Orgullo y prejuicio

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Al día siguiente, después de clases, Mark, Max, Steve y yo fuimos juntos a la caseta del club. Decidí esperar a Mark para que así me contara que tal el entreno de ayer y como andaba Kevin. Steve y Max se unieron en el camino.

- Kevin sigue empeñado en demostrar lo que vale y que es mejor que Axel -comenta Max después del corto resumen del capitán.

- Y los de primero siguen queriendo que Axel Blaze se una -suspira Steve con una sonrisa cansada.

- Bueno -empiezo mirando el cielo, celeste y con algunas nubes blancas-, es cierto que no podemos depender de Axel, se una o no. Somos un equipo ¿No? Once jugadores -miro a los chicos y éstos asienten, Mark con una gran sonrisa en la cara, provocando una en la mía-. Aún así, creo que Kevin tiene razón en algo -todos vuelven a mirarme, expectantes a que me explique-; en que debemos confiar más en nosotros mismos y, sinceramente -nos paramos delante de la puerta y los chicos crean un semicírculo delante de mí-, estoy de acuerdo con él, pero no en la forma en la que lo está llevando a cabo -los chicos vuelven a asentir.

- Sí, sólo tiene que cambiar el punto de vista -Mark nos sonríe, lo que de inmediato anima el ambiente-. Intentaré hablar con él.

Dicho esto, el capitán abre la puerta, encontrándonos nada más entrar con Celia hablando con los demás chicos.

- ¡Oh, capitán! ¡Hola, chicos! ¡Y Cristina! ¿No? ¡Encantada! -nos da toda la atención y con una gran sonrisa se posiciona delante de nosotros, levantando la mano para colocarla con el dorsal pegado a su frente- Me llamo Celia Hills, alias Celia la callada, del club de periodismo -les doy un ojeada a los tres que venían conmigo y veo que están atónitos. Suelto una suave risa y con una sonrisa vuelvo a prestarle atención a Celia-. Y a partir de hoy seré otra mánager más del equipo de fútbol -se echa hacia delante con entusiasmo en su mirada-. Cuando os vi entrenar supe que no era bastante - vuelve a su posición inicial y con un susurro me dirijo a Max.

- Esto no me lo habéis contado, eh.

- No sabíamos que se iba a unir como gerente del club -me susurra de nuevo encogiéndose de hombros y con una sonrisa de lado. Niego con la cabeza y una sonrisa en mi rostro, volviendo a escuchar con atención a la nueva gerente.

- Así que pensé en unirme a vosotros. Mi habilidad para la recogida de datos puede resultar útil para el equipo. Gracias, y encantada de conoceros -acaba con una reverencia y una sonrisa preciosa.

- Ya lo ha dicho ella -dice Silvia a su lado.

- Ah sí, encantados de conocerte -dice nuestro capitán un poco desencajado por la presentación. Steve y Max, cada uno a mi lado, se acercan para susurrarme.

- ¿Celia la callada?

- Menos mal que no era Celia la cotorra - suelto un soplo de aire intentando no reírme por sus ocurrencias.

- Por lo menos así es más divertido -les susurro para luego adelantarme unos cuantos pasos y pararme en frente de nuestra nueva compañera.

Me presento yo primero, provocando una cadena de presentaciones de los demás. Unas cuantas risas y bromas, y nosotras salimos para que los chicos se cambien dentro.

- ¿Y Kevin? -le pregunto a Silvia, la cual se encoge de hombros.

- No sé donde está. No ha pasado por la caseta del club y tampoco lo vi de camino hacia aquí -noto la preocupación en su voz así que con una sonrisa y una mano en su hombro, intento disipar sus nervios.

- Seguramente está entrenando por su cuenta. No te preocupes, me cambio rápido y vamos a la ribera directos.

Una vez acaban de cambiarse, es mi turno, por lo que todos me esperan fuera. No tardo más de un par de minutos y una vez todos reunidos, vamos directos al campo de la ribera del río dejando a las gerentes atrás, ya que tienen que preparar las botellas de agua y coger el botiquín de primeros auxilios.

La jugada perfectaWhere stories live. Discover now