más entró.

Hubiera sido genial poder haber fingido que estaba dormida.

Ojalá.

El cuenta mitos de BeccaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora