La juventud de hoy en día

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- Otra vez esto no... -digo desilusionada y con cara de asco.

Ya es la cuarta semana que como la misma MALDITA crema de verduras.

¿¡ES TANTO PEDIR UNAS PATATAS FRITAS POR UNA VEZ?!

Cris, puedes comprar comida.

No, en realidad está prohibido, ¿Lo sabes, no?

Bah, tonterías. Por una vez no pasa nada.

Eres una mala influencia.

Tiro la comida al váter y pongo la bandeja encima de la mesa de plástico. Luego cojo una camiseta a rayas verdes y blancas, unos pantalones de explorador marrón claro que me llegan por encima de las rodillas y las misma zapatillas que levé ayer en mi primer encuentro con Axel. ¡Ah! Y por supuesto, ropa interior. Entro al baño y me desvisto. Mientras el agua se calienta pongo música y espero mientras reviso el móvil.

¡Falta una semana para irme de aquí y poder ir al Raimon y ser la fangirl más feliz de este mundo! También, hace dos semanas que Axel y yo nos vemos todos los días por la tarde. Aunque bueno, sólo nos vemos unos segundos en los pasilllos y nos dedicamos un saludo informal como un movimiento de cabeza o una sonrisa de tonta enamorada por mi parte. Me prometí a mi misma que le devolvería el dinero la próxima vez que lo viese, aunque ya hace más de una semana desde que me hice esa promesa. Una vez casi me rompo la jeta al tropezarme con mi propio pie por quedarme mirándolo durante más de un minuto seguido.

Aún así sigo orgullosa de la primera vez que hablamos, y recuerdo su sonrisa como si la estuviera viendo ahora mismo.

Sonrío para mis adentros.

Los cristales del baño se empañan y me meto en la ducha. Me ducho mientras suena la canción de "Oh My" de Monsta X y luego me seco y me visto con "INTRO (AMBITION)" de Jooheony.

Salgo del baño haciéndome un trenza de espiga mal hecha que aprendí a hacer gracias a un tutorial de Youtube. Voy hasta la mesita blanca que esta al lado de mi cama y abro el primer cajón con dificultades, ya que mi pie no tiene el desarrollo de mi mano. Me agacho y meto la cabeza dentro de este, cogiendo con la boca el monedero, aunque después de varios intentos. Me ato al fin la trenza y vuelvo a utilizar mis manos, sacando del monedero el dinero y contándolo. Creo que con tres euros, voy que chuto.

Salgo de la habitación, no sin antes mirar como si fuera a cruzar la carretera, ya que no quiero llevarme una bronca y que me obliguen a no salir de mi habitación. Voy con paso rápido hacia la máquina expendedora, maldiciendo por dentro que éste tan lejos. Rápidamente meto las monedas correspondientes y aprieto los tres dígitos. Miro impaciente como la bolsa de patatas se da su tiempo en salir, con extrema lentitud. ¿Para qué? Pues muchos diréis "Para que la bolsa caiga y tu la puedas coger por la rendija"; claro, eso sería lo normal, pero os olvidáis de un factor importante: mi mala suerte.

Por lo tanto, la bolsa de patatas se queda apoyada en el cristal que tiene en frente, ligeramente inclinada.

- Oh, no, no, no, no, no.... -repito sin poder creerme que haya gastado un euro por nada.

Empiezo a mover la máquina adelante y atrás intentando agitarla, tirando por la borda mi intento de pasar desapercibida para que no me pillen.

- ¿Necesitas ayuda? -giro la cabeza y veo a Axel, con su rostro característico impasible, pero relajado- ¿Otra vez?

Me sonrojo por pensar en que Axel ha visto mi numerito con la máquina y me separo rápidamente de ella.

- Eh... -frunzo el ceño y me doy por vencida- Sí -exhalo en un suspiro. Axel se acerca a la máquina y se coloca en uno de sus lados.

La jugada perfectaWhere stories live. Discover now