Capítulo 85

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"Me dijeron que volara sabiendo que no tenía alas. Me animaron a soñar aunque sabían que solo tenía pesadillas. Me juraron amor cuando eran conscientes que no podían prometer algo de lo que no tienen el control."

—¡Becca! —Su nombre desgarró mi garganta.

Me eché a correr y Killian se lanzó tras de mí. Bajo mis zapatos ramas y hojas crujieron mientras resbalaba en la tierra húmeda y me apoyaba en los troncos de los árboles para avanzar.

Las copas de los árboles filtraron a través de sus hojas los últimos rayos de sol mientras corríamos. Cada hueso de mi cuerpo dolía, sobre todo mi pecho y abdomen, que debí apretar con una mano para seguir. Si no hubiera sido por la adrenalina y el miedo, me habría desmayado justo ahí.

La encontré tirada en medio de la arboleda, con las manos casi enterradas en la tierra mientras intentaba incorporarse. Cada una de sus extremidades temblaban mientras caí de rodillas a su lado. Ahuequé sus mejillas y examiné su rostro con preocupación. Había un hilo de sangre que provenía de un corte en su oreja.

—Estás aquí —susurró en un hilo de voz, atónita.

Me miró de una forma extraña, como si al final entendiera todo lo que tanto me había esforzado por explicarle. Sin previo aviso tiró de mí en un abrazo. Se aferró como si fuera una parte de ella que no quería perder y las lágrimas inundaron mis ojos. Por primera vez en mucho tiempo fui consciente de mi respiración, y pesar de cada golpe, estar viva se sintió lo mejor del mundo.

Esto. Solo quería esto. Juntas.

Se oyeron varias pisadas, hasta que estuvimos rodeadas. Tyler, Amit, Pixie y Kyle estaban agitados, como si hubiera corrido al escuchar a Rebecca gritar. Eso me trajo de nuevo a la realidad.

—¿Qué ocurrió? —pregunté a mi hermana, separándonos lo suficiente para mirarla a los ojos.

—Esto fue lo que pasó —dijo Killian.

Cuando levanté la vista lo vi sacar del tronco de un árbol una flecha. De su afilada punta goteaba sangre. Mis ojos cayeron en Rebecca otra vez y aparté los mechones de su cabello para encontrar la herida en su oreja.

—Estaban apuntándote a ti —susurré antes de apresurarme a ayudarla a ponerse de pie.

El círculo de personas sintió la tensión. Observamos los alrededor con desconfianza y pánico.

—Fue Sarah. —Pixie le quitó la flecha a Killian y la evaluó—. Solíamos ir a un campamento todos los veranos. Su actividad favorita era arquería. —Volteó el objeto despacio y un escalofrío me recorrió la columna—. Disparaba al límite del tablero a pesar de que era la mejor. Cuando le pregunté por qué lo hacía dijo que un tiro perfecto no consistía en dar en el blanco, sino en tener la destreza de dar justo en donde querías.

—Podría haberla matado —reconoció un iracundo Amit, sacando un pañuelo de su chaqueta y tendiéndoselo a Becca para que se limpiara.

—Pero no lo hizo. Le podría haber sacado un ojo, pero su intención era dejar caer una advertencia —asumió Tyler, alarmado y dando vueltas—. Rebecca, debes decirnos qué es lo quieren de ti.

Tomé su mano y le di un apretón, animándola a hablar.

—Una firma —reveló ejerciendo presión con el paño en el costado de su cabeza—. Necesitaban que firmara algo pero me negué, ahora que saben que tú existes van a necesitar que lo hagamos las dos.

Contuve la respiración.

—¿Mi hermano está en peligro por unas estúpidas firmas? —espetó Kyle—. ¿Por qué diablos querrían...? —Dejó la oración en el aire y me miró con labios entreabiertos, entendiendo todo—. Encontré a Oliver, todo esto tiene que ver con Victoria y Quirón, ¿no es así?

—Genial, más personas se suman a la fiesta. —Resopló Ty—. ¿Quién es Victoria y Quirón, J? ¿Y por qué ellos querrían que firmes documentos?

Todos se desvanecieron para mí a excepción de Becca. No tenía tiempo ni podía contarle la verdad sobre nuestro pasado como quería. Tenía que soltar la bomba cuando antes porque debíamos atender una posible explosión mucho más grande.

—Victoria se llama nuestra madre biológica —susurré—. Nuestra abuela, la madre de Quirón, les hizo creer que nacimos muertas y así terminamos en el orfanato. Se encargó de que nunca diéramos con nuestros padres y se aseguró que cada una tuviera una herencia que cobraríamos cuando cumpliéramos la mayoría de edad. 

—¿De qué rayos estás hablan...?

—No fue por remordimiento —seguí apurada—, sino para que estuviéramos satisfecha con más de 400.000 euros y no contactáramos con Victoria y Quirón jamás. No sé cómo, pero Trainor y su grupo tienen los documentos de la herencia.

Rebecca dio un traspié, alejándose de mí.

Aparté la mirada, incapaz de verla. Mis ojos se encontraron con los de Killian, cuya primavera era oscura. Parecía decepcionado otra vez, pero Tyler interrumpió nuestra conversación sin palabras cuando le sonó el teléfono.

—¡Mi programa encontró a Glenn! Está en... —Frunció el ceño y miró alrededor—. ¿Esta aquí?

—¿Dónde está Pixie? —preguntó al mismo tiempo una alarmada Kyle.

El lugar donde estaba la pelirroja yacía vacío.

El cuenta mitos de BeccaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt