Fin de la tormenta

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Finalmente, el arbitro hace sonar el silbato indicando la final de la primera parte y así, dándonos tiempo para poder tomar agua y respirar con tranquilidad. El resultado no es el mismo que en la serie, si no que ahora estamos 6-0, gracias al increíble juego de Norel que nos ha salvado más de una vez.

Llego hasta el banquillo y me tiro en el suelo. Yo estoy acostumbrada a jugar al fútbol sala, pero es bastante diferente del fútbol campo y contando con que jugamos contra el mejor equipo del país y que no he dormido y apenas comido nada, no creo que sirva de mucha ayuda en este partido. Miro hacia arriba, hacia donde esta él, pero en seguida quito la mirada. Aunque sólo lo veo como un conjunto de manchas debido a la miopía, aún así verle sería... Simplemente no quiero recordar que puede que no baje al campo a jugar. Vuelvo la mirada hacia mi equipo, quienes están intentando recuperar el aliento. 

- Qué está pasando -suelta Nathan-. Ni uno de ellos está sudando por el esfuerzo.

- Claro, no me extraña, como que no han tenido que correr.

- Han jugado con nosotros como si fuéramos peleles.

- Esa comparación ni se acerca un poco a la realidad -susurra Norel a mi lado.

- ¡Diantres! -Mark levanta la vista del suelo- ¡En la segunda parte les haremos correr tanto que se comerán la arena!

Suspiro y me dejo caer al suelo, pegando mi espalda al campo, mirando el cielo lleno de nubes grises y repasando mis intentos de ayudar en mi mente, mientras a lo lejos sigo escuchando a mi equipo.

- Es imposible, al final seremos nosotros los que acabaremos agotados.

Cuando le intenté robar el balón a uno de los delanteros. Spoiler: salió mal.

- Yo ya no puedo correr más.

Cuando le intenté pasar el balón a Norel. Recalco: intenté

- ¿Pero qué pasa? Si sólo hemos jugado la primera parte.

- ¿Qué tenemos que jugar otro tiempo? ¿De qué iba a servirnos?

- Seguir jugando el partido es inútil, no serviría para nada.

La mirada de preocupación de mi madre cuando caí al suelo.

- ¡Pero qué estáis diciendo! -veo el pelo de Mark por el rabillo del ojo, se ha levantado- Tenemos que continuar porque no sabremos a qué equipo sonreirá la suerte en la segunda parte ¿Y si nos sonríe a nosotros, eh chicos?

El cansancio, el agarrotamiento, la frustración.

- Voy...-me levanto repentinamente del suelo sin poder mirar a nadie a la cara- Voy al baño.

Nada más soltar la excusa por la boca, empiezo a andar a paso rápido hacia los baños, escuchando a lo lejos un débil recordatorio del capitán de que volviera en 15 minutos, pues se acabaría el descanso.

Subo las escaleras del primer piso del instituto y busco los baños, me intento fijar en los carteles, pero las lágrimas no me permiten verlos con claridad. La frustración y la ansiedad aumentan, y acabo en el pasillo donde Axel y yo nos metimos en problemas por jugar con las esponjas.

Me dejo caer por la pared y me abrazo las rodillas, ahogando un grito en ellas, dejando salir las lágrimas.

Sigo llorando en silencio, divagando en mi mente si es mejor irme y dejar de jugar, dejar el equipo, olvidar mis sueños para que los demás puedan conseguir los suyos. Mira Mark, que estaréis mejor sin mí, no, no te preocupes, estoy bien, mejor que nunca, os seguiré apoyando desde la distancia, seguiremos siendo amigos, nos veremos en clase, podremos ser compañeros de proyecto.

La jugada perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora